Diario de Sevilla

LOS CALZONCILL­OS NO SON PARA LOS BALCONES

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

DEFIENDE un tabernero ilustrado, fino observador y solvente escritor como Enrique Becerra que todo bar debe aprobar las asignatura­s de la croqueta y la ensaladill­a. Si falla en estos platos no merece la pena avanzar en la carta de tapas. Antes de meterse en las tonterías con vinagre de Módena, el rulo de queso frito y el tataki de atún, hay que saber hacer lo de siempre como nunca. Los del Río han confesado alguna vez que para evaluar la calidad del público ante el que cantaban en fiestas privadas bastaba con saber cuántos cubiertos habían desapareci­do al término de la velada. Hay reglas que no fallan. Mucho menos en verano. Si usted busca piso para alquilar en las costas de Huelva o Cádiz, donde está la cosa chunga porque hay miedo al arrendamie­nto por si vuelve el estado de alarma, sólo tiene que fijarse en las fachadas. Huya si es muy alta la ratio de balcones con toallas puestas a secar sobre las barandas. Qué horror. La ropa tendida suele ser una señal inequívoca de pisos ruidosos, convivenci­a hostil y colchones en vez de camas. No les digo nada si además aprecian prendas tendidas cara al público en balcones convertido­s en azoteas. Se ve de todo. La ropa interior pasa a ser ropa exterior. Recuerdo un hotel donde se prohibía tender los bañadores en los balcones. My bien hecho. Y el conserje llamaba a la habitación para advertir de que debían ser retirados. ¿Y qué me dicen de los edificios catalogado­s de Sevilla, convertido­s en apartament­os turísticos, donde hasta marzo se veían camisas, calzoncill­os y pantalones tendidos en preciosas fachadas? Antes de alquilar analice bien si se va a meter en un bloque de cuatro toallas, tres sábanas y varios calzoncill­os tendidos. No olvide las reglas simples que nunca fallan. La ropa tendida a la vista de todos es un indicio fiable de griterío, ascensor siempre ocupado (cuando no averiado) y gente que deambula por las zonas comunes con el torso al aire. No juegue con sus vacaciones. Para estar peor que en casa quédese en la suya y cómprese una postal de Rota. Se tiende en las azoteas, desde donde suele haber derecho a vistas interesant­es de la ciudad o de la playa, según los casos. Un bloque se distingue de otro por el número de balcones con prendas tendidas. No le digo nada si además hay sábanas bajeras que convierten el espacio directamen­te en una covacha. Cuánto daño han hecho los rusos millonario­s con sus tatuajes y sus pelambrera­s al aire tomando los clubes de playa marbellíes. Todos tienen la pinta de tender la ropa en el balcón y comprar la leche por cajas como si no hubiera un mañana.

Qué horror de fachadas cuando se aprecian toallas, calzoncill­os y bragas tendidos al exterior como si no hubiera azoteas

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