“La Policía te multa por moverte por la calle si no es una necesidad”
La sevillana Carmen Amor reside en Milán y relata cómo se vive en un país donde sus vecinos llevan semanas confinados en casa
España se mira en el espejo de Italia en el avance del coronavirus. A dos semanas de distancia en cuanto a número de contagiados y fallecidos, el Gobierno español ha activado esta semana un importante número de medidas para evitar la propagación de un virus que deja ya más de 4.000 afectados y 120 muertos. Una situación en la que se encontraba el país transalpino hace apenas dos semanas y que llevó al Gobierno a dictar el ailamiento en todo su territorio.
Carmen Amor, una profesora y cantaora flamenca sevillana residente en Milán, relata cómo se vive en un país en el que sus vecinos tienen prácticamente vetada la salida de sus casas. –Se empezó recomendando mantener las distancias o evitar aglomeraciones, ¿cuándo notó que la situación se iba complicando?
–Las medidas han ido cada vez más drásticas y eso es lo que nos ha ido asustando. Aquí empezaron diciendo que no nos preocupáramos porque no era más que una gripe, más o menos como se os está diciendo ahora allí en España, pero los discursos son ya más fuertes. Al principio se infravaloró su importancia y ahora el problema es que las estructuras sanitarias no puedan hacerse cargo de un número tan alto de personas y, si la cosa empeora, haya elegir a quién curar y eso es muy grave.
–¿Se puede vivir sin pisar la calle?
–Yo salgo cada día a pasear al perro aquí al jardín de al lado. De lo que se trata es de no estar en contacto con las personas. Ayer fuí a la farmacia y, eso sí, está cerrada y te atienden por una ventanilla protegidos con mascarillas y guantes. Lo de los supermercados es otro caos –¿Cuántas semanas llevais de restricciones?
–Aquí llevamos tres semanas ya con todo cerrado, desde museos a bares con restricciones, sólo abren hasta las seis de la tarde. Y desde hace unos días lo que más se ha comprometido es la movilidad, es decir, no quieren que viajemos en tren o avión y que no nos movamos si no es por motivos urgentes de hacer compras o ir al médico, por ejemplo. Vamos eso lo está controlando la Policía e incluso se ponen multas si no se respetan las normas y te mueves sin ser algo urgente. –Vivir a un metro de distancia se está convirtiendo en una instrucción general en todos los países para combatir el coronavirus...
–Es una cuestión muy complicada. Los centros comerciales ya no abren los sábados y domingos para evitar aglomeraciones. Algunos supermercados hacen colas y dejan entrar a los clientes en grupos para que no se acumule demasiada gente dentro al mismo tiempo. –España va unas dos semanas detrás de Italia. ¿Se valoró inicialmente que el país llegara a aislarse por completo?
–Para nada esperábamos esto. No se lo imaginaba nadie y la gente es ahora cuando está cogiendo conciencia. Ahora que ya tenemos más de mil muertos.
–Una de las principales críticas es la falta de previsión institucional. ¿Se llega siempre tarde?
–Yo creo que se está actuando bien, pero tarde. Aquí han sido muy transparentes y muy claros y se han adoptado medidas drásticas aún sabiendo que van a perjudicar mucho a la economía. Al principio, es verdad que se le dio poca importancia al problema porque es muy difícil que la gente cambie sus costumbres, como, por ejemplo, dejar de darse dos besos para saludarse.
Nos dijeron que esto no era más que una gripe y hemos infravalorado lo serio que es el problema”
De lo que la gente tiene miedo es de que el sistema sanitario no dé abasto y haya que elegir a quién curar”
–Andalucía comienza el lunes el plan de choque con el cierre de centros educativos, ¿cómo se gestionan tres semanas sin colegio? –Es muy difícil porque dejarlos con los abuelos tampoco es recomendable. La gente se está volviendo loca con el teletrabajo, haciendo turnos entre marido y mujer... La verdad es que esto ha puesto todo el país de rodillas.
–Pese a todo, ¿hay tranquilidad ? –Preocupación en plan de que la gente haya entrado en pánico, no. Lo que sí da miedo es ver las calles vacías, todo desierto. Eso te hace darte cuenta de que la situación es alarmante, pero pánico no he llegado a ver. Sí respeto. Al principio nos quejábamos de no poder ir a los cines o museos, pero ahora eso es lo menos grave. Lo malo es que es que no podamos ir al supermercado o al médico. Hay operaciones que se están aplazando, incluso de gente con cáncer; eso significa que se está alterando la vida de todos.