Alemania cierra con una pena simbólica el juicio tardío a un cómplice del nazismo
La Justicia alemana cerró con una pena simbólica su proceso tardío contra el ex guarda de un campo de exterminio nazi, declarado culpable de complicidad en los 5.232 asesinatos cometidos en el tiempo en que estuvo ahí de servicio, cuando tenía 17 años. Dos años en régimen de libertad vigilada es la pena impuesta por la Audiencia de Hamburgo a Bruno Dey, de 93 años. Una condena que se rige por el Código Penal aplicable a menores, dada su edad entonces.
Se cerró así el que tal vez será el último proceso por crímenes del Tercer Reich, dada la complejidad que entraña llevar adelante unos juicios dificultados por la avanzada edad de los encausados y de los testigos directos de los cargos que se les imputan.
Para la Justicia alemana, rige el principio de que el asesinato no prescribe. 75 años después de la derrota del Tercer Reich, ese principio posibilita sentar ante tribunales a quienes fueron “piezas en el engranaje mortal del aparato nazi”, como dice la sentencia. La defensa pedía su absolución y la
Fiscalía había solicitado tres años. Las muertes imputadas correspondían al periodo en que sirvió Dey en Stutthof, un campo nazi cercano a Gdanks, en la Polonia ocupada, donde según los historiadores murieron asesinados 100.000 presos, en su mayoría judíos.
Dey ingresó en el campo en agosto de 1944 y salió en abril de 1945, un mes antes de la capitulación nazi. En ese periodo se han documentado 5.232 muertes. En la última vista antes de la sentencia, el lunes, el acusado había pedido perdón “a todas aquellas personas que pasaron por ese infierno”.