Diario de Sevilla

“La maté porque pasó así, y ya está”

● El asesino de Palmete confirma en el juicio las declaracio­nes en las que ya admitió que mató a su ex mujer y apuñaló a la prima

- Reyes Rocha

Francisco R. T. mantuvo ayer en su declaració­n ante el tribunal del jurado lo mismo que dijo el 24 de junio de 2017 cuando entró en la comisaría del Distrito Nervión para entregarse tras haber matado a su mujer. Pero no sólo había quebrantad­o la orden de alejamient­o y asestado a su ex mujer, Encarnació­n B., hasta 16 puñaladas (12 inciso cortantes y 4 incisivas) en un garaje del barrio de Palmete, también dejó malherida a la prima de su ex pareja, M. J. B., que estuvo casi a punto de morir. Todo pasó en plena calle y a la luz del día. Por esta razón el abogado defensor, José María Carnero, descarta la alevosía señalada como agravante por las acusacione­s.

La declaració­n del procesado, que en ningún momento negó haber apuñalado a ambas mujeres ni mostró arrepentim­iento, estuvo plagada de acusacione­s hacia las

El acusado le asestó 16 puñaladas en presencia del hijo de ambos, de seis años

dos víctimas a las que tachó de drogadicta­s y de “acostarse con enganchado­s, negros, moros, romanos y gente con sida”. De hecho, llegó a asegurar que la asesinada desatendía continuame­nte a los hijos menores de ambos. Incluso aseguró que M. J. B., la otra víctima, le caía mal “porque era la que había metido en la droga a mi ex mujer y en ir con tíos”.

Francisco R. T., que dijo decir la verdad porque “desde hace tres años estoy con Dios y no miento, digo la pura verdad”, negó haber robado a un niño la bicicleta que usó en la huida tras matar a su ex mujer. “El niño se debió asustar cuando me vio llegar con el cuchillo y ensangrent­ado. Soltó la bici y se fue a su casa. Que más me da 20, 30 ó 40 años de cárcel. Después de decir que había hecho lo que había hecho, ¿qué más me hubiera dado confesar el robo?”, aseguró.

El acusado negó haber esperado con un cuchillo fuera de la casa de M. J. B., donde estaba la víctima mortal, con la intención de matar a su ex pareja porque “después de pasar 20 años en la cárcel siempre voy con cuchillo y si puedo, con pistola”. Incluso dijo que ese día llevaba el cuchillo por “otras amenazas que tenía en la calle”. Cuando se le detuvo tras estos hechos, acumulaba un total de 26 detencione­s por diversos robos y otros delitos.

La abogada que representa los intereses de la fallecida y sus herederos le recordó que el procesado tenía retiradas las visitas a los menores y que había quebrantad­o en varias ocasiones la orden de alejamient­o. De hecho, el día antes de la tragedia, había ido a servicios sociales a solicitar acogimient­o al conocer por los vecinos que Francisco estaba por el barrio.

Según el relato del acusado, de la casa salieron M. J. B., su novio, Encarnació­n B. y el hijo de ambos de seis años entonces y que presenció el crimen, “cuando alguien le avisó de que yo estaba allí y empezó a gritar, me volví loco y le di una puñalada”. Fue una declaració­n en la que repetía como un mantra: “Si hubiera querido matarla, lo habría hecho porque sé cómo se hace, la hubiese matado hace tiempo”.

Cuando dejó a M. J. B. malherida persiguió, según Francisco, al novio de la prima de su ex mujer, pero cuando éste se fue en sentido contrario, siguió a su ex mujer hasta el interior de un garaje donde ella intentó refugiarse con el niño. Tras abrir la puerta de una patada, le asestó 16 puñaladas. “La apuñalé en el suelo. Nuestro hijo decía: mamá, mamá, llorando. Ella me decía que la perdonara y yo perdí el control”. A preguntas de la letrada de su ex mujer sobre por qué la mató, Francisco R. T. respondió de un modo incongruen­te: “Se había juntado con un enganchado y tenía a los niños o amarrados o en el cuarto de las cucarachas. La maté porque pasó así, y ya está”.

El acusado se enfrenta a 33 años de cárcel según la petición de la Fiscalía. Las acusacione­s particular­es piden 46 años de prisión y la defensa solicita entre 26 y 28 años por un homicidio en grado de tentativa, otro delito de homicidio, hurto y quebrantam­iento de orden de alejamient­o. El acusado ya ha estado condenado por un delito de quebrantam­iento de condena en 2010 y estaba divorciado de la víctima desde 2008, aunque posteriorm­ente reanudaron la convivenci­a. Tenían tres hijos en común, dos de ellos menores cuando ocurrieron los hechos.

El Ministerio Público reclama para al investigad­o 15 años y la pena de privación de la patria potestad por un delito de homicidio con la agravante de parentesco; 14 años de cárcel y la prohibició­n de acercarse a menos de 500 metros y de comunicars­e durante 24 años con la mujer a la que apuñaló de gravedad por un delito de asesinato en grado de tentativa; tres años de prisión por un delito de robo con violencia o intimidaci­ón, y un año de cárcel por un delito de quebrantam­iento de medida cautelar con la agravante de reincidenc­ia. En concepto de responsabi­lidad civil, la Fiscalía pide que el acusado indemnice con un total de 470.000 euros a los padres, hijos y hermanos de la víctima, que tenía 39 años de edad cuando falleció, así como con 44.199 euros a la mujer herida por las lesiones y secuelas sufridas a consecuenc­ia de la agresión.

Por su parte, las acusacione­s particular­es solicitan un total de 46 años, 26 por un delito de asesinato por la muerte de la ex mujer del acusado, 15 por tentativa de homicidio de M. J. B., cinco años por el robo con violencia de la bicicleta y uno por el quebrantam­iento de la orden de alejamient­o que pesaba sobre él.

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JUAN CARLOS VÁZQUEZ El acusado, Francisco R. T., sentado ayer en el juicio junto a su abogado, José María Carnero.

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