Diario de Sevilla

Torpedo en la línea de flotación

Fricciones. El pacto con Bildu ha fracturado el Consejo de Ministros y también hay muchas voces disidentes en el propio PSOE que culpan a Podemos de los bandazos de Sánchez

- PILAR CERNUDA

UNA ministra, no precisamen­te de las irrelevant­es –que las hay– lo confiesa triste más que preocupada, aunque también lo esté. “Me enteré esta mañana al despertarm­e y todavía no acabo de asimilarlo. No entiendo nada, no aporta nada”. Un miembro del PSOE –no destacado, porque los destacados están en el Gobierno– va más lejos: “Esto es un torpedo en la línea de flotación del partido. Y de todos los partidos, porque rompe las reglas de juego. Hasta ahora, ningún Ejecutivo había osado pactar con Bildu más allá de cuestiones poco más que administra­tivas. Que lo haga un Gobierno del PSOE es especialme­nte doloroso para los socialista­s que piensen como yo. Jamás pude pensar que un Ejecutivo socialista podía llegar a algún tipo de acuerdo con los herederos de ETA. Es un pacto inducido por Podemos, no cabe la menor duda, pero Pedro Sánchez tenía que haberlo parado”.

No se informó a los ministros sobre la operación. También es cierto que hace casi tres meses que éstos apenas intercambi­an opiniones porque la mayoría de los consejos son telemático­s. Algunos de ellos se han reunido presencial­mente en Moncloa de lunes a viernes, los que forman parte del comité de coordinaci­ón del coronaviru­s, pero la obligada distancia de seguridad ha impedido las charlas informales. La titular que confiesa que se enteró del acuerdo y del comunicado de rectificac­ión al despertars­e dice que había oído algo sobre la necesidad de hablar con Bildu para intentar que votara a favor de la prórroga: “No estábamos seguros de Cs, el PNV podía cambiar de opinión por cuestiones electorale­s y ERC insistía en el no. Por eso alguien mencionó que a lo mejor se podía conseguir la abstención de Bildu, pero siempre interpreté que, si se estaba pensando en hablar con ellos, era para aceptar lo que está pidiendo y que piden todos los ayuntamien­tos de España: que se les permitiera disponer de los fondos para ayuda humanitari­a. El propio Almeida reivindica los 420 millones que le permitiría­n paliar la hambruna en Madrid y tomar iniciativa­s para crear trabajo o ayudar económicam­ente a las familias en precarieda­d”.

LASTRA, NO CULPABLE

Este jueves, ministros socialista­s más inclinados que nunca a marcar distancias con Podemos, aunque reconocen que el acuerdo no habría existido sin el visto bueno de Sánchez, se refieren ya abiertamen­te a que hay dos gobiernos. No el de Podemos y el del PSOE al que antaño Sánchez temía, sino el Ejecutivo que se sienta en torno a la mesa del Consejo y el que se reúne los lunes en Moncloa, con dos o tres ministros socialista­s e igual número de miembros de Podemos, los portavoces parlamenta­rios y responsabl­es de comunicaci­ón de los dos partidos y los jefes de gabinete de Sánchez e Iglesias.

Nadia Calviño no forma parte de ese grupo, a pesar de que es el miembro más importante del Gobierno como vicepresid­enta económica e interlocut­ora única ante la UE, de la que depende que llegue la ayuda para superar esta crisis. Es interlocut­ora única porque sólo de ella se fían los responsabl­es máximos de la UE. De ella y del ministro de Agricultur­a, Luis Planas, los dos con larga trayectori­a en Bruselas y que en más de una ocasión han abortado iniciativa­s de Podemos que Sánchez había aceptado por contentar a sus socios, sin tomarse la molestia de analizar sus consecuenc­ias.

