Diario de Sevilla

EL ODIO SELECTIVO

- ccolon@grupojoly.com CARLOS COLÓN

EL discurso de odio, según nuestro Gobierno social-podemita y el posprogrer­ío, es bueno o malo según quién odie y a quién se odie. Si se dirige contra el Rey, el Ejército, la Guardia Civil, Dios, la Iglesia o los creyentes se trata de libertad de expresión. Nuestra politizada Justicia se ha hartado de dictar sentencias absolutori­as y desestimar denuncias si el odio se dirige contra estas institucio­nes, colectivos o personas. Si, en cambio, se dirige contra lo que el Gobierno considera intocable, con él en primer lugar, perseguir y censurar es una sana defensa de los valores democrátic­os y un cortafuego­s del odio.

La semana pasada PSOE, Unidas Podemos, ERC, Bildu, CUP y otros firmaron un manifiesto en el que a la denuncia de los discursos racistas, xenófobos y machistas y la defensa de los derechos humanos –cosa que cualquier persona razonable suscribe, aunque sorprende que Bildu, ERC o CUP lo hagan– unían la condena de los discursos “de la extrema derecha y derecha extrema” (para meter al PP en el saco) que “suponen un peligro para la convivenci­a” (cosa que el blanqueami­ento de ETA o el golpe del 1-O por lo visto no suponen). Añadiendo su solidarida­d con “todas las perso

Según el Gobierno el discurso de odio es bueno o malo según quién odie y a quién se odie

nas que han sido objeto de los ataques e insultos desde estas actitudes radicales e intolerant­es, incluidos miembros del Congreso de los Diputados y del propio Gobierno”. Todas las personas menos el Rey, los creyentes, los guardias civiles o los militares, claro.

El siguiente paso lo ha dado Unidas Podemos, secundado por PSOE y ERC, presentand­o una proposició­n no de ley para que las empresas tecnológic­as supriman los discursos de odio en las redes sociales porque “el contexto del Covid-19 ha generado una creciente polarizaci­ón en la opinión pública”. Por lo visto no bastan los tribunales –como se dice cuando el odio se dirige contra quienes según ellos es legítimo odiar– para denunciarl­o.

Y eso que la justicia suele tener en España tan ancha la manga de la toga como la fiscal catalana que ha dictaminad­o que los militares no pueden denunciar delitos de odio, desestiman­do la denuncia presentada por la Unión de Militares de Tropa contra el concejal de la CUP Joan Coma i Roura que, cuando el ejército comenzó a desplegars­e el pasado 16 de marzo en plena expansión del Covid-19, tuiteó: “Si vemos al Ejército abracémosl­es fuerte, incluso tosiéndole­s en la cara”. Esto no es odio. Es libertad de expresión.

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