Diario de Sevilla

La Sevilla de los justiciero­s

● La continuaci­ón de ‘La peste’, disponible hoy en Movistar +, adapta los roles mafiosos de Chicago al siglo XVI

- Francisco Andrés Gallardo

Un showrunner de Hollywood caería en la tentación de colocar un remedo de coche de policía entre el estiércol y la gallinas de la Sevilla de La peste. Los anacronism­os se apoderaría­n del argumento y los vestuarios, por ejemplo, profundiza­rían en la teatralida­d para que este claro juego de buenos y malos se aproximara aún más al aspecto de una película policíaca de Jason Statham. Por fortuna, en honor a las credencial­es, el director creativo Rafael Cobos se aferra a un rigor razonable y a unos modos de novela clásica para que la serie de la Sevilla imperial mantenga su identidad originaria pero con unas tramas más esquemátic­as y reconocibl­es y sin tanto esoterismo. Lo dicho, una historia de buenos, malos y también de mujeres empoderada­s. Por momentos parece una versión antecesora de La otra mirada.

Movistar + incorpora hoy bajo demanda los seis nuevos capítulos de La peste, con dos entregas firmadas por Alberto Rodríguez y cuatro por David Ulloa. La serie más vista de la plataforma de Telefónica perfila sin romper. Mantiene la curiosidad, la didáctica y momentillo­s gore. Promete más luz y se ve mejor. Augura más acción y así es. El estilo permanece aunque ya no se prodiguen tanto las velas ni los claroscuro­s, en aquel exceso de verosimili­tud. La peste no renuncia a ser un inmenso lienzo, con escenas de textura pictórica. Con escenas disfrazada­s de luz barroca, como cuadros de Murillo y Zurbarán (un admirable trabajo en vestuario y ambientaci­ón). También hay nieve a lo aventura extrema y muchos retazos de western. Y el acento andaluz, que no se podría renunciar cuando se aspira a ser en este caso una ventanilla de la Historia, se extiende por los habitantes pero sin ser una obcecación folclórica.

Aunque los personajes y rasgos de las tramas permanecen de la anterior temporada, La peste 2 tiene vida propia y se lanza desde que Federico Aguado aparece como Elliot Ness, un justiciero administra­dor del cabildo que hace frente a la mafia, a La Garduña, haciendo frente al crimen organizado, al mercado negro, para que la economía f luya, y desmontand­o el negocio de la prostituci­ón. Y aquí entra el papel de Pilar López Arnaiz, contagiado de su antecesor trabajo en La 1, como guardiana de estas prostituta­s refugiadas en pos de la esperanza. Y de nuevo América es el horizonte, de donde viene Mateo, el lacónico personaje a cargo de Pablo Molinero. Valerio, el hijo, a cargo Sergio Castellano­s, tiene un recorrido propio.

Junto a Aguado, un personaje que se amplía y otro que se incorpora a las tabernas están bien custodiado­s por sus respectivo­s intérprete­s, Jesús Carroza un tipo frío de ambiciones inciertas, Baeza; y, sobre todo, Julián Villagrán, como Flamenco, un toxicómano delirante capaz de falsificar lo que le pongan por delante. En este caso el desdentado f lamenco de Flandes conjuga un acento entre Cruyff y El Cigala. Villagrán es de los que saca partido extra a sus papeles.

No es televisión de palomitas ni para paralizar las redes sociales. A La peste. La mano de la Garduña le pesa su carácter descriptiv como intriga psicológic­a, que se ve autoexigid­a también a mantener, sin conseguirl­o del todo, un espíritu palpitante, excitante. Predomina el desasosieg­o sucio de una ciudad tan desequilib­rada en la riqueza, un polvorín social, impregna este Nueva York de El padrino en el paisaje costumbris­ta del Tenorio.

 ?? MOVISTAR ?? Sergio Molinero y Pilar López Arnaiz, en una escena de textura pictórica.
MOVISTAR Sergio Molinero y Pilar López Arnaiz, en una escena de textura pictórica.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain