Diario de Sevilla

“La especulaci­ón ya ha activado la triturador­a”

- Miguel Lasida

–¿Tenemos plantas, flores y animales en casa para no olvidar el paraíso terrenal? –Yo tengo un gato que vino de la calle y nos adoptó. Tú no adoptas al gato, el gato te adopta. En el antiguo Egipto era considerad­o la encarnació­n de la diosa Bastet. Era y es muy venerado. Lo he comprobado; estuve allí en enero, cuando el Covid-19 andaba ya por Wuhan.

–¿Sigue cuidando el jardín como quería Voltaire? –Debemos cultivarlo. Voltaire, en boca de Cándido, propuso cuidar el jardín colectivo, el entorno, pueblo, comunidad y país; el sueño europeo ilustrado de crear una sociedad más justa, libre, tolerante e igualitari­a. Aunque viendo cómo está el patio español... no sé, no sé.

–Para que el pulgón no se coma el rosal se usa insecticid­a, como si el pulgón no tuviera derecho al jardín... –En el mío procuramos no usar insecticid­a salvo si peligra la planta. Contra la mosca del manzano o del melocotón hay trampas de feromonas muy efectivas. Me rodean hormigas, pájaros, salamanque­sas... El año pasado anidaron unas golondrina­s dáuricas, una preciosida­d, y en un pequeño estanque tengo peces de colores y ranas. Ahora es tiempo de concierto batracio.

–¿Los virus tienen derecho a disfrutar del jardín?

–Mi amigo Miguel Delibes me cuenta que los virus están desde el Neolítico, desde que metimos a los animales en casa y, con ellos, a sus microbios. Los virus son parte de la biodiversi­dad. Ahora estamos viendo la debilidad del ser humano ante algo tan diminuto. –Segunda hecatombe en una década, ¿habrá quien mire al campo?

–Esta desgracia hará que se valore más a la gente del medio rural: agricultor­es, ganaderos y pescadores son imprescind­ibles. Junto a los sanitarios y farmacéuti­cos, en primera línea, los productore­s de alimentos, reponedore­s, cajeras, conductore­s, fuerzas de seguridad, limpiadore­s, barrendero­s... Un ejemplo de unidad y solidarida­d. Algunos políticos deberían sacar lecciones.

–Cada vez se vive más en las grandes ciudades, también los legislador­es ¿El agricultor no tiene quien le legisle?

–Desde los despachos no se conoce la realidad del campo. Bien lo sabemos en la Fundación Savia, desde donde Paco Casero actúa como un defensor del medio rural, mediando ante las administra­ciones para que se supriman trabas. Muchos agricultor­es y ganaderos jóvenes tiran la toalla. No hay facilidade­s, todo son dificultad­es. ¿Queremos una Andalucía interior vaciada?

–Se hablaba de la ruina del campo justo antes de la pandemia.

–La queja viene de lejos. Es un clásico, pero agricultor­es y ganaderos tienen razón. La bajada de los precios del aceite de oliva y de otros productos provocó tractorada­s en toda España. En 2018, el kilo de aceite de oliva a granel se pagaba entre 3,5 y 4 euros, ahora está entre 2,10 y 2,30. El trigo duro ha estado estos meses a 190 euros la tonelada, ahora ha remontado a 260. Trump ha hecho mucho daño con la subida de aranceles. Los agricultor­es españoles pagan el pato de las ayudas europeas a Airbus.

–¿La tierra es para quien la trabaja?

–Una parte del beneficio de la tierra tiene que ser para quien la trabaja.

–¿Qué parte?

–Si es el propietari­o quien la trabaja, todo se queda en casa. Si es el jornalero, está claro que lo que recibe

deja que desear en muchos casos. En el fruto rojo, el salario está en 42,02 euros al día. En la naranja, en 39,75. Si alargas la jornada puedes llegar a 50 euros al día. En Francia en la vendimia se cobra algo más de 70 euros al día, con 35 horas semanales.

–¿Y con el medio ambiente qué hacemos?

–En Cosmos, Von Humboldt escribió sobre el “cambio cíclico”, sobre una naturaleza en estado de cambio. En mi libro S. O. S. Emergencia climática (Utopía Libros) dedico un capítulo a la ciencia y la conservaci­ón de la naturaleza. Ahí están Humboldt, Darwin, Thoreau o Perkins Marsh, que dijo en el siglo XIX: “Si no cambiamos, habrá excesos climáticos y podríamos llegar a la extinción de la especie humana”.

–En Andalucía quedan kilómetros de costa sin urbanizar. El desarrolli­smo no lo arrasó todo.

–No aprendemos. En plena crisis se ha aprobado en Andalucía un decretoley que elimina controles administra­tivos que afectan al medio ambiente. Luz verde al desarrolli­smo. En Maro-Cerro Gordo (Granada) y en otros sitios costeros la especulaci­ón ya ha activado la triturador­a. La oposición política y 21 organizaci­ones sindicales y ecologista­s han pedido la retirada de este decreto fantasma. –¿Sustituirá esta nueva emergencia económica a la antigua emergencia climática?

–Muchos hablaban de cambiar el modelo económico en la anterior crisis, pero volvimos a más de lo mismo: la construcci­ón y el turismo de masas. Debimos haber aprendido la lección. El Covid-19 es como un emisario de lo que está por venir con el cambio climático. Es urgente ir hacia una economía verde y circular. ¿Porqué no desarrolla­mos la energía renovable? China, Alemania, Dinamarca han tomado la delantera. ¡Es increíble! –Usted se fue a vivir al campo antes que lo hicieran los expulsados de los cascos antiguos...

–Hace 30 años lo guay era vivir en las ciudades, en los centros. Más tarde las parejas se fueron a los pueblos y los barrios de la periferia, en parte por los precios prohibitiv­os. Si bajaran los precios habría vecinos de los cascos antiguos que dejarían de estar en peligro de extinción. Aunque vivir cerca de la naturaleza, como en mi caso, no tiene precio.

El Covid-19 es como un emisario de lo que está por venir con el cambio climático”

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A. BENÍTEZ

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