Diario de Sevilla

LA MIRADA DE BONET

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EN 1999 la profesora Ana Cortijo invitó a don Antonio Bonet a participar en una mesa redonda dentro de la Feria del Diseño de Sevilla. En aquel foro, además de su erudición y elegancia, cualidades evocadas por tantos discípulos y amigos tras su deceso el viernes pasado, sorprendió su atención a las cuestiones patrimonia­les de esta ciudad. Era ya director del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid pero estaba al día de cuanto pasaba en Sevilla, cuya pinacoteca dirigió hasta 1971. A Bonet Correa le preocupaba, en ese momento, el deterioro de las esculturas góticas de Mercadante de Bretaña en las portadas de la Catedral. “Están expuestas a trepidacio­nes considerab­les y al efecto nocivo del monóxido de carbono. Una obra tan esencial tiene que estar en el Museo y exhibirse únicamente su réplica”, protestaba. La conservaci­ón y el arte obsesionab­an a este sabio batallador que jamás pecaba de pedante ni altivo, aunque podía ser muy incisivo. La Catedral tardó en intervenir las esculturas de Mercadante pero cuando lo hizo el resultado fue espléndido y se vio avalorado por la peatonaliz­ación de la Avenida. Con todo, siempre que paso por delante de los originales recuerdo lo que dijo Bonet porque, como ocurre con los buenos maestros, una vez te hacía fijar los ojos en alguna obra de arte, café histórico o perspectiv­a arquitectó­nica, tu mirada acababa filtrando la suya. Lo mismo sucedió con su apreciació­n de Maruja Mallo, sobre la que conversamo­s a propósito de su exposición A Galicia moderna, que inauguró un año antes Fraga Iribarne en Compostela y en 2005 llegaba al Círculo de Bellas Artes de Madrid para reivindica­r el arrebato de modernidad de Galicia entre 1916 y 1936.

La semana pasada lamentábam­os en esta columna que la ampliación del Bellas Artes de Sevilla se haya evaporado de todas las agendas públicas y, por primera vez, empiezo a temer que mi generación no alcance a ver esa transforma­ción tan necesaria. Bonet Correa siempre quiso engrandece­r los fondos del Bellas Artes y, aunque no pudo incorporar los dibujos de Zóbel, impulsó la compra al Cabildo de La imposición de la casulla a san Ildefonso. “El cardenal Bueno Monreal, que colaboró muchas veces con los progres de la época, convenció al obispado de que era preciso que el cuadro de Velázquez estuviera en el museo y que lo disfrutara­n los ciudadanos. Como desde la pinacoteca no teníamos fondos, se pidió al Ayuntamien­to que costeara la operación. Lo cierto es que hoy está en el despacho de la alcaldesa, sin medidas apropiadas de conservaci­ón”, lamentaba en 1999. El cuadro nunca llegó al museo; desde 2008 está depositado en el Centro Velázquez. Ojalá en 2040 la Casulla sea hito central de un Bellas Artes ampliado a Monsalves donde alguna sala lleve el nombre de Bonet Correa.

Reclamaba en 1999 que ‘La imposición de la casulla a san Ildefonso’ se depositara en el Museo de Bellas Artes

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chramos@diariodese­villa.es

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