La crisis del
macia se ha convertido en el único punto sanitario del municipio en horario casi ininterrumpido ya que “el teléfono no para de sonar desde bien temprano”, manifiesta la farmacéutica.
La atención en la farmacia también se ha tenido que adaptar a esta nueva etapa. Se extreman las medidas de limpieza, el contacto es mínimo y se facilita la entrada al local de manera individual. “Hemos delimitado con una cinta un espacio de seguridad de un metro entre el paciente y el mostrador y hemos colocado unos dispensadores del geles hidroalcohólicos para su uso y comprado una mampara de metacrilato para ponerla en el mostrador como barrera física. También se aconseja el pago preferente con tarjeta”.
En la farmacia de El Ronquillo tampoco se han olvidado de la educación sanitaria. “Tenemos una pantalla en la que hemos puesto información relativa al Covid-19, incluyendo los números de teléfono de especial interés, recomendaciones sanitarias como el lavado continuo de manos con agua y jabón o mensajes como el quédate en casa”, explica Mati, que también destaca la recomendación a los clientes de no tocar los productos y dejar que sean los farmacéuticos los únicos que se muevan por el establecimiento. También se ha extremado la higiene. “Realizamos una constante desinfección de la farmacia tanto en el mostrador como en la mampara, teléfonos, todo lo que utilizamos a diario, además del suelo. Normalmente, el suelo se limpia al abrir y al cerrar tanto por la mañana y como por la tarde, y el lavado de manos y limpieza de PTV o teléfono la hacemos entre paciente y paciente”, asevera.
Julio Cansino es titular de una de las farmacias más veteranas de la provincia. Tres generaciones suma ya este negocio de la calle Real 100 de Castilleja de la Cuesta que abrió sus puertas en el año 1936. La crisis ha provocado también cambios, por ejemplo, en los horarios laborales de las 12 trabajadores que conforman la plantilla. “A raíz de la alerta sanitaria y vista la exposición que podía tener la plantilla de contagiarse. Tomamos la decisión de que era conveniente trabajar por bloques de empleados de manera que establecimos los equipos A, B y C donde el A trabajaba de mañana, el B de tarde y el C el fin de semana. Y esto era rotatorio. Entre uno y otro se desinfectaba la farmacia con el objetivo de que si alguien tenia la mala suerte de contagiarse el equipo que se viera afectado por alguno de sus componentes saldría de la farmacia y los otros dos tendríamos que hacer el esfuerzo de cubrir ese turno. Gracias a Dios, no hemos tenido ningún caso positivo”, explica.
Pero eso ya ha pasado, la evolución positiva de la pandemia y la desescalada ha provocado que en la farmacia Cansino se hayan recuperado los turnos habituales. No la forma de trabajar. “Desde el lunes 11 de mayo con la entrada de la provincia en la fase 1 sometimos a la farmacia a una completa restructuración. En un primer momento pusimos mamparas, mascarillas por supuesto para todo el mundo, y gel hidroalcohólico después de cada dispensación. Cada cuatro pacientes desinfectábamos la zona donde se sitúan ellos y la mampara y a mediodía hacíamos una limpieza total. Ahora hemos reestructurado toda la farmacia para adaptarla a las nuevas circunstancias de manera que hemos puesto mamparas para proteger tanto al trabajador del paciente como interpúblico, como si fueran boxes individualizados para que cada persona no tenga contacto con la que tiene al lado”, expone .
Al igual que en la pequeña farmacia de El Ronquillo, en esta botica de Castilleja de la Cuesta, además de dispensar medicamentos, los profesionales hacen de médicos, psicólogos y maestros. Nuevas funciones asumidas por la pandemia y por las que, avisa Julio Cansino, se ha generado una cierta tensión en la ciudadanía. “Los pacientes han tenido un verdadero terror a ir al centro de salud y nos ven como el primer filtro sanitario al que acudir. En nuestro sello esta el intentar solucionar los problemas que nos plantee el paciente, pero ese miedo ha hecho que hayamos vivido momentos de tensión o fuera de lo común. Los pacientes vienen con miedo, pero prefieren consultar aquí antes que ir a un centro sanitario y en muchos casos nuestras respuestas tienen que ser mandarlos al médico. Ha venido gente con importantes subidas de tensión, golondrinos, quemaduras de primer grado… Eso ha generado unas situaciones en las que, lógicamente el paciente tiene una expectativa de que aquí se le vas a solucionar un problema que en realidad sólo puede solucionarle un médico. A mí se me han dado la circunstancias en las que he tenido que llamar a la esposa de un señor porque tenía la posibilidad de tener un problema grave. De hecho, tenía una apendicitis y fue operado sobre la marcha”, relata.
Los sevillanos también han cambiado sus compras a las farmacias. “Contamos con una alta demanda de productos naturales para tranquilizar y conciliar el sueño tipo valeriana o tila y también una mayor demanda de suplementos de vitamina C para el aumento de las defensas y productos contra el insomnio”, comentan los farmacéuticos.
Ellos también se desplazan a ciertos domicilios para llevar medicamentos a personas enfermas que no pueden acudir a comprarlos. “La dispensación a domicilio la hacemos según protocolo a pacientes que, debido a su estado de fragilidad, no puedan acudir a la farmacia a recoger su medicación habitual o que estén situación de cuarentena domiciliaria y que vivan solos. Pero en realidad aquí, al ser un pueblo pequeño, en el que todos nos conocemos, entre los vecinos y los familiares nos hemos ayudado entre todos”, relata Mati.
Durante la alerta, las farmacias han asumido otras tareas como la dispensación de tratamientos hospitalarios, solicitan la renovación de tratamientos habituales en aquellos casos en los que caduquen sin que los pacienten hayan podido contactar con su médico, se lleva a cabo la validación de recetas de papel oficiales para evitar las falsificaciones y la iniciativa de mascarilla 19 para casos de violencia de género. Medidas “pioneras” en el mundo de la farmacología que, a criterio de Julio Cansino, en algunos casos “deberían de haber llegado para quedarse”.
Transcurridos ya casi tres meses desde esas primeras escenas, la situación ha cambiado y es mucho más tranquila y llevadera, pero en el recuerdo de estos profesionales quedarán momentos duros que, en el caso de Julio Cansino, le llevaron a aislarse de su familia. “Los 23 primeros días me aislé de mi familia y me quedé solo y estuve 14 horas al frente de la farmacia en el mostrador. Quería dar ejemplo a mi equipo y que si alguien se tenía que poner malo yo rezaba porque fuera yo antes que cualquiera de ellos”, relata. También en la pequeña farmacia de El Ronquillo recuerdan la “preocupación” del inicio de la crisis. “Hemos pasado miedo e incertidumbre de contagiar y contagiarnos nosotros con el valor añadido de que somos la única farmacia en el pueblo y si alguno enfermaba tendríamos que ponernos en cuarentena y cerrar, no pudiendo darle el servicio a la población. Somos el primer y más accesible establecimiento sanitario del que disponen los ciudadanos y no podemos fallarles”, concluye Mati Muñoz.
No hemos tenido ayuda de nadie para el tema de la protección, pero hemos conseguidos los EPIS”