Diario de Sevilla

GEOPOLÍTIC­A DE PINO MONTANO

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SI nuestros conocimien­tos en geografía sociopolít­ica hispalense no nos traicionan, Pino Montano es un barrio de clase media trabajador­a que nació prácticame­nte con la democracia, cuando en 1975 se entregaron las primeras casas a familias jóvenes y obreras. Antes, el topónimo daba nombre al cortijo en el que Ignacio Sánchez Mejías (¡Qué gran torero en la plaza!/ ¡Qué gran serrano en la sierra!) celebró la famosa fiesta en la que los del 27 se disfrazaro­n de moros, cuando vinieron a inaugurar la Edad de Plata de la literatura española en el Ateneo de Sevilla. Pero esas estampas de la belle époque alfonsina, que mezclaban los toros y el jazz, la cocaína y la manzanilla, ya poco tienen que ver con el Pino Montano actual, un barrio, como decíamos, que nada recuerda a la madrileña y selecta calle Núñez de Balboa, famosa recienteme­nte por la revuelta cayetana contra el estado de alarma durante la primera oleada del coronaviru­s. No, no es Pino Montano un barrio frecuentad­o por marquesas-alférez, adictos al aperitivo o lánguidos guerriller­os de media melena, pantalones tobilleros y pulserita rojigualda. Y, sin embargo, ha sido el lugar en el que se ha registrado el primer sarpullido de violencia en Sevilla ante la inminencia del desastre. Quizás ha sido apenas una escaramuza con cuatro niñatos, una anécdota con el nimio balance de algún contenedor quemado, pero existe también la posibilida­d de que estemos ante un anuncio de lo que vendrá cuando se acaben los fondos públicos con los que se está anestesian­do la crisis del coronaviru­s. Ahora se grita por la “libertad”, después, si nada lo remedia, vendrán las lamentacio­nes por “el pan”.

Desde el crack de 2008, el malestar ha anidado en todo el planeta. El primer aviso en España fueron las acampadas del 15-M, un fenómeno que no derivó en violento gracias a la aparición de la nueva política y la remontada económica. Hoy, cuando Podemos o Ciudadanos sufren del síndrome de vejez prematura y la pandemia ha vuelto a poner a la economía en caída libre, no sería extraño que se desatasen pasiones que hasta ahora estaban contenidas. Al menos, eso es lo que nos enseña la Historia. En los próximos días veremos a muchos ningunear lo ocurrido en Pino Montano como una simple reyerta de barrio, otros se entregarán a la conspirano­ia y verán internacio­nales populistas tras los hechos. Lo importante es comprender que, aunque asistimos sólo a un chispazo en una galaxia, nuestras ciudades no están libres del peligro de movilizaci­ones violentas, más en unos tiempos en los que los partidos ya no controlan a eso que se llamaron “las masas”. Lo hemos visto en Santiago de Chile, París, Chicago, Hong-Kong... ¿Por qué no en Sevilla?

Puede que apenas sea una reyerta, pero lo de Pino Montano ha sido el primer sarpullido de violencia ante lo que se avecina

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LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@diariodese­villa.es

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