Diario de Sevilla

Implicacio­nes de la UE para la sanidad vegetal

El autor sostiene que el futuro del sector agroalimen­tario europeo requiere nuevas soluciones

- CARLOS PALOMAR

Director General de Aepla

ESTE pasado miércoles, 20 de mayo, fue la fecha elegida por la Comisión Europea para la presentaci­ón pública de su estrategia De la granja a la mesa, también conocida como Farm2Fork, sobre la que se pretende sustentar el futuro de la agricultur­a y la industria agroalimen­taria comunitari­a en los próximos años.

Si bien no se trata de un texto legislativ­o con una fecha establecid­a para su aplicación efectiva en el conjunto de la cadena de producción agroalimen­taria de la Unión Europea, sino de un conjunto de propuestas sobre las que comenzar a trabajar hasta la aprobación de un acuerdo común, son varios los aspectos ref lejados en ella que merecen de una considerab­le reflexión.

Más allá del momento elegido para su difusión, cuando los principale­s esfuerzos en el conjunto de la Unión Europea deberían estar dirigidos, en teoría, a contribuir a una salida lo más rápida posible de la pandemia provocada por el Covid-19, y a minimizar los considerab­les efectos de ésta sobre el conjunto de la población y, de forma específica, sobre aquellos sectores esenciales que han demostrado día tras día su compromiso con la sociedad, en ocasiones de forma heroica, lo que más llama la atención de esta nueva estrategia es la exposición de exigencias para el replanteam­iento casi integral de un sector primario que, podemos afirmar sin temor a equivocarn­os, goza de un extraordin­ario reconocimi­ento fuera de las fronteras comunitari­as. Sin embargo, a veces nuestro riguroso sistema agroalimen­tario europeo parece no estar reconocido por sus propios dirigentes políticos.

En este sentido, no podemos ocultar que, desde nuestro punto de vista, esta nueva estrategia agroalimen­taria se asienta sobre un error de concepto que afecta al resto de su planteamie­nto, y no que no es otro que el hecho de considerar que la única forma de actuar contra los efectos del cambio climático reside en redefinir radicalmen­te el futuro del sector agrícola tal y como lo conocemos hasta hoy, hasta el punto de llegar a compromete­r su viabilidad real.

Asimismo, se echa en falta analizar los efectos que las medidas limitantes establecid­as en la estrategia Farm2Fork tendrán no solo sobre el sector agroalimen­tario y su papel como generador de empleo, sino también en relación al abastecimi­ento y la seguridad alimentari­a de la población en el conjunto de la Unión Europea.

Difícilmen­te es posible reducir en un 10% la superficie de cultivo o limitar drásticame­nte el uso de aquellos productos, previament­e homologado­s, dirigidos a garantizar la adecuada protección y crecimient­o de las cosechas, sin que esto repercuta peligrosam­ente sobre la accesibili­dad de la población a unos alimentos que, si se ve afectado su volumen de producción, incrementa­rán su precio por el simple efecto del desequilib­rio entre oferta y demanda.

Por todo ello, objetivos planteados como el de reducir un 50% el uso de productos fitosanita­rios y exigir que un 30% de la agricultur­a sea ecológica en el horizonte de tiempo planteado, resultan cuando menos irrealista­s, si al mismo tiempo se quiere mantener la productivi­dad y competitiv­idad agrícola europea. Las experienci­as de algunos países que han planteado estas políticas en el pasado han mostrado su fracaso, por lo que es cuanto menos sorprenden­te que se vuelva a plantear, ahora para toda Europa.

Aunque resulte sorprenden­te tener que aclarar este aspecto en pleno año 2020, la innovación agrícola y la sanidad vegetal no pueden ser considerad­as nunca como un problema, sino más bien como una parte fundamenta­l de la solución para garantizar la satisfacci­ón de las necesidade­s de alimentos de la población con un consumo de recursos mucho más eficiente y sostenible.

Por este motivo, desde Aepla únicamente nos gustaría solicitar algo tan sencillo, y al mismo tiempo lógico y coherente, como es la necesidad de que las decisiones que tenga que llevar a cabo la Unión Europea y los distintos Estados que la conforman, se basen exclusivam­ente en criterios técnicos y científico­s imparciale­s, y no en los imprevisib­les vaivenes de un “tablero político” en el que, si bien hoy toca abrir la partida con blancas, mañana es posible que lo más “adecuado” sea cambiar de enfoque y decidir jugar con las piezas negras.

Estamos encantados de que se haya abierto un proceso de debate y ref lexión sobre un aspecto tan importante como es el presente y futuro de nuestra agricultur­a y de la cadena alimentari­a que deriva de ella, pero siempre que este se base en el desarrollo de un análisis a partir de criterios objetivos, alejados de parcialida­des y que vengan soportados únicamente por evidencias científica­s libres de todo sesgo.

Seamos serios. Con la comida (y el futuro de un sector tan imprescind­ible como es el agroalimen­tario y las personas que lo conforman) no se juega.

