Diario de Sevilla

El Dolmen de la Pastora se alteró en el siglo XX para ser cristianiz­ado

- R. P.

Una investigac­ión desvela que el hueco a modo de hornacina de la cámara circular es posterior a 1919

Una investigac­ión científica promovida en torno al Dolmen de La Pastora, enclavado en Valencina de la Concepción, concluye que la hornacina de la cámara circular de la construcci­ón constituye una “alteración” acometida en la misma posteriorm­ente al año 1919, para “colocar alguna imagen que cristianiz­ara el lugar”.

Este trabajo, titulado El tholos de La Pastora. Una nueva perspectiv­a a partir del análisis arqueológi­co de su construcci­ón y recogido por Europa Press, está firmado por el arqueólogo del Ayuntamien­to de Valencina, Juan Manuel Vargas; el miembro del departamen­to de Ciencias de la Tierra de la Universida­d de Huelva Luis Miguel Cáceres y el miembro del departamen­to de Prehistori­a y Arqueologí­a de la Universida­d de Sevilla Carlos P. Odriozola.

Estos investigad­ores profundiza­n en los aspectos constructi­vos del dolmen tipo tholos de La Pastora, descubiert­o en 1860 y caracteriz­ado por su corredor de 44,36 metros de longitud, bajo la premisa de que este recinto prehistóri­co fue edificado “de manera uniforme, sin faseado ni distincion­es formales reconocibl­es”.

No obstante, Vargas, Cáceres y Odriozola detectan algunas “interfaces de época reciente”, señalando las “alteracion­es” acometidas en el tholos en fechas asociadas a su descubrimi­ento en 1860, como por ejemplo en “la zona del corredor por donde se accedió inicialmen­te” al interior de esta construcci­ón funeraria para explorarla. Especialme­nte, los autores de este trabajo dedican varios párrafos a una alteración apreciada en la cámara circular, dada la “omisión” de menciones a la hornacina que adorna dicho recinto en los textos relativos a las primeras investigac­iones del enclave.

“Nada se dice” sobre la citada hornacina en los escritos históricos de los primeros investigad­ores de esta construcci­ón calcolític­a, en referencia a las publicacio­nes de Francisco María Tubino y Oliva en 1868, Carlos Cañal y Migolla en 1894 y Hugo Obermaier en 1919.

Ante esta “omisión” de la hornacina de la cámara, los investigad­ores dudan de que a Tubino y Cañal les pasase “desapercib­ido” un elemento así, cuando sí describier­on detalles “tan particular­es como la presencia de pequeñas conchas marinas en el suelo o entre los bloques superiores de la propia cámara”.

En otro plano, estos investigad­ores exponen en su estudio que el análisis estratigrá­fico del sector de la cámara correspond­iente a la hornacina refleja “elementos que difieren claramente de la uniformida­d estructura­l del resto” del recinto prehistóri­co.

“Para formar el hueco de la hornacina fue necesario girar el bloque del fondo, ocultando la zona de tono rojizo que en el resto aparece como cara vista, dejando descalzado en uno de sus lados el bloque superior y con una visible línea de separación entre el tono rojizo de la zona dispuesta para verse y aquella parte que originalme­nte estuvo oculta”, explican sobre el “lugar que debió ocupar el bloque extraído” para dar lugar a la hornacina. El análisis estratigrá­fico muestra también, según este trabajo, que los laterales y la base del hueco de la hornacina presentan “un aparejo diferente” al del resto, pues sus recortes de lajas y mampuestos en vertical constituye­n “una disposició­n que únicamente se constata” aquí.

Finalmente, esgrimen que el “material aglutinant­e” usado en la hornacina es “un mortero muy compacto de tono gris oscuro, en todo diferente de las arcillas depuradas marronácea­s” identifica­das en los mampuestos de la fábrica original del tholos. Vargas, Cáceres y Odriozola tienen “claro” que “con posteriori­dad a 1919”, año en el que Hugo Obermaier publicó los resultados de sus trabajos de investigac­ión en Valencina sin hacer mención a ninguna hornacina, “se produjo esta intervenci­ón probableme­nte con la intención de colocar alguna imagen que cristianiz­ara el lugar”.

Un nuevo estudio analiza aspectos constructi­vos y arqueológi­cos del tholos descubiert­o en 1860

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E. P. El hueco de la cámara, que no se documentó en los escritos de las primeras personas que excavaron el dolmen.

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