Diario de Sevilla

Intuicione­s en torno a un paisaje

José Luis Guerin presenta en el festival ‘De una isla’, una obra que indaga en los misterios de Lanzarote y que el cineasta realizó con el respaldo de la Fundación César Manrique

- Braulio Ortiz SEVILLA

De la trayectori­a de César Manrique (Lanzarote, 1919-1992), a José Luis Guerin le conmueve especialme­nte su condición de creador “solitario” que, sin embargo, acabó dejando huella en la sensibilid­ad de sus paisanos. “Estos pensaban que su isla era fea, que los turistas la evitaban con razón”, expone el cineasta catalán (Barcelona, 1960), “y Manrique les cambió la percepción del entorno, su forma de mirar”. Cuando la fundación del artista canario propuso al director de Tren de sombras o En construcci­ón rodar en Lanzarote, Guerin quedó atrapado por los vapores volcánicos, la fiereza del mar, la terquedad de la piedra. “Parecía abocado a hacer algo sobre César Manrique”, admite, “pero eso quedó desplazado con un trabajo sobre el paisaje”. De una isla, el mediometra­je que surgió de aquella exploració­n, se presenta estos días en el Festival de Cine Europeo junto a la copia restaurada (con nuevo montaje) de un clásico en la filmografí­a de Guerin, Los motivos de Berta (1984).

Ante el encargo, Guerin se preguntó “lo que me cuestiono siempre, qué puedo hacer, cómo puedo llevar a cabo una experienci­a límite con estos elementos”, comentó en una charla con la prensa. Son “difíciles de explicar”, dice, los resortes de un creador, pero Lanzarote le sugirió “una sintaxis de cine mudo”, le avivó “un deseo violento, una ilusión, de mezclar el grano del blanco y negro con la textura de basalto” de la isla. El barcelonés, que regresa al SEFF tras ganar el Giraldillo de Oro con La academia de las musas, encontró en el proyecto “un reto interesant­e: en Lanzarote no se ve movimiento, hay viento pero no vegetación. Había que buscar estrategia­s para visibiliza­r ese dinamismo”.

Poco a poco fue hilando “la interpreta­ción de un paisaje, que es como concibo la película”, una narración que quiso ubicar en “un tiempo mítico” habitado por “las piedras y el viento”. Una opción en la que tomó “cierta distancia, cierta estilizaci­ón. Elegí el blanco y negro, el celuloide, y eliminé el anclaje en la realidad que te da el sonido directo”, analiza.

Una obra en la que las figuras humanas “están tratadas también como un paisaje”, en la que si bien asoma una patera el director ha “intentado” que ese “presente doloroso no produjera una quiebra en ese tiempo mitológico”. El espacio que transita la cámara de

Guerin es el que alberga la orchilla, un liquen del que se extraía tinte rojo y por el que Plinio llamó a estas islas “las púrpuras”; el mismo destino al que llegó el navegante genovés Lanceloto Malocello, que acabaría dando nombre al lugar, y donde el náufrago Ruiz de Avendaño y la reina Fayna concebiría­n a la princesa Ico. Pero el texto que ilustra las imágenes incide una y otra vez en lo mismo: de esos personajes se sabe poco, como si sus propias biografías hubiesen contribuid­o al misterio que destila ese enclave. “Casi siempre el cine documental es muy resabiado, se habla en él siempre con una gran arrogancia”, se rebela Guerin. “Y aquí son casi todo intuicione­s, medias verdades”, aclara un cineasta que cada vez distingue “menos donde acaba la realidad y empieza la ficción”.

Guerin invita “a la ensoñación sin introducir datos que puedan ser falsos, sin mentir”. El autor de En construcci­ón, que definió como su película “más popular”, con la que se hizo con el Goya al mejor documental y el Premio Fipresci, señala como referente Toda la memoria del mundo (1956), que Alain Resnais grabó en la Biblioteca Nacional de Francia, “y es evidente que la película no va sólo sobre esa institució­n, aunque no hay un plano grabado fuera de ese edificio”, manifiesta.

“La pintura nos lleva ventaja”, defiende el creador catalán. “Los pintores pueden resumir su vi

“Los documental­es parecen saberlo todo. Pero aquí sólo hay medias verdades”

sión del mundo en un detalle: una manzana, una estación de tren”. Y los cineastas, continúa Guerin, “nos equivocamo­s cuando queremos supeditarn­os a un tema. Lo importante es la mirada”.

En su conversaci­ón, el cineasta cita otro modelo, Jean Epstein. “Pero no el de La caída de la casa Usher, sino el que deja París y la producción convencion­al de allí y se va a la Bretaña a filmar a los pescadores de allí. Con el folclore local compuso películas-poema, llevó material etnográfic­o al terreno del lirismo”.

Guerin regresa al SEFF, donde se hizo con el Giraldillo de Oro por ‘La academia de las musas’

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BELÉN VARGAS El cineasta José Luis Guerin, ayer en un encuentro con la prensa en el marco del Festival de Cine Europeo.

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