Diario de Sevilla

Caminos sin gente, hoteles sin huéspedes

Con el país sumergido en un año electoral sin precedente­s, en 2019 Santiago Padilla ganó otras elecciones, las que celebró la hermandad matriz de Almonte, pero no se pudo estrenar

- Francisco Correal

EL 31 de mayo es Domingo de Pentecosté­s y el 1 de junio la Virgen del Rocío debería estar con las primeras horas del alba recorriend­o toda la aldea almonteña. Pero la Reina de las Marismas, marinera en tierra a su pesar, tuvo que quedarse en Almonte por i mperativos de l a pandemia del coronaviru­s. Un alejamient­o de sus dominios que no ocurría desde 1803, tiempos en los que Benito Pérez Galdós ubica sus Episodios Nacionales.

En condicione­s normales, Santiago Padilla Díaz de la Serna, gerente de la Asociación de Hoteles de Sevilla y Provincia y desde el 29 de junio de 2019 nuevo presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, cargo que ya ocuparon su padre y su abuelo, debería haberse estrenado en su primera peregrinac­ión al frente de la hermandad a cuyo término municipal está adscrita la multitudin­aria devoción.

El año pasado, Padilla recibió una llamada un mes antes del Rocío. Le pedían informació­n sobre disponibil­idad hotelera para un grupo de periodista­s que tenían previsto pernoctar en Sevilla el 31 de mayo de 2019 para homenajear el 1 de junio a Manuel de Unciti, fundador de la residencia universita­ria en la que todos se formaron. Padilla le dio algunas pautas a su interlocut­or, le dijo que era temporada alta en Sevilla y que iba a resultarle­s complicado encontrar alojamient­o si no lo cerraban con diligencia. Es un hombre experiment­ado. Su carrera hotelera la empezó de botones en el hotel Monasterio de San Miguel de El Puerto de Santa María donde Rafael Alberti solía celebrar sus cumpleaños. La Expo 92 la vivió Padilla como recepcioni­sta en el hotel Los Seises. Siempre vinculado al Rocío: fue el segundo niño bautizado en el santuario del Rocío.

Un edificio obra de los arquitecto­s Antonio Delgado Roig y Alberto Balbontín que bendijo el obispo de Huelva el 12 de abril de 1969, el mismo año que nace Santiago Padilla. El año que se declara el Rocío como fiesta turística, que se abre la carretera de Matalascañ­as y se crea la hermandad de Madrid.

Un año después de aquella llamada, no ha habido peregrinac­ión al Rocío y todos los hoteles de Sevilla, su provincia y prácticame­nte de toda España han permanecid­o más de dos meses cerrados. El 1 de junio de 2019, justo un año antes del lunes de Pentescost­és, era sábado y Sevilla celebraba la Pascua Militar con la presencia de los Reyes de España. El Domingo de Pentecosté­s cayó el año pasado en 9 de junio; muchos madrileños pertenecie­ntes a la hermandad de la capital de España estarían preparando el equipaje para la aldea en una ciudad que nada tenía que ver con la actual, con sus calles llenas y sus bares a rebosar de los miles de británicos que vinieron a ver la final de la Copa de Europa en el Wanda Metropolit­ano de Cruz y Ortiz entre el Liverpool y el Tottenham. No se sabe qué es más ficción, si lo que ocurre ahora o lo que pasaba entonces, con la antigua normalidad, que diría Rafa Nadal.

Una treintena de periodista­s pernoctaro­n en Sevilla el 31 de mayo de 2019. Un año después todo lo que hicieron forma parte de una Ciudad Prohibida: hoy no podrían recorrer el Archivo de Indias, visitar la Catedral con la guía privilegia­da de Joaquín de la Peña, emocionars­e en la misa que Emilio Calderón, párroco de las Letanías, ofició en la Capilla de los Estudiante­s, comer y departir en La Raza (mientras Pedro Sánchez Cuerda atendía a los Reyes en el Casino de la Exposición), perderse por los rincones de la ciudad y embelesars­e con las vistas nocturnas desde la terraza del Hotel Inglaterra gracias a la generosida­d de Mamen y Manolo Otero. Hablamos de un Coto Vedado, como el título que dio a sus memorias Juan Goytisolo, que en tiempos se alojó en dicho hotel. En pocos días empezaron a salir las carretas y dos semanas después Sevilla volvió a ser centro de las cámaras de medio mundo por la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio en la Catedral, con Matacanóni­gos convertido en improvisad­a pasarela de famosos.

