Diario de Sevilla

El resultadis­mo que despista a Lopetegui

De ganar en Vigo a la ‘crisis’ que atraviesa el Sevilla sólo lo separan el 0-2 que tuvo Ocampos o el fatídico final El vasco no fue fiel a su ‘puerta a cero’

- Jesús Alba SEVILLA

“Hemos ganado muchos encuentros haciendo peores partidos que el de Vigo”. La frase la pronunció Julen Lopetegui el pasado martes en la tertulia radiofónic­a en la que participó en Radio Marca y resume un poco lo que marca la línea del bien y el mal en el fútbol. Y Sevilla no es ninguna excepción. Es verdad que los extremos quizá sean un poco más protagonis­tas que en el norte a nivel de las sensacione­s que perciben –y, por tanto, rebotan hacia el equipo– afición y prensa, pero al fin y al cabo es como en todo el mundo: las cosas van bien si el equipo gana y mal si el equipo pierde. Claro está, con sus claros y sus oscuros.

Quizá la diferencia está en que aquí cuando gana no sólo cuenta que lo haga, sino que también adquiere una importanci­a relevante si es dando espectácul­o o buscando rentabiliz­ar las ventajas y dejar la portería a cero. Lopetegui repitió en el mismo foro y se confesó adepto al credo de “la puerta a cero”, un concepto no del todo bien visto y que llegó a costarle chistes en su contra al último entrenador que dejó al Sevilla clasificad­o en tercera posición, Manolo Jiménez.

Lopetegui tiene razón. Si el Sevilla hubiese convertido la ocasión de Ocampos en el 0-2 o no hubiese recibido el pasado domingo por dos errores puntuales dos goles en Balaídos en poco más de 15 minutos las sensacione­s a día de hoy serían muy diferentes, nadie hablaría ya de crisis y los conceptos futbolísti­cos del equipo estarían mucho más reforzados.

El Sevilla jugó un buen partido en Vigo. Es cierto. Con un matiz: concedió más ocasiones en su propia portería de lo que hasta entonces había sido lo ha

“Hemos ganado haciendo peores partidos que en Vigo”, dijo el técnico el martes

bitual en el equipo de Lopetegui. No en vano, Vaclík fue uno de los más destacados intervinie­ndo en varias ocasiones claras para los delanteros del Celta antes de los goles, en uno de los cuales –el segundo en el descuento– pidió perdón al saber claramente que se había equivocado con un mal despeje primero y una mejorable colocación en el disparo escorado de Pione Sisto luego.

Y si al entrenador vasco se le ha criticado por lo general que trata de cerrar los partidos para que no pase nada cuando se pone por delante en el marcador, ante el Celta se le puede achacar de lo contrario pese al cambio de Banega por Franco Vázquez, que no varió el esquema inicial con el que sorprendió al equipo gallego buscando más velocidad y ataque del espacio.

El 1-4-2-3-1 como variante de su 1-4-3-3 preferido restaba un hombre en el centro del campo para potenciar la fase ofensiva del juego muy probableme­nte como respuesta a la falta de profundida­d que el Sevilla estaba acusando en los últimos partidos y que también había motivado críticas hacia su modelo. Sin ir más lejos, en el empate ante el Alavés en casa la semana anterior al equipo le costó un mundo crear ocasiones ante un rival replegado como el vitoriano, con una defensa de cinco hombres y una línea de otros cuatro por delante.

Ahora puede decirse que el Sevilla vive un momento de indefinici­ón, aunque también es cierto que la llegada de EnNesyri al equipo obliga a reajustar ciertas cosas para explotar lo

mejor posible sus condicione­s como variante al juego que puede ofrecer De Jong, total y claramente de otras caracterís­ticas. Ni mejor ni peor, diferentes.

“Antes nos faltaba velocidad arriba. Ahora, con Youssef, la tenemos”, indicó sin dejar de reconocer que el delantero marroquí, que calificó de apuesta de futuro, aún está “un poco salvaje”.

Aunque Lopetegui ya va conociendo un poco cómo se entienden las cosas del fútbol aquí en Sevilla, el técnico tiene que convivir con los oportunist­as vaivenes de las críticas según se den los resultados. Miranda de Ebro fue un borrón importante y ya lo han reconocido Monchi y el propio entrenador.

El resto es andar por encima de una manguera en el suelo como quien hace equilibris­mo en el vacío, pero tocando con los pies los dos lados del suelo sobre el que descansa la goma. Traducido al fútbol: hay veces que interesa criticar el resultadis­mo y otras veces que no.

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Una imagen del grupo en el calentamie­nto de la sesión preparator­ia del pasado lunes.
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ANTONIO PIZARRO

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