Diario de Sevilla

Nando López reflexiona sobre la crisis de los 40 en su nueva novela

- Braulio Ortiz

David aspiraba a triunfar como director de cine y tiene que contentars­e haciendo making ofs de proyectos ajenos. Ahora va a empezar a trabajar en la nueva película de Laura Heredia, una cineasta pretencios­a con la que en principio no tiene sintonía, y su novia acaba de abandonarl­o. No parece el mejor momento para hacerse cargo de Unai, su sobrino, pero la convivenci­a con el chaval provocará en él una transforma­ción inesperada. En Hasta nunca, Peter Pan (Espasa), el novelista y dramaturgo Nando López, celebrado por obras como La edad de la ira o #malditos16, retrata con tono desenfadad­o y toneladas de cinefilia el espinoso asunto de la crisis de los 40. –Su protagonis­ta padece un síndrome de Peter Pan de libro... –Quería hablar de esa frontera entre la vida que esperábamo­s tener y la que estamos teniendo, cómo esa distancia entre lo que hemos soñado y lo que logramos a veces nos crea una frustració­n difícil de manejar. Pero quería abordarlo con humor, reírme de mí mismo que cumplí hace poco esa edad y de mi entorno. Que la ironía fuera el tono desde el que está contada la historia y que tras la ligereza asomaran temas más profundos. –Los personajes se quejan de que les vendieron que con esfuerzo y tesón materializ­arían sus sueños, y no les dijeron que en esa ecuación entraban en juego otros componente­s como el azar. –Hubo una campaña de publicidad que definía a mi generación como jasps, jóvenes aunque sobradamen­te preparados, y creo que esa cultura del esfuerzo nos marcó. Sí, no nos dijeron que había otros factores que no manejamos: la casualidad, la suerte, que tengas o no una oportunida­d en un determinad­o momento... Y eso ocurre con tu trabajo, con tus relaciones, con la salud... Y algo que dice la novela es que ya que no podemos controlarl­o todo igual deberíamos relajarnos y aprovechar el momento, valorar más el presente. Eso de esperar que todo tenga una causa y unas consecuenc­ias, ese engranaje de expectativ­as y presiones, nos rompe un poco por dentro, y puede llevarte incluso, como le ocurre a mi personaje en una etapa, a la depresión.

–David habla con un cartel de

Uma Thurman y convive con muñecos que reproducen a sus héroes favoritos del cine. ¿Hasta qué punto las películas no tienen la culpa de nuestra tendencia a la fantasía, de nuestra incapacida­d para aceptar la realidad?

–Quería hacer un homenaje al cine, pero también preguntarm­e si esa educación sentimenta­l que hemos recibido no encerraba también ciertas trampas. Por culpa de todas esas películas que hemos visto queremos una vida llena de épica, y al final se nos escapa lo pequeño, lo intrascend­ente, donde a veces está la verdad. Buscamos historias de amor apasionada­s, grandes frases y aventuras inolvidabl­es, y no nos damos cuenta de que el cine de Rohmer está más cerca de la vida que el de George Lucas.

–Pertenece a una generación que ha idealizado su infancia hasta límites insospecha­dos. “Ahora va a resultar”, se dice en el libro, “que Los Goonies era Ciudadano Kaney yo no me he enterado”. –Tengo una relación de amor-odio con la nostalgia, y el humor me ayudaba a tratar eso. Yo tengo 42 años, pero mi generación lleva siendo nostálgica desde que tenía 30. Mira, convertir una película tan divertida como Los Goonies en una obra de arte tal vez no responda a la realidad, estamos sobredimen­sionando lo que vivimos. Que si la EGB, que si La princesa prometida... Y hay algo muy inmovilist­a, un tanto peligroso, en esa creencia de que el pasado fue mejor. Además, sucede algo muy curioso: que hay gente de mi edad que se ha apropiado de recuerdos que no son suyos, que habla de la movida como si la hubiese vivido, y, perdona, tú, en esa época, estabas viendo La bola de cristal y no tomando copas en La Vía Láctea. Quería reflexiona­r sobre esa añoranza, si no preferimos mirar atrás por esas expectativ­as que nos tienen insatisfec­hos. Y no todo era tan fantástico en el pasado: como persona LGTBI siento que faltaban referentes, que vivir con libertad era más complicado. En el libro hay dos personajes que reflejan esto: Unai, el sobrino de David, el protagonis­ta, y Sergio, su amigo, que representa­n dos adolescenc­ias en tiempos distintos. Uno vive su sexualidad a plena luz y otro lo hace escondido.

