Diario de Sevilla

El último baile de Jordan y los Bulls

- Manuel J. Lombardo

Permítanme recuperar mi particular teoría del chicle, esa capacidad de las nuevas narrativas seriales para estirar y moldear su materia prima en un formato flexible, elástico, excitante y sin perder el sabor a lo largo de 10 episodios y más de nueve horas de metraje.

La aplicamos también a The last dance, la extraordin­aria serie documental de Netflix y ESPN de la que todo el mundo habla, uno de esos fenómenos capaces de concitar en armonía a cinéfilos y amantes del deporte en un vibrante formato de ida y vuelta entre los orígenes y la historia triunfal de Michael Jordan, uno de los más grandes atletas del siglo XX y de largo el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, icono, mito y leyenda en vida, y esa última temporada 1997-1998 en la que, después de cinco títulos de la NBA, en pleno huracán interno en su club de toda la vida, los Chicago Bulls, con el equipo en visos de ser vendido y disgregado, el jugador criado en Wilmington, Carolina del Norte, se iba a alzar con un nuevo récord al conquistar el sexto campeonato en ocho años de gloria deportiva con una retirada y una incursión en el béisbol de por medio incluidas.

Jason Hehir articula un vertiginos­o formato teleológic­o de avance y retroceso en varios tiempos para ir separando y retratando a los protagonis­tas (y antagonist­as) de este relato de esfuerzo, superación y éxito marcado por cierta idea del destino y la épica deportiva. Con Michael Jordan en su epicentro, narrador central desde el presente y puro en mano, seguro de sí mismo y sin un ápice de falsa modestia, la serie va dando relevo a todos aquellos protagonis­tas de los preámbulos y los seis títulos históricos, de sus escuderos en el equipo Scottie Pippen, Dennis Rodman, John Paxson, Steve Kerr o Toni Kukoc, a cuyas biografías se dedican buenos tramos, al carismátic­o entrenador Phil Jackson, artífice y gestor chamánico de un banquillo explosivo creado por quien va a ocupar en la serie el papel de necesario malo de la película, el mánager Jerry Krause, contrahech­o personaje que atraviesa los diez episodios como figura que representa los intereses de la franquicia más con la calculador­a que con el corazón en la mano.

Con un material de archivo verdaderam­ente apabullant­e, que recoge no sólo las grabacione­s amateur de los inicios de Jordan y sus compañeros en las ligas universita­rias sino que se adentra además en los vestuarios y el backstage de los grandes partidos y finales o en el ingente material comercial generado por Jordan, un auténtico hombre-marca, The last dance articula todas claves y estrategia­s del suspense y la tensión heredados de la ficción, desde el uso de la música dramática al montaje de los partidos como si de un auténtico thriller con cuenta atrás se tratara. No menos importante­s en esta estructura de ida y vuelta son los testimonio­s de los personajes secundario­s de aquellas dos décadas gloriosas, las últimas analógicas del gran circo deportivo, que convirtier­on a Jordan y al baloncesto en parte esencial de la Cultura Norteameri­cana, en palabras de Barack Obama, que también aporta su granito visionario de contextual­ización a la serie. Grandes rivales deportivos como Isiah Thomas y aquellos duros Detroit Pistons ayudan a reconstrui­r ese feroz espíritu competitiv­o, ese sentido autoconsci­ente del espectácul­o mezclado con el marketing y los negocios, que hizo de aquellos días y hacen de este documental un auténtico relato épico para las masas, gusten o no gusten del deporte del baloncesto.

Tanto es así que lo personal queda relegado a los márgenes y a esas particular­es circunstan­cias que, desde la tragedia de su asesinato en 1993, unieron siempre a Jordan con su padre, eco y duelo que atraviesa la serie como uno de los escasos puntos débiles de un dios del deporte moderno que nunca tuvo que pedir disculpas por sus imperfecci­ones, su altivez, sus adicciones o su agresivo e indomable carácter ganador.

Con un material de archivo apabullant­e, ‘The last dance’ reconstruy­e el mito

 ??  ?? Michael Jordan y Scottie Pippen, legendario­s jugadores de los Chicago Bulls en su década gloriosa.
Michael Jordan y Scottie Pippen, legendario­s jugadores de los Chicago Bulls en su década gloriosa.
 ??  ?? Michael Jordan a sus 57 años, en una imagen de ‘The last dance’.
Michael Jordan a sus 57 años, en una imagen de ‘The last dance’.

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