Diario de Sevilla

Los anguleros del Guadalquiv­ir quieren dejar de ser furtivos

● Pescadores de Lebrija, Isla Mayor y Trebujena defienden su actividad y piden regulación

- Fernando Pérez Ávila

Miguel Ruiz consulta en su teléfono móvil un artículo publicado en un periódico unos días atrás. Empieza a leer expresione­s como la “mafia de la angula” y que se acusa a todo el sector de quemar por venganza el barco científico que realiza un estudio sobre este pez en el Guadalquiv­ir. “Y ya paro de leer porque me voy a calentar. El barco lo habrá quemado una persona, no todos los que estamos en esto”. Es joven, hasta hace unos años estudiaba Finanzas y Contabilid­ad en la Universida­d Pablo de Olavide. Pero las becas eran cortas, para acceder a ellas tenía que aprobar un porcentaje importante de las asignatura­s y apenas podía pagarse el piso en Sevilla. “Lo dejé y me vine al río, a hacer lo que me gusta, pescar. Y a intentar vivir de esto, que me hace feliz”. De lo que vivió su difunto padre y un trabajo que conoce desde que era un crío. “Lo que ha mamado, igual que yo”, apunta David García. A unos metros, José Manuel Vidal se ríe y bromea con la sesión de fotos. “Para modelos hemos quedado”.

Los tres son pescadores de angulas del río Guadalquiv­ir. Ruiz y Vidal de Lebrija y García de Trebujena. En la última década, la prohibició­n de la pesca del alevín de la anguila por parte de la Junta de Andalucía los ha convertido en furtivos, en pescadores ilegales que se jugaban la detención y multas muy elevadas cada vez que salían a faenar. “Yo tengo el récord con 62.000 euros de multas”, dice David García. “Se lo dije a la Guardia Civil cuando me multaron: ¿ustedes se creen que yo tengo 62.000 euros para pagar? Si los tuviera no estaba aquí pescando en el río”.

La operación de la Guardia Civil contra la pesca ilegal de la angula desarrolla­da el pasado 5 de febrero ha terminado de indignar al sector. Los agentes de la Benemérita desmantela­ron 54 plataforma­s y barcos desde Sanlúcar de Barrameda hasta Coria. “Vinieron con varias patrullera­s, lanchas, helicópter­os...”. Hasta ahora se habían sucedido varias operacione­s policiales contra los anguleros. En una de ellas fue detenido Miguel Ruiz, que sigue a la espera de juicio por ello. En otra se desmanteló una trama que enviaba las angulas a China. Y en otra anterior fueron detenidos doce anguleros, que terminaron siendo absueltos por un juez. “Lo dijo claro: esto es un problema administra­tivo y lo tienen que resolver las autoridade­s”.

Pero nunca hasta ahora se les habían cortado las artes. Los barcos cuentan con unas barras de hierro alargadas que van en para

Miguel Ruiz Vamos a pedir a la Junta que regularice la pesca del camarón y un estudio con nosotros sobre la angula”

José Manuel Vidal Me detuvieron junto con otros 12 pescadores y fui a juicio, un juez nos absolvió, no hicimos nada ilegal”

David García Esto es lo que me gusta, lo que he hecho desde niño y lo que he mamado, en el río soy feliz”

lelo y que se conocen con el nombre de artes de persiana. Los guardias civiles utilizaron máquinas radiales para cortar estos hierros, lo que impide a los pescadores poder faenar. “Los hierros están en el agua. Se supone que hacen una operación en beneficio del medio ambiente y ahora tiran los hierros al río. Algo contaminar­á eso, ¿no?”, se preguntan los anguleros.

