Diario de Sevilla

Un Sevilla de alto voltaje

Los de Lopetegui barren al Levante y siguen adelante en la Copa

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Paso al frente de un Sevilla infinitame­nte mejor que el que se ha mostrado en los últimos partidos de LaLiga. El cuadro de Julen Lopetegui reseteó para volver a las raíces y no sólo superó el escollo del Levante, mucho más importante sería la imagen mostrada de equipo punzante, agresivo e incluso controlado­r de la situación cuando ésta se lo exigió, que no fueron excesivas veces, todo sea dicho.

Basta con realizar un recuento de las oportunida­des claras de gol del primer cuarto de hora para entender que este Sevilla no iba a tener nada que ver con ése al que le ha dado por abonarse al toque de seguridad sin correr ningún riesgo. Absolutame­nte lo contrario, a los tres minutos no marcaba Nolito porque su velocidad no le da para seguirle una carrera a su compañero Jesús Navas. En el caso contrario, el sanluqueño hubiera empujado la pelota a puerta vacía.

Y no fue la única aproximaci­ón con marchamo de gol en este arranque. A los ocho minutos el propio Nolito aprovechab­a una extraña jugada en la que el guardameta Aitor Fernández marcaba a De Jong como si se tratara del central y remataba a una portería sólo cubierta por dos zagueros levantinis­tas. Otro vicegol. El recuento de opciones peligrosas abarca hasta el minuto 16, cuando Ocampos golpeó con la cintura un pase de Jesús Navas que lo había dejado en una posición muy ventajosa. Comoquiera que Fernando había anotado el primero en el minuto 13, la suma no engaña, un

póquer de oportunida­des diáfanas en apenas un cuarto de hora de fútbol.

Sin duda, es mucho más de lo que venía situando la escuadra de Lopetegui en el haber de su fútbol ofensivo en los últimos tiempos. Todo tiene su lógica. El vasco había apostado más fuerte con un trío de puntas de verdad, dado que metía a Ocampos y Nolito junto a De Jong y en el centro del campo le había metido creativida­d con Óliver Torres junto a los fijos Banega y Fernando. Atrás sí entraban tanto Sergi Gómez como Escudero para refrescar, con mucho acierto además, a los considerad­os titulares.

La consecuenc­ia fue un Sevilla agresivo, que iba a por el Levante desde que éste trataba de construir desde las cercanías de Aitor Fernández. Fruto de ello llegaría el primer gol, ya que Fernando robó muy arriba y no sólo se quedó en eso sino que se convirtió en la pieza que desequilib­raba con su llegada. El resto fue una exhibición de serenidad del brasileño y un disparo colocado para que los suyos estuvieran por delante desde muy pronto.

Pero la tropa de Lopetegui no bajó el pistón esta ocasión. Era un equipo lanzado y el ritmo continuó igual de intenso ante la desesperac­ión de un Levante que ni siquiera era capaz de llegar a la presión con un mínimo de coherencia. Los anfitrione­s actuaban entonces como una apisonador­a y lo raro fue que no dejaran resuelto con rapidez tanto el litigio como la eliminator­ia.

El fútbol, sin embargo, tiene esos caprichos y basta con una acción de estrategia del rival para que el castillo pueda derrumbars­e. Se juntó el acierto del Levante, a través del maravillos­o golpeo de Rochina y del excelente testarazo de Duarte, con el desacierto defensivo de Diego Carlos y compañía. Porque no es normal que tanto el central costarrice­nse como Coke estuvieran tan solos que se marcaban entre ellos.

El Sevilla, lógico, acusó el golpe después de su convincent­e fútbol en la primera media hora, pero supo capear el temporal antes del intermedio para después volver a virar el viento hacia su favor. Otra presión adelantada, un regalo de Rochina y Ocampos, en su más puro estilo, no le dio tiempo a nadie a reaccionar con su disparo. Tampoco a un Aitor descolocad­o, que nada pudo hacer ante un balón que le entró casi por el centro de la portería.

Los blancos habían vuelto a golpear y, ahora sí, supieron contempori­zar con el balón. Los pases de seguridad estaban en esa fase justificad­os y el esférico iba de un lado para otro para la desesperac­ión de un Levante que parecía incapaz no ya de recuperarl­o sino ni siquiera de pelearlo. Sólo una pérdida de un fatigado Banega pudo originarle un problema a Vaclík, pero éste le tapó bien a Rochina.

El golpe definitivo fue la jugada colectiva del tercer gol, ya con Gudelj en el campo por Banega. El Sevilla había superado el hecho de medirse a un Primera en la Copa y encima demostraba que no se ha olvidado de jugar al fútbol de verdad, buscando la portería rival siempre.

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ANTONIO PIZARRO Fernando celebra con Ocampos, autor del pase, el 1-0.
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 ?? FOTOS: ANTONIO PIZARRO ?? Fernando controla el balón dentro del área y se toma todo el tiempo del mundo para mirar y dar el pase a la red de la portería de Aitor Fernández.
FOTOS: ANTONIO PIZARRO Fernando controla el balón dentro del área y se toma todo el tiempo del mundo para mirar y dar el pase a la red de la portería de Aitor Fernández.

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