Paseo real por Doñana
Don Felipe y doña Letizia recorren el Parque Nacional en el 50 aniversario de su creación
Don Felipe y doña Letizia visitaron ayer Almonte, Doñana y Sanlúcar de Barrameda en su segunda estancia a Andalucía en dos semanas. La jornada de los Reyes comenzó con una oración en la parroquia de la Asunción de la localidad onubense, donde está la Virgen del Rocío; y terminó en la ciudad gaditana, que está de celebración por el quinto centenario de la primera circunnavegación de la tierra. Sin embargo, el punto álgido de la visita fue la visita al espacio natural de Doñana, de cuya creación se ha cumplido medio siglo. Los Reyes también clausuraron el congreso científico que conmemora la efeméride.
Don Felipe, que ya había visitado anteriormente Doñana, hizo de guía para la Reina. El paseo estuvo marcado por un día radiante, casi primaveral, un entorno natural de primera magnitud, una tranquilidad de la que no habían gozado por la mañana. Don Felipe y doña Letizia aprovecharon para recrearse en las dunas, las marismas y los pinares en un plácido paseo por el corazón de una de las reservas naturales más importantes de Europa.
El almonteño Fernando Aragón, uno de los guías turísticos que acompañaron a los periodistas gráficos en el recorrido por Doñana, indicó que los Reyes habían conocido la parte sur de lo más importante y protegido del parque: la Estación Biológica, la “cuna y el origen de toda esta maravilla”. Sus majestades iniciaron el recorrido en el Palacio de Doñana. Desde allí partió una comitiva formada por cuatro vehículos todoterreno y otros tantos microbuses adaptados a todo tipo de terrenos, en uno de los cuales viajaban don Felipe y doña Letizia junto con el presidente de la Junta, Juanma Moreno; la consejera de Desarrollo Sostenible, Carmen Crespo; la alcaldesa de Almonte, Rocío del Mar Castellano, y otras autoridades, además de los dirigentes del parque y personal del mismo.
Los primeros metros transcurrieron por la denominada Vera del Puntal, una zona de transición entre la marisma y el pinar, en uno de cuyos puntos se produjo la primera parada del recorrido. Allí los Reyes pudieron observar la rica avifauna de la marisma a través de prismáticos y telescopios terrestres. De nuevo en los vehículos, la expedición enlazó con la conocida como Vía Pecuaria o Camino de San José, que es el trazado que siguen las hermandades rocieras que acuden a la aldea almonteña desde la provincia de Cádiz.
Durante el recorrido los Reyes pudieron observar numerosas especies de la fauna característica del Parque Nacional de Doñana como ciervos, gamos, tortugas moras, flamencos, caballos marismeños, vacas mostrencas y cigüeñas, así como numerosos tipos de anátidas y de aves limícolas. En este tramo la comitiva también pasó junto a una pequeña imagen de la Virgen del Rocío, instalada en un cruce de caminos, concretamente en uno de los puntos de sesteo más importantes para las hermandades rocieras gaditanas.
Después de varios kilómetros, entre frondosos pinares y con algún que otro lago salpicando el recorrido, la comitiva llegó hasta los pies del Cerro de los Ánsares, en la zona de dunas móviles del parque. Allí, segunda parada en el camino. Tras bajarse de nuevo de los vehículos, los Reyes recorrieron a pie los aproximadamente doscientos metros de ascensión a uno de los puntos más altos de Doñana. A cuarenta metros sobre el nivel del mar la vista era espectacular: marismas hacia el norte, dunas hacia el sur, más al sur aún el océano, y sobre éste, el sol cayendo ya sobre la línea del horizonte. Los Reyes no podían pedir más, y lo demostraron con un bucólico –y hasta romántico– paseo sobre la arena.
Desde allí se trasladaron a la playa virgen que limita Doñana con el Atlántico para llegar a la desembocadura del Guadalquivir, donde se embarcaron en la barcaza que los llevo a la otra orilla, es decir, a Sanlúcar de Barrameda.