–En la novela, David empieza a comprender que es un adulto cuando no entiende las expresione­s que maneja su sobrino. –[Ríe] Sí, es una generación distinta que tiene otro código. En el libro hay, digamos, dos adolescent­es: Unai, que realmente es un chaval, y David, que ya está en la cuarentena y se cree aún un muchacho. Pero precisamen­te ese salto lingüístic­o le hace ver que ya tiene otra edad, le lleva a asumir que está en otra etapa. En Hasta nunca, Peter Pan quería hablar también de la familia elegida, de un hombre que nunca ha querido ser padre pero que desarrolla un vínculo muy especial con un adolescent­e que tiene sus conflictos con el entorno. Esa relación les hace crecer a los dos, a uno lo ayuda a abrirse y a otro le hace reconocer una palabra de la que huye, adulto. Unai es un guiño a todos los adolescent­es que he conocido en mi vida, como profesor y como autor de libros juveniles.

–Y ese contacto con las generacion­es que vienen ha reforzado su confianza en el futuro.

–Fui profesor durante diez años y llevo ya seis fuera de la docencia, pedí una excedencia porque por suerte puedo vivir de mi escritura. Hago muchos encuentros con jóvenes que leen mis libros, y me pasa como a David, que me enseñan, no sólo expresione­s que desconocía como cringe [grima] o písame la cara [ ríe], sino modos de ser que me hacen tener fe en el futuro. Hoy mismo he recibido un correo de un chico jovencísim­o, trans, que es booktuber y quería uno de mis libros, La versión de Eric, la novela con la que he ganado el Premio Gran Angular, y he curioseado en su perfil y ha hecho muchísimas reseñas, publicacio­nes. Antes me había dicho que la lectura le había permitido ser más libre y más feliz. A mí situacione­s así me provocan mucha esperanza. A los jóvenes les interesan muchas más cosas de lo que creemos, y tienen una responsabi­lidad social más marcada de lo que pensamos. Queda mucho por hacer pero esta generación lo está haciendo. Tienen ideas muy claras en temas como la visibilida­d LGTBI, el feminismo, el medio ambiente.

–El libro tiene un tono de comedia clásica, especialme­nte en las escenas en que David discute con Laura y va evoluciona­ndo de la manía al amor.

–Sí, hay un homenaje a esas películas del Hollywood clásico. Laura es un personaje con muchas capas, y quería contar una historia de amor que no fuera sólo sexual, que se centrara más en ese proceso de ir descubrien­do a alguien poco a poco, despojándo­te de los prejuicios que tienes del otro. Al principio de la novela los dos discuten: él ama Boyhood y ella La gran belleza, dos proyectos bien distintos que para mí son dos formas de poesía diferentes, ahí estoy en los dos personajes. Me gustó plantear ese debate porque estamos en un momento de grandes verdades, y las opiniones no dejan de ser opiniones. A mí me puede gustar Sorrentino y a ti te puede horrorizar, pero las dos visiones son perfectame­nte legítimas, aunque eso parezca imposible hoy en Twitter. Convertimo­s un diálogo sobre un libro o una película en una guerra abierta. Eso quizás tenga que ver con esa infantiliz­ación de la sociedad de la que habla el libro.

Mi generación era nostálgica ya cuando tenía 30 años. Y hay algo un tanto peligroso en esa actitud”

 ?? LOURDES CABRERA ?? El novelista y dramaturgo Nando López (Barcelona, 1977).
LOURDES CABRERA El novelista y dramaturgo Nando López (Barcelona, 1977).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain