El independentismo va a llegar atomizado como nunca al 14-F
● El abanico de los votantes secesionistas puede abrirse hasta un total de ocho opciones en las elecciones autonómicas previstas en febrero
Hasta ocho papeletas distintas podría llegar a encontrar un votante independentista en las elecciones catalanas previstas para el próximo 14 de febrero, una cita a la que el soberanismo catalán acude más atomizado que nunca y sin una hoja de ruta compartida que indique cómo continuar el procés.
Tres años se cumplieron ayer de la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre de 2017, tras la cual el Gobierno de Mariano Rajoy aplicó el artículo 155 de la Constitución y suspendió el autogobierno catalán.
Lejos de haberse cimentado su unidad de acción tras aquellos meses convulsos que acabaron con penas de prisión o huidas al extranjero por parte de los principales líderes del procés, la división sigue lastrando a unos partidos independentistas que se miran de reojo.
Los recelos acumulados entre socios de Govern, JxCat y ERC, y sus estrategias divergentes han agriado su relación en una legislatura plagada de encontronazos y que termina, eso sí, con una apelación común para los próximos comicios: su objetivo es superar el 50% de los votos para que sus reivindicaciones ganen legitimidad.
JxCat, ERC y la CUP volverán a ser las tres principales fuerzas independentistas que concurrirán a las elecciones catalanas, aunque esta vez el abanico de opciones podría multiplicarse.
Uno de los partidos aún sin destino claro es Demòcrates –formación surgida de una escisión de la extinta Unió, abanderada de la vía unilateral y que cuenta con dos diputados integrados en el grupo de ERC–, que defiende un frente común independentista, aunque está dispuesta a presentarse por separado si no hay lista unitaria.
Otra posible nueva papeleta en las mesas electorales sería la del PDeCAT, que busca representar un independentismo de centroderecha pragmático –con la ex consellera Àngels Chacón como candidata– y que ha roto con el espacio de JxCat que lidera el ex president Carles Puigdemont, que quiere difuminar su vinculación a la formación heredera de la antigua CDC, asediada por el caso 3%.
En el flanco del catalanismo moderado, Convergents –liderado por el ex conseller Germà Gordó–, Lliures –encabezado por el ex dirigente de CDC Antoni Fernández Teixidó–, y la Lliga Democràtica impulsada por la politóloga Astrid Barrio han acordado un decálogo como base para elaborar un programa electoral conjunto y han invitado a otras fuerzas a formar una “alternativa electoral de centro amplio”.
Quien ya ha dejado clara su voluntad de competir en solitario es el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), de la ex dirigente del PDeCAT Marta Pascal, mientras que también impulsará su propia lista Primàries Catalunya, formación minoritaria que agrupa a sectores partidarios del unilateralismo críticos con JxCat y ERC.
Esta fragmentación podría matizarse antes del 14-F si cristalizan pactos para intentar agrupar algunas de las siglas. Así, ha habido contactos a lo largo de esta legislatura entre JxCat y Demòcrates: los de Puigdemont quieren ampliar su oferta para abarcar a los sectores alineados con su estrategia de confrontación con el Estado, mientras que los hasta ahora aliados de ERC se han ido distanciando del pragmatismo de los republicanos.
Las fuerzas del soberanismo moderado, por su lado, pueden neutralizarse y quedar fuera del Parlament si rehuyen una lista única.
PDeCAT y PNC están ideológicamente muy cerca, pero las heridas entre Pascal y su antiguo partido aún no han cicatrizado, mientras que la tríada Convergents-LliuresLliga Democràtica intenta ampliar su fórmula unitaria.