Coronavirus y sentido común
El autor rechaza la psicosis creada alrededor de personas asiáticas y advierte de lo nocivas que son la desinformación y la (sobre)información
DESDE que el pasado 31 de diciembre de 2019 la oficina de la OMS en China recibiera el aviso de varios casos de neumonía de origen desconocido procedentes de la ciudad de Wuhan en China, tanto el gigante asiático como el resto de países del mundo se pusieron en alerta para determinar qué agente era el causante de dichos cuadros infecciosos. Una vez aislado el 2019-nCoV, más conocido coloquialmente como nuevo coronavirus (es preciso aclarar que coronavirus hay de muchos tipos y son conocidos también desde hace tiempo), China decidió extremar las medidas de precaución para evitar en la medida de lo posible su expansión dentro de su territorio y al resto de países del mundo.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades sanitarias de este país y de otros muchos alrededor de la geografía mundial, los casos se han multiplicado (como cabía esperar) y se han producido muertes (más de 900 fallecidos documentados hasta el momento). No obstante, existen dos cuestiones que creo necesarias aclarar en este artículo:
La primera es, sin duda, si el virus es sinónimo de riesgo inminente de muerte. La respuesta es clara: NO. Todo el que lea estas líneas debe tener claro que una enfermedad tan conocida como la gripe común (este año en un alto porcentaje provocada por el virus inf luenza tipo A en nuestro medio) provocará debido a sus complicaciones asociadas miles de fallecidos por toda Europa durante el invierno, seguramente una cifra sensiblemente mayor a los que provoque el 2019-nCoV en China en el mismo período, y eso que nuestro continente cuenta aproximadamente con la mitad de población y la gripe con una vacuna de fácil acceso. Otro ejemplo similar lo encontramos en EEUU donde fallecieron en la temporada 2017/2018 cerca de 80.000 personas por el mismo motivo.
Resulta curioso que muchas personas que están año tras año en riesgo de contacto con el virus de la gripe y no tienen en cuenta medidas tan básicas como el lavado periódico de las manos o evitar el contacto directo con personas con síntomas gripales, hoy ya se hayan comprado una mascarilla convencional (que poco o ningún efecto preventivo va a tener) para evitar el contagio con un virus cuyo foco se encuentra a 10.000 kilómetros aproximadamente.
La segunda es aún más preocupante. ¿Tiene algún sentido la psicosis que se ha creado alrededor de personas de origen asiático que no tienen ningún indicio de contacto con el virus? En este caso la respuesta es, si cabe, más clara: NO. El origen y la raza de ningún modo determinan las posibilidades de contraer la enfermedad. Una persona de Sevilla que haya visitado la provincia de Hubei en el último mes podría haber estado en contacto con el virus (Hubei tiene más habitantes que España así que tampoco es un riesgo extremo ni mucho menos) mientras que una persona de nacionalidad china que lleva una década viviendo en nuestro país tiene las mismas posibilidades que usted o que yo.
La (sobre)información a la que estamos siendo sometidos es igual de perjudicial que la desinformación. Está creando casos de xenofobia, medidas sin ningún sentido en gente sin riesgo demostrado de contagio y costes innecesarios. Es lógico que a todos nos preocupe la existencia de este virus y que busquemos informarnos, pero también lo es seguir los consejos de los organismos oficiales destinados al control de este tipo de posibles epidemias, que tienen recursos humanos y técnicos suficientes como para tomar todas las medidas necesarias que eviten un problema mayor.
Estar en alerta ante estas situaciones es humano, la alarma social, por el contrario, es una lacra. Se puede tener miedo o sentir preocupación en un momento así, es lícito. Por ello debemos usar nuestra mejor arma: el sentido común.