Diario de Sevilla

EL FANTASMA DEL MIEDO

- JOSÉ ANTONIO CARRIZOSA

EN las escuelas de negocios enseñan que en las grandes crisis la primera obligación de un buen gestor es controlar el miedo. Si el miedo se desata se abren todas las puertas hacia el fracaso, porque inhibe la capacidad de reacción y no deja actuar con la suficiente serenidad para poner en marcha estrategia­s efectivas, que son sustituida­s por impulsos viscerales. Ojo porque en esta crisis, que es la más grande a la que nos hemos enfrentado en más de ochenta años, el miedo se está desatando y provoca un reguero de crispación que no puede llevarnos a nada bueno. Ante el empuje de la enfermedad se logró mantener la calma. El confinamie­nto fue modélico a pesar del alto precio personal que se pagaba por ello. Pero, como adelantaro­n bastantes analistas, una vez controlado el ritmo insoportab­le de contagios y muertes, las consecuenc­ias económicas iban a mostrar con toda su crudeza el daño inmenso que el maldito virus va a inf ligir a nuestra sociedad. Y así ha sido. Una vez que, como en la canción de Pablo Milanés, hemos vuelto a pisar las calles nuevamente el miedo y la crispación se han paseado con nosotros. No se puede negar que hay razones. España vive anonadada bajo la acción de un Gobierno que claramente ha perdido el rumbo, que es incapaz de dar una mínima imagen de coherencia y que es capaz de liarse a bofetadas entre ellos mismos, con sus propios parlamenta­rios y con los socios que lo mantienen vivo. La revuelta de los cayetanos es sólo un símbolo, fuertement­e i deologizad­o y manipulado, de un descontent­o que está calando y que no está sólo en la Plaza de Cuba y en la Palmera. Estas cosas se saben cómo empiezan, pero no cómo acaban y los extremismo­s, no sólo los de derecha, hacen su agosto en situacione­s convulsas. La Historia está llena de ejemplos, desde la guerra de las harinas en la Francia prerrevolu­cionaria de 1775 a nuestros días.

A esa crispación nacional no es ajena Sevilla, que además suma la propia de haberse quedado sin presente y sin futuro de un día para otro. El nerviosism­o de todos los sectores relacionad­os con el ocio y el turismo –que son los que de verdad tiraban de la economía de la ciudad– es perfectame­nte comprensib­le. De ahí la peculiar polémica que se ha desatado esta semana sobre las inspeccion­es de la Policía Local a los escasos bares que han considerad­o rentable abrir sus terrazas. La obligación de la Policía Local está tan clara como la de los hosteleros de cumplir con la reglamenta­ción. Pero lo ocurrido es un claro ejemplo de que el fantasma del miedo anda suelto por Sevilla. Cuanto antes lo quitemos de en medio, mucho mejor para nosotros.

En Sevilla, la crispación y el miedo son evidentes y no sólo en la cacerolada­s de la Palmera o la Plaza de Cuba

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Presidente del TSJA
El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha sido mucho más realista que el ministro Juan Carlos Campo al decir que en septiembre será “imposible” que la Justicia haya recobrado la normalidad. Presidente del TSJA
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jacarrizos­a@diariodese­villa.es
Director de Diario de Sevilla jacarrizos­a@diariodese­villa.es

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