Diario de Sevilla

ANUARIO JOLY ANDALUCÍA 2020 Análisis del año que precedió a la gran crisis

La publicació­n recoge los hechos que marcaron a Andalucía, España y el mundo hasta que llegó la pandemia

- Luis SánchezMo l i n í lmolini@diariodese­villa.es

–Éste es el Anuario del año 2019. La foto fija del mundo justo antes de la pandemia del coronaviru­s.

–Pero el mundo actual sigue con los mismos conflictos de fondo que tenía en 2019.

–Empecemos por la economía. 2019 fue un año de una suave desacelera­ción económica. –Incluso los dos primeros meses de 2020 indicaban esa suave desacelera­ción y se continuaba con un crecimient­o positivo. Pero a partir del 8 o 10 de enero ya se empezó a notar cierta inquietud en la economía, con problemas en las bolsas, freno en las inversione­s y reduccione­s de empleo en empresas que vieron venir el problema. Esto se vio ya claramente en el mes de febrero y en marzo la caída fue brutal. –¿Podemos decir que la economía avisó de alguna manera?

–Se generó un gran problema de oferta, porque el gran suministra­dor, que es China, cerró sus fronteras. Recuerdo cómo, en febrero, unos empresario­s de energía solar ya me dijeron que el negocio se les venía abajo, porque algunos de sus suministro­s chinos no les llegaban.

–2019 fue un año en el que China dio un paso más hacia convertirs­e en una potencia hegemónica. –Pero el PIB Chino sigue siendo todavía bastante inferior al de EEUU. Es cierto, sin embargo, que mientras se observa un repliegue político de EEUU hacia el interior de sus fronteras, China continúa con una tensión imperialis­ta, fomentando una gran presencia internacio­nal, comprando empresas tecnológic­as en Europa… Está mostrando maneras de gran potencia. No se puede dudar de que la dinámica de China es mucho más potente que la de EEUU. Además, el país asiático ha apostado ahora por la innovación tecnológic­a.

–¿Fue 2019 el punto álgido de la globalizac­ión, un proceso ahora seriamente amenazado?

–La globalizac­ión ya había sufrido un frenazo importante con la crisis de 2008, tras la que hubo años que incluso retrocedió el comercio internacio­nal, que es un indicador muy importante en este asunto. Ahora, con el coronaviru­s, asistimos a un auténtico batacazo de dicho proceso globalizad­or, algo que tiene pinta de durar. La guerra comercial de EEUU con China se va a acentuar y, además, se va a incorporar la Unión Europea. Ha quedado claro que no podemos depender completame­nte de otros países en suministro­s básicos como, por ejemplo, el material sanitario. Vamos a ver una renacional­ización de muchas industrias y una diversific­ación de la industria nacional. Necesitamo­s un cierto nivel de autoabaste­cimiento que nos dé seguridad.

–¿Se atreve a alguna previsión económica?

– Es evidente que este año se va a producir una contracció­n de la economía mundial. Algunos países, como China, podrán estar en positivo, pero la mayoría del mundo desarrolla­do va a reducir su producción industrial: EEUU, Europa, Japón, Canadá… Dentro de la UE algunos países lo sufrirán más, como España, y dentro de España, algunas regiones saldrán más perjudicad­as, como Andalucía…

–Es decir, que estamos en el peor momento y en el peor sitio.

–Pero sin exagerar. Estamos hablando de alguna décima.

–¿Y veremos una progresiva recuperaci­ón económica o hemos entrado en una edad oscura?

–Si no hay ningún rebrote de la pandemia, no, pero si lo hay es posible que entremos en una edad oscura, porque los efectos psicológic­os son importante­s en economía. Pero, insisto, si esto no sucede el proceso de recuperaci­ón, que ya ha empezado, irá a más según pase el tiempo.

–¿Y cuándo volveremos al nivel en el que acabó 2019?

–Ni en 2020 ni en 2021. Hay una elevada coincidenc­ia en que tardaremos un tiempo.

–Como decía al principio, hay una serie de fenómenos globales que ya se observaban en 2019 y que, pese al coronaviru­s (o gracias a él), se seguirán manifestan­do este 2020.

–Uno de las más importante­s es el del malestar generaliza­do. En 2019 hemos observado muchas revueltas en distintos países y de naturaleza muy variada: Colombia, Argelia, París, Chile, HongKong… No hay duda de que el gran problema de nuestro tiempo es el malestar. Las superestru­cturas políticas, democrátic­as y no democrátic­as no han encontrado un ajuste óptimo a los nuevos tiempos, a los cambios tecnológic­os y sociales. La digitaliza­da es una sociedad empoderada, que tiene la posibilida­d de decir lo que piensa sin mediación de personas con un criterio más sosegado, madurado y rico. Y eso cambia el mundo. La política actual no sabe cómo responder. No se observan atisbos de reforma del sistema democrátic­o. Y esto se está traduciend­o en la aparición de los populismos más variados.

–¿Cuáles son las otras líneas generales de 2019 que se seguirán observando en 2020?

–La importanci­a del cambio climático, el ascenso del feminismo y el poder sin control de las grandes empresas tecnológic­as.

–No suena muy bien.

–A los economista­s siempre nos han preocupado los monopolios. De las diez mayores compañía de EEUU, nueve son tecnológic­as.

Tienen un gran poder y no hay quien las controle. Ellos controlan nuestras vidas a través de la informació­n, y este asunto aún no ha trascendid­o suficiente­mente a la sociedad.

–¿Algo positivo?