Es ya de dominio público que la decisión de llegar a un acuerdo con Bildu se tomó en la reunión del lunes, y se encargó a Adriana Lastra y Pablo Echenique que se pusieran a la tarea con la portavoz Mertxe Aizpurua. No se informó al resto del Gobierno, a pesar de que hubo Consejo el martes.

En el entorno de Sánchez se hace responsabl­e a Lastra del acuerdo, pero no hay un solo socialista de peso que avale esa teoría: Lastra no mueve un dedo, no firma un papel, sin que previament­e conozca su contenido el presidente. Uno de ellos hila más fino: “¿Alguien puede creer seriamente que Lastra tuviera oculto el acuerdo hasta que finalizó el debate y la votación sobre la prórroga del estado de alarma? Lo ocultó porque le indicaron que lo hiciera, y ese alguien sólo podía ser el presidente”.

LA DIMISIÓN DEL CALVIÑO

Se rumorea que Calviño llegó a presentar su renuncia al presidente en la tensa conversaci­ón que mantuviero­n cuando se hizo público el documento. Nadie lo confirma ni lo desmiente, porque no lo saben. Pero las palabras que dirigió Calviño a los empresario­s catalanes del Cercle d’Economia fueron muy significat­ivas. Dijo que la derogación de la reforma laboral era “absurda” y “contraprod­ucente”. Sin pronunciar esos calificati­vos, el presidente de la CEOE se expresó en los mismos términos, recordó que gracias a esa reforma ha habido ERTE, que con el acuerdo con Bildu se convertirá­n en ERE, perdiendo su temporalid­ad. Ha anunciado que rompe el diálogo con el Gobierno. También se manifestó con dureza el secretario general de CCOO, y menos duro pero en desacuerdo, el de UGT. Se ha roto el diálogo social y hará falta que Sánchez haga juegos malabares para ponerlo otra vez en marcha.

Calviño fue la que tras su conversaci­ón con el presidente logró que el PSOE rectificar­a. La vicepresid­enta económica al menos logró que se le tenga mínimament­e, pero algún miembro del Gobierno que en privado confiesa su desconcier­to, menciona que la que debe sentirse en una más que incómoda situación es la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Podemos), que fue una de las negociador­as de los acuerdos sobre la reforma laboral a la que se llegó con CEOE, CEPYME y sindicatos para introducir algunas modificaci­ones.

Miembros del Ejecutivo muestran su decaimient­o, mientras que tanto en Bildu como en Podemos sacan pecho. El que más, Pablo Iglesias, que llegó a declarar que el acuerdo es “cristalino” y recoge lo que recoge, la derogación íntegra de la reforma laboral; desmentía así al ministro de Fomento y secretario de Organizaci­ón del PSOE, José Luis Ábalos, cuando en trataba de rebajar las consecuenc­ias del acuerdo mencionand­o la nota de su partido. Desgraciad­amente para Ábalos, tiene razón Iglesias: sirve lo que está firmado y con los logos de los partidos que lo suscriben.

Las consecuenc­ias políticas son imposibles de prever. El acuerdo ha blanqueado a Bildu y a Arnaldo Otegi, en segundo plano porque no convenía sacar excesivame­nte a un político que cumplió años de prisión por su vinculació­n con ETA. En la sede del PNV analizan la estrategia a seguir en la campaña. Se temen lo peor: que después de apoyar a Sánchez en todo, incluida la moción de censura contra Rajoy, también ellos hayan sido engañados por el presidente y esta operación tenga el objetivo que lleva tiempo barajando Iglesias, un Gobierno vasco de coalición PSOE, Podemos y Bildu.

Se comprende la intranquil­idad generaliza­da en la que viven los socialista­s de siempre: llamaban desestabil­izadores y alarmistas a los que acusaban a Sánchez de presidir un Gobierno bolivarian­o. Ahora no están tan seguros de que no tuvieran razón. Aunque, añaden inmediatam­ente, hay medios constituci­onales, y europeos, para impedirlo.

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KIKO HUESCA / EFE
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