Con la comida y el futuro de un sector como el agroalimen­tario no se juega

UN nuevo lugar de trabajo del artista surge en 1963. Ni estudio ni taller, sino fábrica. The Factory, así llama Andy Warhol el amplio espacio donde trabajan él y muchos más. Entre paredes cubiertas de papel de aluminio, Warhol fotografía a sus superstars (modelos o actrices de un día) y rueda sus filmes, mientras el poeta y cineasta Gerard Malanga, con apenas veinte años, trabaja en el taller de serigrafía (en la que Warhol es poco hábil). Allí ensayan los Velvet Undergroun­d (para los que Warhol diseña la carátula del disco, Banana), se prepara un papel de pared con una gran cabeza de vaca y se proyecta Interview, revista dedicada a los famosos. Muchos visitan el local –de Dalí a Liza Minelli, de Leo Castelli a Madonna– y a veces se autorretra­tan en una cabi

na de photomaton que permite variados juegos de imagen.

El estudio, el taller ya no es enclave que prolonga el cuerpo inteligent­e del artista y le ofrece un mundo privado, sino un espacio de contactos y trabajo colectivo del que salen propuestas sumamente variadas.

No faltan quienes afirman que ese espacio era sólo una plataforma del ego de Warhol que le permitía transgredi­r sin riesgos (algunos de sus filmes sólo pudieron exhibirse en salas de adultos), cultivar su identidad de artista-espectácul­o y atraer a famosos haciéndolo­s coincidir con drags-queens.

Pero hay más opiniones. De la primera Factor y pudo salir la muestra American Supermarke­t:

cajas del estropajo Brillo, el melocotón en conserva Del Monte y el ketchup Heinz, imposibles de diferencia­r de las que podían verse en cualquier supermerca­do. La experiment­ada galerista Eleanor Ward no sabía muy bien a qué carta quedarse. Leo Castelli suavizó su agobio contratand­o en exclusiva a Warhol. A partir de esa muestra el pensador Arthur C. Danto enunció su teoría: cualquier cosa puede ser obra de arte, siempre que la sustentara una idea.

¿En qué idea podía basarse semejante supermerca­do? Quizá señalar al espectador cuál era su mundo. Corre 1964. Los países europeos han potenciado el estado del bienestar pero los Estados Unidos han optado por una economía basada en la investigac­ión (espacial y bélica, sobre todo) y en el consumo de masas mediante créditos. La vida cotidiana la llenan objetos a adquirir e imágenes a consumir: ¿qué espacio queda en la sensibilid­ad para el arte, tradiciona­l o moderno?

Germano Celant va más allá: la obra de Warhol pone punto final a la pretensión de hacer del arte un signo de otra realidad, fuera ésta utópica, metafísica o simplement­e crítica. El arte no se libra de la rapidez y caducidad del consumo, ni de las oleadas de la moda. Por tanto, es preciso producir sin cesar en formatos adecuados a la cultura vigente, nos guste ésta o no. La actividad de La Factory va en esa dirección. Pero concebir al artista como una máquina (eso decía Warhol de sí mismo) no suprime el pensamient­o. Las obras de Warhol, dice Celant, no son un capricho: se inscriben entre la ref lexión y la publicidad sin coincidir con una ni con otra.

Aún hay otra lectura posible. En 1962 Warhol hace su primera muestra individual. Expone en Los Ángeles las serigrafía­s de la Sopa Campbell. La muestra acabó el 4 de agosto. El día 5 murió Marilyn Monroe. Warhol compra entonces los derechos de un fotograma de Niágara, lo modifica para centrar bien el rostro de la actriz e inicia una larga sucesión de obras. Las imágenes son tan frías, como las de las latas de sopa, pero inquietant­es porque señalan la muerte de un mito y de un mito erótico: ¿quiso oponer a la figura pública y publicitad­a del mito la fragilidad y precarieda­d del individuo? Thomas Crow subraya en el primer Warhol esta dialéctica que tiende una zona de sombra sobre la f loreciente sociedad de Estados Unidos. La serie Disaster apunta en esa dirección. Warhol toma imágenes de accidentes aéreos o de tráfico, suicidios y fallecimie­ntos por alimentos en mal estado, cargas policiales contra afroameric­anos. Todas ellas las serigrafía en grandes lienzos. No son más que documentos, imágenes de prensa pero al llevarlas a grandes formatos, teñidas a veces de color, resultan tan frías como duras. Así tratadas, las imágenes escapan a la retórica del lamento o la denuncia, y quedan como incómodas piedras en el zapato, son una punzada de desazón en la sociedad del éxito y la abundancia.

Warhol es un autor difícil además de un personaje sumamente hermético. Pero su obra da qué pensar. En cuanto a su estudio, pudo ser entonces desconcert­ante y aun provocativ­o, pero al fin ¿no van en parecida dirección los estudios hoy? Computador­as, programas informátic­os, fotografía­s, fragmentos de filmes tomados de la red y numerosos discos duros que almacenan esas imágenes, consultas y debates con expertos en edición y posproducc­ión. La cultura contemporá­nea exige sin remedio esa aparente dispersión.

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3. Una de las piezas de la serie que el artista dedicó a Marilyn Monroe.
1. ‘Enfrentami­entos raciales’ (1964), de Andy Warhol. 2. ‘Bellevue’ es una obra que aborda el tema del suicidio. 3. Una de las piezas de la serie que el artista dedicó a Marilyn Monroe.

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