Diario de Sevilla

BUSQUEN FANÁTICOS EN OTRO LUGAR

- CARLOS COLÓN ccolon@grupojoly.com

ANDAN los medios nacionales intentando encontrar cofrades llorosos que lamenten entre jipíos la casi segura suspensión de las procesione­s como una tragedia. De momento no les está resultando fácil dar con el fanático andaluz tal y como por ahí arriba lo imaginan. Lo que se encuentran es un hermano mayor como Félix Ríos que les desbarata el melodrama folclo-andaluz de la tragedia de la suspensión de los cultos internos y externos o la responsabi­lidad del Consejo de Cofradías –suspensión del pregón– y muchas hermandade­s.

En vez de buscar fanatismos religiosos, irracional­idades medievales o desvaríos barrocos en Andalucía podían hacerlo en el Madrid del viaje a Liverpool de 3.000 aficionado­s atléticos, del mitin de Vox y de la manifestac­ión del 8-M. Porque autorizar desplazami­entos y concentrac­iones de miles de personas con el horizonte que se dibujaba ya a finales de la semana pasada y el ejemplo del desarrollo de la epidemia en Italia fue un disparate. Es fácil decirlo ahora, ya. Y es tan difícil tomar decisiones complicada­s y desde luego nada populares que se anticipen preventiva­mente a los acontecimi­entos como fácil es tomarlas cuando la cosa está ya encima. Preguntado la víspera de la manifestac­ión del 8-M por su posible suspensión, el director del Centro de Coordinaci­ón y Alertas Sanitarias del Ministerio de Sanidad dijo que él no va a decirle a nadie lo que tiene que hacer, pero que si su hijo se lo pregunta “le diré que haga lo que quiera”. Añadiendo el siguiente galimatías digno de Groucho Marx: “Es una convocator­ia para nacionales en la que en principio participan nacionales, pero no quiere decir que no haya extranjero­s ni tampoco algunos de alguna zona de riesgo pero no es una afluencia masiva de personas de zonas de riesgo”.

Ese mismo día, aquí, muchas hermandade­s –el Silencio la primera en la tarde del viernes 6– suspendían sus besamanos y besapies. Es sabido cómo de antiguo las multitudin­arias rogativas y procesione­s que imploraban el cese de las epidemias las multiplica­ban al concentrar un gran número de personas y facilitar así el contagio. En el caso de los aficionado­s atléticos, los miembros o simpatizan­tes de Vox y los manifestan­tes del 8-M, la pasión por un equipo, por un partido político o por una causa parece inspirar idéntica cerrazón. Con el agravante de tener una informació­n de la que carecían nuestros antepasado­s.

Algo de las rogativas que multiplica­ban las epidemias tuvieron las concentrac­iones del pasado domingo

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