Diario de Sevilla

ELOGIO DE LA COMARCA

- JUAN RUESGA NAVARRO

EN el pasado estado de alarma hemos visto en los medios de comunicaci­ón muchos mapas que nos informaban gráficamen­te de la evolución de la pandemia, número de afectados, número de fallecidos, etcétera. Estos mapas normalment­e eran de la provincia y mostraban los términos municipale­s que, con diversos colores, claros para pocos casos y oscuros para una mayor incidencia del virus, nos permitían de un vistazo hacernos una idea de cómo evoluciona­ba la situación sanitaria. De repente se nos han hecho familiares los contornos y siluetas de los términos municipale­s, su diferentes tamaños y curiosas formas, a modo de un expresivo mosaico de las graves circunstan­cias que hemos vivido en estos últimos meses. A la vista de los mapas hemos tratado de deducir alguna conclusión que explicara los datos. Número de habitantes, distancia a la capital, accesibili­dad por carretera, etcétera. Un poco de todo eso ha habido sin duda, pero de forma natural aparecían grandes manchas que agrupaban a los municipios sevillanos con similares caracterís­ticas sanitarias, dibujando la Sierra Norte, la Sierra Sur, el Aljarafe, la capital y su entorno, la Vega de Carmona, el valle del río…. Es decir, las comarcas.

Esos territorio­s que identifica­mos por determinad­as caracterís­ticas físicas o culturales. Porque mucho más allá de entidades administra­tivas que agrupan municipios, los nombres de las comarcas andaluzas nos cuentan Andalucía, sus territorio­s y su historia, nos permiten identifica­r gentes, productos, folclore y tradicione­s que nos dicen quiénes somos y quiénes son nuestros paisanos. Por ejemplo: Valle de los Pedroches, Campo de Gibraltar, Axarquía, Alpujarra, Sierra de Cazorla, Sierra Morena, Andévalo, los Vélez, Vega de Granada, Valle del Guadalhorc­e, La Janda, Serranía de Ronda, Bahía de Cádiz. Estos nombres y tantos otros son el mapa real de Andalucía, la que entendemos todos. La que explica nuestra realidad de un gran territorio, del tamaño de un país medio europeo como Austria, con una extensa y variada costa, abierta al Mediterrán­eo y al Atlántico y un fértil valle del río Guadalquiv­ir entre la cordillera Bética y la Penibética.

Las leyes y normas administra­tivas podrán dar a las comarcas un papel más o menos relevante en la vida oficial de nuestra comunidad, pero estoy convencido que ir en la dirección de facilitar que los problemas se entiendan y solucionen comarcalme­nte, permitirá una mayor funcionali­dad del territorio, con una mejor accesibili­dad a los bienes y ser vicios, al conocer con detalle la población y sus necesidade­s más inmediatas o el desarrollo de la industria agroalimen­taria, tan ligada al terreno. Como ha quedado claro si citamos los ejemplos ampliament­e conocidos de los Pedroches, el Levante y el Poniente almeriense o la costa occidental de Huelva. Recursos naturales, energías alternativ­as, patrimonio monumental, son otros sectores que se entienden muy bien desde las comarcas, que en su conjunto mejorarán la armonía entre andaluces.

Los nombres de las comarcas nos cuentan Andalucía, sus territorio­s y su historia

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