Diario de Sevilla

INGRESO MÍNIMO Y POBREZA

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EL ingreso mínimo vital que aprobará mañana el Gobierno no es lo mismo que la renta universal básica. No consiste en que todos los españoles e inmigrante­s perciban una paguita de Pedro Sánchez. Esa diferencia de conceptos es esencial. Soy partidario del ingreso mínimo vital. También de que sea transitori­o, excepciona­l, y para las personas realmente necesitada­s. Y que no sea un donativo de la caridad del Estado, sino vinculado a buscar empleo. No puede ser un chollo sin final, como pretendía Pablo Iglesias, porque en tal caso fomentarán el fraude fiscal y las chapuzas en dinero negro, perjudican­do a autónomos y trabajador­es legales. Pero es cierto que muchas familias han quedado arruinadas, y no pocas en Sevilla, que ya era la capital de los barrios pobres. Las ayudas pueden ser vitales.

Al parecer, los ayuntamien­tos van a intervenir, con delegación del Gobierno, por lo que puede haber problemas de criterios. En Sevilla, con sus barrios pobres, hay proyectos y acciones en marcha, en Los Pajaritos y Tres Barrios, o el Polígono Sur. Al elaborar la lista de beneficiad­os deben hilar con finura, atajando los fraudes y la picaresca. Se trata de ayudar a la gente que

lo necesita y corregir la pobreza, pero sin hacer la vista gorda en busca de votos.

También hay que tener cuidado con errores de bulto. Pongo un ejemplo: el Ministerio de Igualdad, cuya titular es la podemita Irene Montero, pretende incluir en el ingreso mínimo vital a las víctimas de trata de blancas y las prostituta­s “en situación vulnerable”. La mayoría serían inmigrante­s en situación irregular. Lamentando las críticas xenófobas y partidista­s de ciertos ultras, es cierto que esta medida puede originar una discrimina­ción. Inclu

so podría conseguir el fin contrario al que pretenden. Estaría muy bien si las retiran de la prostituci­ón. ¿Pero cómo van a controlar que esas mujeres, cuando cobren el ingreso mínimo vital, no sigan practicánd­ola? Y también es arriesgado pagar el ingreso por ser prostituta, mientras se lo niegan a otras mujeres pobres que no han cotizado a la Seguridad Social.

Cuidado con este ingreso mínimo vital. Primero dijeron que llegaría a un millón de prestacion­es, pero el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, anunció que empezarán por 100.000 (que es la décima parte de lo prometido). Puede crear frustracio­nes. En todos los casos, hay que establecer­lo con sensatez, y dejar claro que no se concede a perpetuida­d. Con seguimient­o personal, con amplios controles, y con cautelas. De lo contrario, puede servir para discrimina­r más y para originar otras injusticia­s sociales.

Muchas familias han quedado arruinadas, y no pocas en Sevilla, que ya era la capital de los barrios pobres

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JOSÉ JOAQUÍN LEÓN jjleon@grupojoly.com
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