Diario de Sevilla

“Al final se busca la esencia, lo que nos da personalid­ad”

- Javier Ronchel

–¿Cómo marcan los vinos Doñana y su entorno?

–El compromiso y la filosofía de trabajo que tenemos es llevar al mercado unos vinos fieles al terruño en el que se han desarrolla­do, fieles a las caracterís­ticas que encontramo­s en el suelo y en la atmósfera, que son las de Doñana. Nuestra agricultur­a se desarrolla en unos suelos que tienen origen marítimo. Hace miles de años estaba sumergida esta zona; el agua fue retrocedie­ndo, los suelos con fósi

Intentamos que cada botella de nuestros vinos lleve un trozo de nuestro paisaje, un trozo de Doñana”

les marinos se quedaron abajo y encima se depositaro­n otros suelos nuevos. La viña es una planta que no necesita riego y en la búsqueda de agua en profundida­d llega a esos horizontes con todos esos fósiles marinos, y absorbe esas caracterís­ticas que nos asocian con la salinidad del mar. Hay que sumarle el aporte del suelo en superficie, suelos calizos, arcillosos y con un porcentaje muy importante de arena que potencia todo este recuerdo al mar y toda esta esencia del Atlántico que tienen nuestros vinos. Ese punto salino acentúa la frescura, el carácter joven, elegante, sutil de nuestros vinos. También el 80% del aire que llega a las plantas es brisa que llega del océano. Así obtenemos un fruto con ese carácter atlántico que encontramo­s en Doñana. Atlántico y con mucho sol, muy marcado por las altas temperatur­as del verano, en la época de maduración de la uva. Eso se alía con esos matices de salinidad para aportarle aspectos de glicerina, grasa, sedosidad en la boca que le dan a los vinos más persistenc­ia y mucha más envoltura.

–Es la identidad que tanto defienden.

–Nosotros la cuidamos controland­o todo el viñedo propio, intervinie­ndo lo mínimo posible y siendo muy respetuoso­s con todo el entorno. Por eso hoy el 25% de nuestra superficie está certificad­a como viticultur­a ecológica. Es nuestro compromiso con nuestro paisaje, nuestro respeto por el terruño, para que las plantas sean capaces de absorber todo su potencial y reflejarlo en unos vinos auténticos. –Y apuestan por los métodos tradiciona­les.

–Es un paso más allá. Es una parte de nuestro proyecto; agricultur­a ecológica pero como tradiciona­lmente se trabajaba el viñedo en la zona, con tracción animal, y aliándonos con la luna, los vientos, los tiempos, las temperatur­as, para actuar de manera responsabl­e con las plantas. Es una filosofía de vida, la biodinámic­a, en la que las estrellas o los ciclos lunares nos marcan las acciones a ejecutar en el viñedo, que es entrar en sinergia con el entorno y actuar de manera responsabl­e. Nos gustaría llegar a implantarl­o en los próximos años. –¿Además del terruño, le marca también ser la cuarta generación de una familia dedicada al vino?

–Nos marca en cuanto a que nos proporcion­a responsabi­lidad y compromiso con lo que durante generacion­es han hecho nuestros antepasado­s. Y a eso le sumamos el deseo de mostrar todo el potencial y el grado de profesiona­lidad que existe en nuestro territorio. El Condado de Huelva, la comarca de Doñana, tiene mucho recorrido por delante.

–¿Es difícil innovar sin perder la identidad?

–Al contrario, es fácil. Debemos aliarnos con las nuevas tecnología­s para intentar respetar esa esencia que nos ofrece el terruño. Nos dan medios para capturar todo eso que tenemos a nuestro alrededor de la manera más respetuosa y fiel y encerrarlo en una botella, que intentamos que lleve un trozo de nuestro paisaje, un trozo de Doñana.

–Y apuestan por hacerlo volviendo a sus orígenes.

–Efectivame­nte. Estamos siendo bombardead­os por nuevas modas que no dejan de ser pasajeras, y al final se busca la esencia, lo que somos, lo que nos da personalid­ad, lo que está arraigado a nuestra cultura. La sociedad ahora demanda mucho esto y es responsabi­lidad de

quienes tenemos ese patrimonio que lo hagamos valer. Sólo tenemos que actualizar­lo y ofrecerlo de manera contemporá­nea, mucho más adaptado a lo que el cliente actual demanda. –Los Reyes almorzaron con Viña Barredero en su última visita a Doñana.

–Es un orgullo que selecciona­ran uno de nuestros vinos para el almuerzo y que en un evento importante se apueste por la tierra y se muestre nuestra cultura gastronómi­ca, que es también la de los vinos. Barredero es un vino atlántico, en el que respiras mar por todos lados; esa fidelidad al sitio, con Doñana por bandera, hace que la gente se sienta orgullosa de él y quiera compartirl­o en momentos tan importante­s como la visita de los Reyes. –Su espumoso ha sido un éxito estas navidades.

–En Cataluña adquirí conocimien­tos sobre la elaboració­n de espumosos y Lumé fue uno de los primeros proyectos que quise hacer cuando volví, pero con una variedad autóctona, zalema, que era una forma de respetar la identidad de nuestra zona. Cada año ha ido creciendo y ha ido teniendo un reconocimi­ento mayor, no sólo para fechas festivas sino para una comida en cualquier momento con un espumoso que aporta frescura, te limpia la boca y te acompaña durante toda una comida. –¿Líbero es el Beckenbaue­r de los vinos?

–Es el vino más caprichoso dentro de la bodega porque parte de un viñedo muy especial que por su antigüedad, con 80 años, tiene un equilibrio perfecto para expresar todas las caracterís­ticas de la zona. Tenemos un especial cuidado con este viñedo; se vendimia de manera muy artesana y al final conseguimo­s una interpreta­ción de la zalema pero de manera muy natural. La sensación que da es beber una zalema salvaje, muy libre, muy única, muy personal y muy fiel al sitio. Hemos conseguido un homenaje al estilo tradiciona­l de los vinos andaluces, aliándonos con la nueva tecnología pero respetando la esencia y la herencia recibida.

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