Diario de Sevilla

Las redes sociales gobiernan a Kichi

El alcalde de Cádiz admite que algunas de sus iniciativa­s polémicas las toma internet El último soplo lo ha llevado a rebelarse contra la “gordofobia”

- @DavidFerna­nde_ DAVID FERNÁNDEZ

Kichi ha dejado claro que a él no se le ha ocurrido quitarle a Juan Carlos I su avenida para dedicársel­a a los sanitarios. Pero aunque la idea no es suya, lo vería “fetén” porque “una parte de la ciudad no quiere que una avenida lleve el nombre de un estafador y yo estoy de acuerdo”.

Lo que no aclara el alcalde de Cádiz es si hablamos de miles de gaditanos, cientos o un puñado, porque José María González, en realidad, no tiene idea, y segurament­e serán muchos más los que no hayan ni pensado en el asunto. Lo más gracioso es que apela a una “iniciativa” surgida de las redes sociales, que él supo ver y que la mayoría ni adivinó, porque bastante tiene con llenar la nevera. Si le preguntan de dónde surge la inspiració­n que dirige la ciudad, él responde: “No tenemos nada que ver”. Así de modesto se muestra, como si su equipo no tejiera en las redes maniobras tendentes a generar el ambiente preciso para armar sus políticas.

Kichi viene a sugerir que su gobierno, guiado por una fuerza cósmica, está a merced del tuitero de turno, lo cual no parece serio, porque dejaría huérfana a la inmensa mayoría de gaditanos, que apenas tiene tiempo para atender al constante bombardeo de unos y otros con su propaganda barata. Y el mismo argumento viene a utilizar al subrayar que no fue el Ayuntamien­to el que encendió la mecha a propósito de la polémica con el estadio Carranza (que lleva el nombre de un alcalde franquista), sino que la iniciativa de bautizarlo de nuevo con el de Michael Robinson (o cualquier otro) nació también de las redes. De esta suerte, mañana alguien podría lanzar la idea de borrar de las calles el nombre de Isabel la Católica, porque segurament­e también el alcalde, entre tuit y tuit, se mostraría sensible. No en vano, Cádiz ya se ha acostumbra­do a que a una soberana polémica superficia­l siempre le sigue otra aún mayor, por mucho que esté en juego su futuro.

La ciudad hospitalar­ia que en la época ilustrada atraía los pensamient­os más dispares para conciliarl­os con su temple y buen ambiente lleva como puede su decadencia. Pero lejos de, al menos, tratar de adaptarse a los tiempos y, sobre todo, a su realidad, ahora resulta que está guiada por los bajos fondos de internet, allí donde anidan el odio y la revancha. Lo curioso es que Kichi dice que “es el momento de arrimar el hombro por la salud de todos y para buscar una salida a la crisis”, a la vez que se dedica a alimentar la tensión del ambiente con debates que sólo sirven para dividir. De seguir así, pronto los gaditanos se quedarían sin calles con nombres propios.

Cuando Cádiz no sabe aún cómo salir de esta crisis, cuando podría estar trabajando en la integració­n de su puerto y su ciudad, un nuevo proyecto para el cementerio San José, la rehabilita­ción de su centro, la atracción de inversores que tiraran del carro en favor de las energías limpias que tanto le atraen, la recuperaci­ón del comercio tradiciona­l más allá del posado en una foto... En definitiva, cuando podría ejercer el poder como se espera de un alcalde en mitad de una crisis, resulta que destina buena parte de su tiempo a oír lo que le dicen las redes como si fueran el oráculo.

No sabemos si elige los temas al azar o si de vez en cuando utiliza perfiles inventados para enfrentar sus ideas a las de sus adversario­s, pero antes que a los técnicos de su Ayuntamien­to, los empresario­s, antes que a los colectivos sociales, a los que maman sobre el terreno que sea, o antes incluso que a los agentes sociales y económicos, él prefiere escuchar a las redes, por muchos disparates que se digan. Y allí donde usted, que pertenece a la mayoría silenciosa, sólo ve un patio de vecinos, él descubre grandes iniciativa­s.

Los gaditanos no tienen la menor idea de cómo afrontará el

Ayuntamien­to la recuperaci­ón de esta crisis, pero hay que valorar que Kichi sabe cómo entretener al personal. Lo mismo le da usar la figura del rey emérito como carnaza sin venir a cuento que, como hizo ayer, sólo 24 horas después, ir de víctima para lanzar un alegato en defensa de todos los gordos de España, a raíz de unos comentario­s ofensivos hacia su persona, que ha observado, siempre alerta, en Internet, cada vez que alguien se refiere a él. Por lo visto, ahora ha descubiert­o la mala leche que anida en el anonimato.

Kichi, que el pasado Carnaval se disfrazaba de elfo barrigudo, riéndose de sí mismo, ahora cae en la cursilería y se rebela contra lo que viene en llamar la “gordofobia” para dejar entrever que está harto de que le afeen los kilos de más con grandes dosis de guasa combinadas con la fina ironía gaditana. Al alcalde ya no le hace ni pizca de gracia que le insinúen de manera grotesca que durante el confinamie­nto “se ha hartado de phoskitos”.

Conste que no lo hace por él. Lo hace por los niños y también por las mujeres, dice. Y los que nos ponemos a dieta los lunes alternos se lo agradecemo­s, de veras, porque con humildad ha vuelto a dar una lección bajo su perfil de profesor de Historia. Y mucho cuidado, porque no se le vaya a ocurrir a un periodista, como de hecho ha sucedido, decir que ha engordado las medidas que dice haber impulsado durante la pandemia, como se engordan los presupuest­os para vender la misma partida seis veces al pueblo en cualquier administra­ción. Ya está bien de insultarle, hombre.

Kichi puede pasar por alto que alguien discuta el calado real de sus recetas, pero tonterías las precisas. Cuando Teófila Martínez era la rubia teñida a todos hacía mucha gracia. Ahora no caben los chistes ni para alegrarnos las penas. Y menos, si son grotescos. La cosa se está poniendo tan seria, que, ciertament­e, preferiría­mos a un alcalde con personalid­ad y criterio propios, aunque se equivoque, antes que a alguien sin sentido del humor que se mueve según soplen los vientos en la red de redes. Pero es lo que toca.

Y lo propone un alcalde que no deja títere sin cabeza –como casi todos los políticos de su generación, sean del color que sean– cuando por ejemplo sus rivales salen a manifestar­se. Entonces no se corta para tachar a los representa­ntes de derecha de fascistas y traidores. Es la única fórmula que se le ocurre para atraer a los que no piensan como él. Y como consuelo, si usted es de los cree naufragar en mitad de la pandemia que ha hecho trizas sus planes al frenar un progreso ininterrum­pido que invitaba a mirar al futuro sin mayores temores, si no tiene idea de cómo saldremos de ésta, si le ahoga la incertidum­bre, no se apure: seguro que a Kichi se le ocurre algo para desviar la atención y olvidarse de todos sus problemas.

Lo mismo le da usar la figura del Rey emérito sin venir a cuento que defender a los gordos

Kichi habla de arrimar el hombro todos para a la vez lanzar debates que sólo sirven para dividir

 ?? JESÚS MARÍN ?? El alcalde, José María González, disfrazado de elfo barrigudo, el pasado Carnaval, riéndose de sí mismo.
JESÚS MARÍN El alcalde, José María González, disfrazado de elfo barrigudo, el pasado Carnaval, riéndose de sí mismo.
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