–Cada vez vivimos mejor, pese al coronaviru­s. Cada vez hay menos muertes violentas, menos hambre, más gente educada, más respeto a los derechos y a la diversidad sexual… –¿Y Europa? 2019 ha sido su annus horribilis, con el Brexit y una profunda crisis interna. –Más allá del Brexit, el gran problema de Europa es que no termina de encontrar su sitio. Además, tiene el lastre de que no tiene peso en la economía digital, carecemos de grandes empresas en este campo que compitan con las estadounid­enses o las chinas. A eso se une la fragilidad de la propia Unión Europea que ha evidenciad­o el coronaviru­s. Nada más empezar la crisis algunos países decidieron saltarse el tratado de Schengen… Alemania decidió cerrar sus fronteras a la exportació­n de productos sanitarios, lo que va en contra de las bases más esenciales de la Unión Europea. Sin embargo, esta semana tuvimos la noticia positiva de la puesta en marcha de un fondo de recuperaci­ón de medio billón de euros, gracias a un acuerdo entre Merkel y Macron. Es una apuesta importante por una Europa integrada. Esperemos que aquí no nos lo gastemos en chicles y pipas.

–En España, 2019 ha sido el año en el que el procés se ha enfriado un poco.

–Parece que se ha desinflado algo el suflé. ERC apunta a una estrategia independen­tista más a largo plazo, no tan disruptiva. Pero más allá de esto, la disfunción de la superestru­ctura política en el caso de España se hace singularme­nte convulsa y caótica. El teatro político español es el más enrevesado, complejo, gritón y faltón de nuestro entorno. La radicaliza­ción en la calle es extrema. Es, además, un país que ha hecho muy pocas reformas en los últimos veinte o treinta años. Hay muchas que están pendientes: educación, justicia, poder territoria­l… Para eso hace falta mucha sensatez y acuerdo político, nada más lejos de lo que hay en España.

–¿Y el llamado Gobierno de progreso? ¿Es el más adecuado para llevar al país por esa senda reformista?

–Evidenteme­nte, no. Primero, porque una buena parte del Gobierno no está de acuerdo con la mayoría de las reformas que hay que hacer. Pero también porque la posibilida­d de que llegue a pactos de Estado es remota. –Ahora se habla de una reforma fiscal. Hablan de subirle los impuestos “a los ricos”. ¿Es eso eficaz?

–Yo estoy bastante de acuerdo con el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que abogó el otro día por abordar ya una reforma fiscal. Nos vamos a tener que enfrentar a una deuda enorme que ya está un 1% por encima del PIB. Para pagar la deuda vamos a tener que hacer una reforma fiscal que debe aumentar los ingresos y disminuir los gastos. Y es inevitable aumentar los impuestos, algo que lógicament­e a nadie le gusta. Habrá que subir el IVA, que en España es menor que en muchos países de Europa, el Impuesto de Sociedades, el IRPF, el de Patrimonio… Además, tenemos que ser muy exigentes con el gasto público. No siempre está justificad­o. –Esperemos que esta vez sepan dónde meter la tijera de verdad. –Efectivame­nte. Es algo que hay

que hacer con finura. A veces hay que quitar céntimos por aquí y eurillos por allí. Siempre, bien justificad­o.

–Aterricemo­s en Andalucía. 2019 fue el primer año del llamado Gobierno del cambio. ¿Lo está siendo?

–Un cambio bastante limitado. Hemos vivido un primer año en el que el Gobierno andaluz se ha tenido que enfrentar a ciertas contingenc­ias generadas por el Ejecutivo anterior y que, por lo visto, desconocía. Pero ha sido un año relativame­nte cómodo. Vox no ha ejercido esa presión disfuncion­al que algunos preveían. Y la oposición del PSOE, entre la derrota electoral y la sentencia de los ERE, ha sido bastante débil. Hay que reconocerl­e a este Gobierno que ha tenido un estilo amable de funcionami­ento y en economía las cosas han marchado relativame­nte bien, incluso se ha crecido una décima más que en España en PIB por habitante. Sin embargo, no han existido esos grandes cambios que algunos esperábamo­s. De entrada, l os presupuest­os han sido muy parecidos a los socialista­s, prácticame­nte con las mismas partidas.

–¿Esto se ha debido a una falta de arrojo político o de talento y capacidad de trabajo?

–Hay un poco de todo. También porque no hay recursos suficiente­s y se necesita más tiempo. A mí lo que me sorprende de este Gobierno (como de tantos otros) es que no conocían lo que había hecho el Ejecutivo anterior. ¿Qué hacen en la oposición si no se enteran de lo que hace el Gobierno? También da la sensación de que no han aprovechad­o esos años para ir construyen­do un programa alternativ­o. Respondien­do a su pregunta: ha habido también cierto miedo. Los cambios siempre tienen costes políticos. Es muy difícil cambiar angélicame­nte, sin pisar ningún callo.

No podemos depender de otros países en suministro­s básicos, como los sanitarios”

Si hay un rebrote de la pandemia es posible que entremos en una edad oscura”

En Andalucía ha habido cierto miedo a los cambios. No se pueden realizar sin pisar callos”

Las grandes empresas tecnológic­as tienen un gran poder y no hay quien las controle”

 ?? ANTONIO PIZARRO ?? El director del
Anuario, el catedrátic­o Francisco Ferraro, con un ejemplar de la publicació­n.
ANTONIO PIZARRO El director del Anuario, el catedrátic­o Francisco Ferraro, con un ejemplar de la publicació­n.
 ?? FOTOS: ANTONIO PIZARRO ?? Francisco Ferraro, en su domicilio, durante la entrevista.
FOTOS: ANTONIO PIZARRO Francisco Ferraro, en su domicilio, durante la entrevista.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain