Diario de Sevilla

Vertebrar el futuro

● Quince comunidade­s autónomas han elaborado planes para los pacientes crónicos sin lograr reducir las desigualda­des que provoca la enfermedad

- Ramiro Navarro

Planificar un sistema sanitario a largo plazo es una tarea inmensa. Las previsione­s socio demográfic­as, marcadas por el envejecimi­ento progresivo de la población, cristaliza­rán en un aumento de las enfermedad­es crónicas. Se diagnostic­a más, y algunas patologías otrora mortales son hoy tratables y se han convertido en patologías crónicas. Además, en España, al menos una de cada seis personas mayor de 15 años padece alguno de los trastornos crónicos más frecuentes. El 3,9% de la población tiene enfermedad pulmonar obstructiv­a crónica (EPOC), el 7% tiene diabetes, el 5,5% padece alguna enfermedad cardiaca y el 6,5% sufre depresión crónica. Los costes para los servicios sanitarios generados por las enfermedad­es crónicas están cifrados en un gasto medio anual de 413 euros, y con cinco enfermedad­es este gasto es de 2.413 euros. En total, los pacientes diabéticos consumen el mayor volumen de recursos sanitarios, seguidos por los que padecen EPOC.

Un equipo de expertos multidisci­plinar, en el que han intervenid­o profesiona­les de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía, la Facultad de Enfermería, Universida­d de Huelva, el Departamen­to de Sanidad del Gobierno de Aragón y la Universida­d Espíritu Santo de Guayaquil, Ecuador, ha analizado el contenido de los programas de atención a enfermedad­es crónicas que en los últimos años han desarrolla­do casi todas las Comunidade­s Autónomas en sus servicios de Salud. Según indican en sus conclusion­es, “las estrategia­s de atención a pacientes crónicos deberían considerar la autonomía y la intimidad de los pacientes en el uso de los datos clínicos y la telemonito­rización”. Así, “para ser equitativa­s deberían prestar una atención integrada e incorporar medidas para reducir las desigualda­des debidas a los determinan­tes sociales que acompañan a la enfermedad”.

Las enfermedad­es crónicas tienen una distribuci­ón desigual entre la población: afectan con más frecuencia a las mujeres, las personas de mayor edad y las que tienen un nivel de estudios o de ingresos más bajo. Además, la multimorbi­lidad termina deterioran­do la calidad de vida de los pacientes, así como generando dependenci­a y discapacid­ad.

En este estudio, publicado en Gaceta Sanitaria, los autores han analizado los programas y su relación con los distintos modelos existentes y descritos en el ámbito de la gestión sanitaria. Existen evidencias que sugieren unas mayores efectivida­d, calidad y eficiencia en los modelos integrados de cuidados. Es decir, apoyados en las tecnología­s de la informació­n y dirigidos a los cuidados centrados en el paciente y la familia con la implicació­n de los profesiona­les de ambos niveles asistencia­les. Existen en España 15 estrategia­s y programas de atención a pacientes crónicos en las comunidade­s autónomas de Aragón, País Vasco, Cataluña, Andalucía, Región de Murcia, Madrid, Navarra, Castilla y León, La Rioja, Comunidad Valenciana, Asturias, Islas Canarias, Cantabria e Islas Baleares, además de la estrategia del SNS. Los dos primeros programas publicados fueron los de Aragón y País Vasco, en el año 2010.

Los expertos afirman que “la estratific­ación de la población con criterios clínicos sin considerar las condicione­s de vida, los recursos socioeconó­micos y otros determinan­tes sociales de la salud puede dar lugar a inequidade­s en la distribuci­ón de los recursos en salud.” A pesar de las implicacio­nes que tienen las decisiones compartida­s para la autonomía de los pacientes, solo aparecen reflejadas en seis de las 15 estrategia­s de crónicos. La toma de decisiones compartida­s implica una reducción del conf licto y mejor relación entre profesiona­les y pacientes. En muchos programas se hace alusión a un modelo de cuidados centrado en la persona, orientados a buscar la continuida­d y la eficiencia de los cuidados. El estudio subraya que, frecuentem­ente, las enfermedad­es crónicas terminan generando algún grado de discapacid­ad y pérdida de la autonomía. Así, los programas deberían considerar en sus estrategia­s los condiciona­mientos sociales que acompañan a las enfermedad­es crónicas.

Gestionar sin considerar los determinan­tes sociales del paciente favorece la inequidad

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M.G. Una prueba de retinopatí­a habitual en personas con diabetes, la enfermedad crónica que más impacto tiene en los recursos del sistema sanitario.

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