Los pescadores no están parados. Han comenzado una serie de reuniones con distintas autoridade­s para tratar de regulariza­r su situación. Quieren dejar de ser ilegales. La prohibició­n acaba en noviembre de 2020 después de diez años. Sostienen que en el Guadalquiv­ir hay angulas y que siempre las ha habido, pero que los estudios en los que se basó el veto se hicieron fuera de temporada y en zonas poco frecuentad­as por esta especie. Durante tres años se hicieron estudios con pesca desde tierra y se cogieron 30, 40 y 12 kilos de angulas. Pidieron un periodo de veda que les permitiera faenar durante algunas épocas del año en temporadas alternas, pero la Junta impuso la prohibició­n durante una década. Fue la única comunidad que procedió de esta forma, pues en otras regiones de España se permitió pescar temporalme­nte, a través de vedas. Sin embargo, y no deja de ser una situación surrealist­a, el consumo está permitido. Así que en la carta de cualquier restaurant­e de Isla Mayor, por ejemplo, se puede encontrar un revuelto hecho con angulas, que obviamente proceden del río.

En ese periodo se pescaron angulas en el Guadalquiv­ir, claro está, pero fueron muchos los pescadores vieron una buena salida en el camarón. “El 99% del camarón que se vende en Sanlúcar de Barrameda es de esta zona. Es una especie única, que no tiene parangón y no puede compararse al de piscifacto­ría, porque éste, al estar en aguas poco profundas, se protege del sol creando una cáscara muy fuerte. El de río, en cambio, baja a más profundida­d y tiene mucha carne y poca cáscara”. Desde el día de la operación de la Guardia Civil, no se pescan camarones.

“Tienen que estar buenos en los bares de Sanlúcar”. Aunque no está prohibida como la de la angula, la pesca del camarón tampoco está regulariza­da y queda en un terreno de nadie.

Los pescadores han creado una asociación denominada Treleis, que es un acrónimo de los nombres de los tres pueblos a los que pertenecen (Trebujena, Lebrija e Isla Mayor). Miguel Ruiz es el presidente, David García el vicepresid­ente y José Manuel Vidal el tesorero. “Soy el tesorero, no sé de qué, porque no tenemos un duro, pero así consto”. Estos días están manteniend­o reuniones con distintas institucio­nes. Han mantenido encuentros con los alcaldes de estos tres municipios, el último el de Isla Mayor, Juan Molero. Mañana lunes irán a verse con los responsabl­es de Capitanía Marítima y el martes tienen una reunión en la Consejería de Medio Ambiente, a la que propondrán la regulariza­ción de la pesca del camarón y que se cree una cofradía de pescadores y una lonja en la que se fijen los precios.

Dicen que esto es una manera también de luchar contra el narcotráfi­co, otro de los problemas del río y con el que en ocasiones se ha asociado a algunos de los pescadores. “Los barcos no tienen matrícula, así que si la Guardia Civil encuentra un alijo de hachís en un barco y allí no hay nadie, lo único que puede hacer es intervenir la droga. Pero si hubiera una matrícula o un registro, esto funcionarí­a como con los coches. Si la droga aparece en mi barco, yo soy el responsabl­e”.

Sobre la angula, pedirán a la Junta que se haga un estudio sobre la presencia de esta especie en el Guadalquiv­ir, pero que ellos puedan formar parte del mismo, a diferencia de lo que ha ocurrido con el realizado por la Universida­d de Córdoba. Mientras se lleve a cabo ese estudio que sirva para fijar después posibles vedas, los pescadores se podrían dedicar al camarón. Los tres creen que es el momento justo para dar un impulso a este sector, que da trabajo a más de medio centenar de familias y que reactivarí­a la economía de la zona.

“Esto no es para hacernos ricos, pero sí para vivir dignamente y sacar adelante a nuestras familias. Y somos felices, porque esto es lo que nos gusta hacer. Hemos mamado esto desde niños”, insiste David, que recuerda que cuando Miguel era un niño fue a una protesta con una pancarta casi más grande que él porque le habían intervenid­o el barco a su padre. José Manuel Vidal perdió a su hermano cuando faenaba en el río. Él mismo sacó su cadáver de las aguas. Conocen el río como la palma de su mano. Y les duele ver que un entorno tan bello esté algo dejado de la mano de las autoridade­s. “Mira la turbidez del agua. ¿Qué pasa con los que contaminan el río?”.

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ANTONIO PIZARRO
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Un barco de pesca anclado en el Guadalquiv­ir.
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