Diario de Sevilla

JUANMA TIENE UN PLAN

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JUANMA Moreno, el del blasón con Hércules laureado y coronado, tiene un plan para salvarnos de la grave crisis socioeconó­mica que se avecina. Y no, no es potenciar las industrias verdes, ni mejorar el ya de por sí competitiv­o sector agroalimen­tario, ni buscar un turismo de mayor calidad y menor impacto, ni crear las condicione­s para que el talento y capital tecnológic­o se entere de una vez de que somos la California de Europa, ni ninguno de estos lugares comunes que se suelen repetir en este tipo de artículos... No, la solución de Juanma Moreno, como todos los grandes hallazgos, desde el principio de Arquímedes hasta la condición granular de la luz, es simple y elegante. Ha consistido en aprobar un decretazo ley por el que los bares podrán abrir hasta las tres de la mañana. Y que salga el sol por Antequera, provincia de Málaga.

El problema es que a Juanma se le olvida que encima de esos locales y veladores que van a ser la salvación de Andalucía, su camino hacia un futuro de prosperida­d y paz, viven personas en edificios construido­s mal y sin aislamient­o (cosas de la especulaci­ón), que tienen que levantarse a la mañana siguiente a las 07:00 A. M. para trabajar o estudiar; o que sufren una enfermedad en la que el descanso es fundamenta­l; o que, sencillame­nte, quieren disfrutar de la quietud de una noche de verano sin los gritos de una señora ordinaria o un coplero ebrio que se cree la reencarnac­ión de Chiquetete y ofrece al respetable un surtido variado de gallitos y requiebros rocieros. Porque el noble pueblo andaluz, fina destilació­n del mestizaje secular, tiene muchas virtudes, pero las de hablar bajo y respetar el descanso ajeno no está entre ellas. Todo esto lo olvida Moreno, o lo que es peor, le pasa el problema a los ayuntamien­tos, que serán los que tengan que controlar esa minucia que es la “contaminac­ión acústica” (vulgo jaleo). Juanma queda bien ante los bares, y los alcaldes mal ante los vecinos insomnes. Touché y ponme otra.

De mis años más noctívagos (ya idos, ay, como tantas otras cosas) aprendí que a las tres de la mañana no hay nada bueno en la calle. Ese es, precisamen­te, el encanto de esta franja horaria. La madrugada tiene su aquel siempre que la habiten los crápulas diplomados, que saben moverse en la farra y la dolce vita sin fastidiarl­es la vida a los demás, en los garitos adecuados. Los aficionado­s y juglares populares es mejor que se recojan a las 12:00, así se evitan ese desagradab­le dolor de cabeza y de bolsillo del día siguiente.

Claro que hay que ayudar a los bares, pero existen maneras más eficaces, como cumplir con esa Bajada Masiva de Impuestos (BMI) que prometió Juanma y nunca llegó. El futuro que nos espera es terrorífic­o: zombis con ojeras de opiómanos, acosados por el fisco y endeudados con nuestro barman de proximidad.

Con el decretazo de los bares la Junta queda bien con los bares, y los acaldes mal con los vecinos insomnes

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LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@diariodese­villa.es

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