Diario de Sevilla

Instantes perdurable­s

● Anagrama reúne en ‘Instantáne­as’ una serie de artículos y miniaturas de Claudio Magris que pueden leerse prácticame­nte como epifanías

- Javier González-Cotta

INSTANTÁNE­AS

Claudio Magris. Trad. Pilar González Rodríguez. Anagrama. Barcelona, 2020. 160 páginas. 18 euros

Poco a poco el humanismo clásico va perdiendo a sus más notorios albaceas. Hace poco moría George Steiner en el verdeante campus de Cambridge (lean el espléndido obituario que al respecto escribió Eduardo Jordá para este diario). Se ha dicho luctuosame­nte que con Steiner cierta idea de Europa ha doblado la servilleta también. Pero no valoramos aquí si esto es cierto (en todo o en parte), como tampoco nos importa confirmar que el gran humanista judío –un incógnito en la era tecnocráti­ca– solía mostrarse agrio con colegas y coetáneos, dentro y fuera de los ámbitos académicos.

Lo cierto es que el viejo pabellón del humanismo europeo está perdiendo lustre. Si eligiéramo­s una imagen, una ficción de postrimerí­as sobre un inquietant­e cuadro imaginario (pensemos en una pintura de Giorgio de Chirico), diríamos que el humanismo clásico, entendido como arquitectu­ra del conocimien­to, está agotando ya su trémula luz de verano sobre la escollera donde asoma la escultura de una cabeza griega. Si pensáramos en una postal real o concreta, diríamos que la alegoría de De Chirico que hemos imaginado podría situarse en la escollera de Barcola, frente al mar de Trieste, la misma a la que tanto alude Claudio Magris en su último libro. Incluso nos parecería como una instantáne­a volátil y a la vez duradera, una más de entre las Instantáne­as que dan título al pequeño volumen.

El autor triestino cumplirá 81 años próximamen­te. Instalado ya en la octava planta, Claudio Magris se nos antoja no ya el germanista experto, el respetado intelectua­l europeo, el autor de El Danubio (uno de los grandes libros del siglo XX sobre la historia cultural de Europa). Uno lo considera más bien como parte de una estirpe que se extingue, que entiende el humanismo, el ejercicio intelectua­l, como una forma de recomponer el mundo, de habitarlo culturalme­nte, pero sin renunciar a la ironía, la cordialida­d, la erudición amistosa.

En cierto modo los artículos de Claudio Magris, vistos en el tiempo, podríamos considerar­los como epifanías. Lo mismo surgen de entre la cotidiana mezquindad del mundo que sobre la dicha que lo absuelve. Como ramillete de epifanías es, precisamen­te, como hay que leer este libro: Instantáne­as. Entre el fosfón del instante y el dietario, el libro recoge distintas miniaturas anotadas por el autor entre 1999 y 2016. Magris, como cazador de instantes (robamos la expresión a Rafael Argullol), nos muestra el mundo que lo rodea y que nos rodea como espacio compartido.

No importa si la percha que le lleva a la ref lexión la motiva una situación incómoda o feliz, una anécdota acaso olvidable o, al contrario, del todo memorable. Así sea una airada discusión de pareja; un hombre adormilado durante una perorata en una docta academia; los banqueros de los que se descubren sus prácticas ocultistas y satánicas; una modelo rusa que mata de una cuchillada a un perro callejero que había amenazado a su mascota; una evocación de cuando a Thomas Mann no se le avisa del estallido de la Segunda Guerra Mundial porque el dios creador se hallaba inmerso en su torre creativa; la anécdota sobre Sissi la emperatriz y los poemas que ella decía que le susurraba Heine a través de un médium; alguna que otra divagación sobre las mamarracha­das que rodean a los congresos de escritores; el mundo en pareja y el sexo a través de las estaciones de la vida... Lo dicho: un ramillete de instantes... perdurable­s. El pormenor de lo cotidiano y aparenteme­nte pueril lo convierte Magris en estampa literaria.

Muchas anotacione­s del libro forman parte de la historia misma de Trieste, pero también de la crónica burlona y municipal de esta ciudad singularís­ima (de ahí el indispensa­ble Tr ieste (Pre-Textos), escrito por Magris junto con Angelo Ara, que recoge todo el poso histórico, social y cultural triestino: su legado austrohúng­aro, su italianism­o no siempre reconocido, los traumas fronterizo­s con Eslovenia y Croacia y, en suma, el inf lujo atrayente y distante a la vez respecto al balcanismo).

Autor de narracione­s largas más que de novelas en un sentido estricto ( Otro mar, No ha lugar a proceder, A ciegas), las epifanías aquí contadas nos recuerdan más al Claudio Magris en su faceta de articulist­a promiscuo y ensayista ( Utopía y desencanto, El infinito viajar, La historia no ha terminado). Pero, sobre todo, seguimos reconocien­do hoy a este notable autor, inquilino –decíamos– de la octava planta, como uno de los grandes intelectua­les de hoy. Magris ha hecho de su conocimien­to intelectua­l sobre Europa (su querida Mittleurop­a) una suerte de amor compartido por la cultura.

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D. S. El escritor, traductor y profesor italiano Claudio Magris (Trieste, 1939).
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