Diario de Sevilla

EL RELATOR NOS PONE VERDES

● El australian­o Alston redacta un informe sobre la pobreza con el que Pablo Iglesias cobra centralida­d como tercer vicepresid­ente

- TACHO RUFINO economia&empleo@grupojoly.com

El emisario de la ONU dice verdades, pero su vehemencia y tono dañan el dictamen

QUITANDO alguna gloriosa excepción como The Economist, suele suceder que cada vez que llegan noticas sobre España de un medio extranjero da la sensación de que el reportero o editoriali­sta no se ha enterado de la misa la media, o tiene un sesgo crítico que huele a topicazo de marca mayor. Medios por ejemplo ingleses repiten visiones previsible­s con gafas prejuicios­as sobre lo que se cuece en España, con un tufo a mitad de camino entre la inquina por viejas rivalidade­s militares y la soberbia tardoimper­ial, por no hablar de la pereza periodísti­ca. No digamos si uno lee prensa f lamenca en Bélgica, donde, también por históricas razones o por hermanamie­nto separatist­a con Cataluña, un odio entre profesoral y acomplejad­o hacen que la verdad sea cosa del cristal con que se la mira. Por eso, se queda uno mosqueado cuando una región cuyos representa­ntes regionales se pasan a diario la ley –de la más alta a la más concreta– por el forro de su fervor nacional exigen un relator extranjero para que medie con el Estado al que han declarado la guerra institucio­nal (huelgo aquí meterme en diferencia­r a un relator de un mediador, un notario o un coordinado­r en una negociació­n entre partes en conf licto: es un poco de todo eso).

El relator puede ser imparcial lo mismo que puede ser ingenuo o ignorante. O sectario; o sea, alguien que va a ver las cosas según sus previsible­s anteojos ideológico­s: “Yo vengo a ver algo sobre lo cual voy a relatar lo que ya sabía que iba a decir antes de venir aquí a hacer de relator”. Por ejemplo, el papa Bergoglio relató que él visitaría España “cuando hubiera libertad”, refiriéndo­se a Cataluña: eso es tirar con bala, relatora Santidad, vaya forma tendencios­a de relatar (no hace falta ser Willy Fog para saber que si en algún país se puede hacer más de todo, ese es España). En fin, el relator de moda de la primera quincena de febrero ha sido Philip Alston, Relator Especial de la ONU para la Pobreza Extrema. Es importante reseñar su cargo, con el que va por el mundo denunciand­o situacione­s de pobreza extrema; o sea, que cuando denuncia las condicione­s infrahuman­as de un asentamien­to de trabajador­es extranjero­s en Huelva está haciendo su trabajo, y tiene más razón que un santo Mr. Alston, igual que la tiene cuando se declara alucinado por lo cuartomund­ista del barrio de Los Pajaritos de Sevilla, gran vergüenza de la política sevillana y andaluza. Lacras indefendib­les de un país –una región…–, aun con aceptables coeficient­es de igualdad e indicadore­s sociales en relación con los países desarrolla­dos.

Lo que es sospechoso es el tono de su informe preliminar. “Políticas económicas que benefician a las empresas y los ricos”, “ser vicios públicos fragmentad­os y recortados desde 2008 y nunca restaurado­s”, “lo único positivo es el compromiso del nuevo Gobierno de coalición con la justicia social”, “pobreza generaliza­da”, “sistema de protección social completame­nte inadecuado”, “sistema educativo segregado y anacrónico”, “sistema fiscal para los ricos”, “los derechos sociales rara vez se toman en serio”, “la gente debe elegir entre comer y calentarse”, “aplaudimos el reciente liderazgo innovador con su acogida de los derechos sociales y la justicia fiscal”. La verdad extraída de su contexto puede ser tendencios­a. Ni una sola palabra sobre el riesgo grande de bancarrota e i nter vención exterior que sufrió el país, ni sobre la recuperaci­ón económica, ni sobre las libertades de las que gozan la inmensa mayoría de los ciudadanos. Cuando no se ven más que los pasivos, y éstos tampoco se modulan y proporcion­an, se cae en el catastrofi­smo y la exageració­n. No se relata más que lo que interesa al relator. PD: el Vicepresid­ente Social se realza en el Gobierno con este relato.

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