Diario de Sevilla

REMOVER LA DESGRACIA

- MARÍA JOSÉ GUZMÁN mjguzman@grupojoly.com

ME niego a remover la desgracia bajo el criterio de que las noticias lo son más si son negativas o huelen a tragedia. Difícilmen­te se puede levantar una casa, un negocio, un sector si, de entrada, se le ha condenado a muerte. Quiero confiar en la capacidad de superviven­cia que todos llevamos dentro y en el talento, y en Sevilla hay mucho, para salir a f lote. La ciudad que se cree la mejor del mundo ha demostrado en muchas ocasiones que incluso puede serlo. Y hablo de ciudad, no de ciudadanos, porque precisamen­te hay algunos sevillanos de alta autoestima pero con una actitud preocupant­emente obsesiva que critican sin pararse en dar el mínino argumento todo lo que escapa de su particular concepto de sevillanía.

Hay quienes dicen que el turismo, en todos sus segmentos, lo tiene difícil y hay quienes certifican su defunción. Todos son consciente­s de que hay que darle una vuelta al modelo productivo de la ciudad y reinventar también un sector que, a nadie se le olvide, ha sido (y probableme­nte volverá a serlo pues Sevilla no debe renunciar ser una gran ciudad turística) la locomotora económica de esta capital. Pero sólo una parte, sin poses ni figureo, trabaja con esperanza y convencimi­ento. Y a éstos habría que darles el altavoz: son los dueños de los bares y los camareros, los guías y agentes de viajes, los propietari­os y gestores de hoteles y también las camareras de piso y recepcioni­stas, los encargados de las lavandería­s, los artesanos y el comercio más tradiciona­l e histórico que hace caja con el visitante, y los cientos de autónomos y pequeños productore­s que viven un poco mejor gracias a una clientela que no es autóctona: panaderos, placeros, agricultor­es y ganaderos que no han parado de trabajar a pesar de que sus principale­s clientes, los restaurant­es, que no sólo se mantienen de parroquian­os, tuvieron que echar el cierre.

Sí, lo tienen negro. ¿Y quién no? La desgracia es colectiva, como debe ser el esfuerzo por recuperar el color de la ciudad. Los turistas regresarán, hay encuestas serias que apuntan que muchos están deseando pisar Sevilla. ¿Cuándo lo harán? Cuando puedan, está claro. Todos queremos lo mismo, para nuestras vidas y para la actividad económica: recelamos de la idea de volver a la misma normalidad de antes, el miedo nos sigue protegiend­o, pero sí ansiamos recuperar cuanto antes algo de nuestras vidas que la pandemia se ha llevado. Y todo el que pueda volverá a viajar en la medida en que su bolsillo lo permita. ¿Cuándo? Las autoridade­s marcan las fechas y ya señalan el movimiento para julio. Es cada uno quien hace sus planes con la máxima prudencia y sensatez, pero sería responsabl­e preparar la ciudad para que, con las adaptacion­es necesarias, vuelva a recibir a turistas. La recuperaci­ón no va a ser rápida, pero es más probable que, antes de que en Sevilla abran las ansiadas industrias que den el giro al modelo productivo, aterricen algunos aviones con turistas. Y ésa es una esperanza que también habría que remover.

Antes de que lleguen las ansiadas industrias, lo harán los turistas y eso no es nada despreciab­le

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