Poscoronavirus
fraestructura en protección social. Miles de personas se han visto desprotegidas de la noche a la mañana sin saber a quién acudir y con unos servicios sociales comunitarios, ya de por sí debilitados, con escasos recursos materiales y humanos para hacer frente a las consecuencias sociales de la pandemia con solvencia.
Durante estos dos meses y medio se han tenido que cerrar centros de atención, por mandato de las autoridades pertinentes, pero no se ha dejado de prestar ayuda. Cáritas Diocesana de Sevilla ha reinventado su sistema de acogida y acompañamiento, para poder dar sus servicios a pesar del confinamiento. Para ello, se han creado servicios como el de atención telefónica.
También se ha duplicado la ayuda en algunas de las 251 Cáritas parroquiales de la Diócesis. Pilar Galindo es coordinadora del acompañamiento realizado por los voluntarios y destaca el “desbordamiento” vivido en los primeros momentos del confinamiento. “En muchos casos las personas que atendemos viven al día y de una economía irregular. Imagínate, vieron cómo sin poderse mover dejaban de poder cubrir sus necesidades básicas. El teléfono llegó a colapsarse”, afirma. La coordinadora explica cómo solucionaron ese déficit de recursos a través de convenios con los comercios de los barrios donde los usuarios pudieron desplazarse con su DNI y después Cáritas pagar sus compras. Destaca el aumento de peticiones de ayudas en tema de vivienda, sobre todo, en el pago de deudas de alquiler.
Otras de las claves en las que están trabajando ahora desde Cáritas es asesorando y ayudando para facilitar el acceso a todas las prestaciones que se están poniendo en marcha como el Ingreso Mínimo Vital.
La pandemia ha provocado situaciones que han llegado para quedarse. La atención telefónica y las citas previas son prácticas que ha traído el estado de alarma y que, comprobados sus beneficios, seguirán desarrollándose al igual que el aumento de la higienización y la reducción de las aglomeraciones.