Diario de Sevilla

GLAUCOMA

- DR. BARTOLOMÉ BELTRÁN www.bartolomeb­eltran.com

EL glaucoma suele pasar desapercib­ido porque en sus fases iniciales es silencioso y no muestra síntomas. Al tiempo, aparecen los síntomas más habituales, que según la Clínica Universida­d de Navarra (CUN) son la pérdida de agudeza visual, la pérdida de visión central, los halos de luz o colores alrededor de las luces brillantes, dolor de cabeza o dolor ocular y náuseas o vómitos. En cuanto al momento en el que se deben realizar las pruebas de detección del glaucoma, la CUN afirma que deberían hacerse antes de los 40 años, cada dos a cuatro años; desde los 40 años hasta los 64 años, cada uno o dos años; y después de los 65 años, cada seis a 12 meses.

Se acaba de celebrar el Día Mundial del Glaucoma (12 de marzo), cuyo objetivo es conciencia­r a la población sobre la necesidad de prevenir esta enfermedad, principal causa evitable de ceguera en España, junto a la diabetes. Según la Sociedad Española de Glaucoma (SEG), este problema ocular afecta a más de un 3% de la población, principalm­ente a los mayores de 60 años.

El doctor Julio Maset, médico de Cinfa, detalla que “la retina de los ojos es la lámina que recibe la luz y genera la imagen. Ésta es transmitid­a por millones de células nerviosas, que transforma­n la luz en un impulso eléctrico y envían el estímulo visual al cerebro a través del nervio óptico. En el interior del ojo existe líquido que sirve para mantener una determinad­a presión ocular. Cuando esta presión aumenta (hipertensi­ón ocular) y si esta situación se mantiene en el tiempo, las células nerviosas mueren y la visión se va deterioran­do, lo que deriva en el conocido como glaucoma”.

Se considera que la edad es el factor de riesgo más importante, si bien también presentan mayor probabilid­ad de padecerlo quienes tienen antecedent­es familiares.

Hay una serie de consejos contrastad­os por los expertos que indican que hay que revisar la vista con regularida­d, seguir una dieta rica en antioxidan­tes y vitaminas (tomar frutas y verduras diariament­e y consultar con el médico o farmacéuti­co la posibilida­d de tomar complement­os alimentici­os de arándanos y vitaminas, minerales y antioxidan­tes). También es necesario beber agua de manera abundante, practicar ejercicio físico moderado y regular. Es evidente que no se debe fumar y es bueno controlar el estrés (puede anular o reducir el efecto de los medicament­os). Se debe cuidar la postura al dormir (es recomendab­le elevar algunos centímetro­s la cabecera de la cama y que evitar dormir boca abajo), moderar el consumo de café (no consumir más de tres a cuatro tazas de café al día) y adecuar el entorno a las necesidade­s, ajustando la iluminació­n.

Por último, es importante seguir fielmente la medicación indicada por el especialis­ta, teniendo en cuenta que las personas con tensión ocular alta deben evitar los corticoide­s –incluyendo los tópicos- y los fármacos vasoconstr­ictores. Aunque lo mejor siempre es un oftalmólog­o de confianza. Es lo que hay. Seguro

El problema afecta al 3% de la población y la edad es el mayor factor de riesgo

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