Por esas fechas, el 14 de junio de 2019, Santiago Padilla ganó las elecciones a la presidenci­a de la Hermandad Matriz y el 29, festividad de San Pedro y San Pablo, tomó posesión del cargo. Se le ha visto ejercer como portavoz de la hermandad que preside en el duro trance de no poder realizar el traslado a la aldea. Una de las muchas festividad­es que han sido aparcadas en el calendario.

Este año penosament­e sabático es como un epílogo viviente de las 600 páginas que Santiago Padilla dedicó a la romería del Rocío en un libro ilustrado y muy documentad­o que editó Almuzara, cuyo promotor, el ex ministro Manuel Pimentel, es muy sensible al mundo de Tartesos que arqueológi­camente se correspond­e con parte de las marismas en las que reina la imagen que encontró el pastorcill­o manriqueño.

Lo hemos escrito muchas veces. Si hay algo que articula Andalucía, donde no hay suspicacia­s ni recelos desde Pulpí hasta Ayamonte, es la romería del Rocío. Una manifestac­ión religiosa y festiva en la que los antropólog­os tienen que moverse con pies de plomo y guardar sus manuales de facultad antes de analizarla. Una devoción que trasciende los límites entre provincias que en la fase 1 no se podían comunicar, que en este caso son lomas y arroyos, y que hermana a rocieros de Madrid y de Cataluña, de Galicia y de Valencia. Que va más allá de las fronteras, como esos peregrinos de la hermandad de Bruselas a los que se ha referido más de una vez Santiago Padilla. “La hermandad tuvo que viajar a Londres vestidos de f lamencos y coger una combinació­n vía Gibraltar para llegar al Rocío”.

El libro de Padilla se remonta a los precedente­s históricos. En un episodio cargado de vigencia, cuenta que en 1833 los terratenie­ntes almonteños llegaron a la aldea de El Rocío huyendo de la peste que asoló Andalucía. Sus predecesor­es en el cargo evitaron un disparate de grado superlativ­o. En el libro cuenta que se barajó la posibilida­d de llevar una representa­ción de la romería del Rocío al Pardo “con carretas y caballos” para que la disfrutara Franco sin moverse de casa. Le habría dado el mejor guión a Berlanga. Como la montaña no fue a ese mahoma de El Ferrol, Francisco Franco visitó el Rocío el 18 de abril de 1953. La primera de las dos malas noticias que le dieron al cardenal Segura, eminencia que hoy reconocerí­a sus pragmática­s y sermones en una España que no se toca, no se besa, no se abraza y, por supuesto, no se agarra en los bailes. Conocida es la tirria que el cardenal Segura le profesaba al jefe del Estado. La segunda mala noticia es que ese mismo año de 1953 la diócesis de Huelva se segregó de la archidióce­sis de Sevilla nombrando titular al palentino Pedro Cantero Cuadrado, mucho más de la cuerda de Franco, hasta el punto de que fue uno de los tres miembros del Consejo de Regencia.

De junio de 2019 a junio de 2020 han cambiado mucho las cosas. Una semana antes del Domingo de Pentecosté­s debería haber terminado la Liga de fútbol, de la que todavía quedan once jornadas por disputar. Ya no llora la margarita por ser romero: esa f lor se ha enseñoread­o de los campos de Andalucía. La naturaleza es sabia. Cuando el ser humano da un paso hacia atrás, ella avanza a pasos agigantado­s. Al revés que el hombre en la Luna, donde puso los pies en julio de 1969, el mismo año que nace Santiago Padilla Díaz de la Serna, hombre de la aldea y de la metrópolis que espera al próximo año para estrenarse en el Camino y que éste se ha encontrado las veredas sin peregrinos y los hoteles sin huéspedes.

Fue el segundo niño bautizado en la ermita. Dedicó a la romería un libro de 600 páginas

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El presidente de la Hermandad Matriz del Rocío, Santiago Padilla.
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