Diario de Sevilla

BILDU Y YA

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

CORREMOS el peligro de acostumbra­rnos a las contradicc­iones del presidente Sánchez y perder, por el empacho, el sentido crítico y la visión de la jugada. Sobre todo, cuando las incoherenc­ias no se dan en los discursos, que quedan muy patentes tirando de hemeroteca y montaje audiovisua­l, sino en los actos de gobierno. Hemos visto que el presidente pactaba con Bildu (¡con Bildu!) para que no peligrase la aprobación del estado de alarma para el que ya tenían los votos, porque su prioridad es, nos dijo cariaconte­cido, salvar vi

das. Vale. Dos días después, sólo dos, va y anuncia Sánchez que dentro de nada habrá comunidade­s autónomas que puedan salir ya del estado de alarma. El volantazo es errático, como todo, pero es que encima ha pactado con Bildu para nada, y mercadeand­o con el mercado de trabajo, además, con lo delicado que es eso.

La explicació­n más rápida, por la que optaría Ockham con su navaja (y la que, cuando ya tenía escrito el artículo, he visto que es, literalmen­te, la que prefiere el PP), es que el Gobierno va como un pollo sin cabeza. Nosotros somos más de Aristótele­s y pensamos que toda acción debe responder a una finalidad. ¿A cuál? Hay dos respuestas, una pesimista y otra optimista.

La peor es que la debacle económica que se avecina vaya a ser tan grande que el pre

sidente ha decidido abrir ya mismo lo que aún se pueda salvar. ¿Eso no podía saberlo hace dos días?

La optimista es que Pedro Sánchez me lea. Hace nada dije en un artículo que las protestas contra su gestión no iban a parar por muchas amenazas que dejasen caer Iglesias y Marlaska (que las dejaron, no lo olvidemos). Mi consejo a Sánchez y a Redondo era que abriesen el puño del estado de alarma, para rebajar la tensión sin parecer que se rendían. Que le quitasen la tapadera a la olla a presión, vaya, que no es una metáfora con mucho glamour; pero es lo que han hecho, no porque me lean, qué va, sino porque, tal y como están las cosas, no tienen margen para nada más.

Tan poco margen, que no van a poder prolongar su estado de alarma ni para cubrir un poco el acuerdo con Bildu ni para imputar alguna recaída a la convocator­ia de Vox o a la irresponsa­bilidad ciudadana. Lo hacen por las dos razones a la vez: la económica y la política, que se refuerzan mutuamente. Esperemos que la epidemia sí nos dé un margen, porque la desescalad­a va a ser cada vez más vertiginos­a y al filo de la navaja de Ockham.

Al Gobierno no le queda más remedio que levantar la tapadera de la olla a presión social

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