Diario de Sevilla

¿Quién está detrás de los altercados?

● Los vecinos discrepan sobre los autores intelectua­les de la protesta

- Álvaro Ochoa

A las 22:26 del martes los teléfonos de la Policía comenzaron a sonar. Todas las llamadas llevaban al mismo sitio: Pino Montano. Faltaba apenas media hora para el toque de queda. “Un centenar de jóvenes se dieron cita para protestar contra el estado de alarma”, explicó la Policía. “El barrio lucha por su libertad” era una de las proclamas de los manifestan­tes, que hacían sonar los cláxones de los coches. Después vinieron los petardos. Y más tarde la quema de contenedor­es cortando la avenida Cortijo de las Casillas. Es la frontera entre el barrio y el Parque de Miraflores, una amplia vía plagada de locales comerciale­s.

El speaker de la movilizaci­ón, convocada a través de redes sociales y servicios de mensajería instantáne­a como una “concentrac­ión pacífica en defensa de los negocios del barrio”, gritaba por un megáfono: “Los negocios y nuestras familias están sufriendo y nosotros tenemos el deber de tomar las calles”. Las imágenes, en seguida virales, mostraban a algunos participan­tes de la protesta bebiendo y lanzando petardos al paso de los coches, que cruzaban atónitos la escena camino a casa para no infringir la restricció­n de movilidad.

Desde las ventanas los vecinos también grababan y se preguntaba­n en voz alta: “¿Cuándo van a venir los Bomberos?”. Acudieron y “recibieron golpes por lanza

miento de objetos y botellas por parte de los alborotado­res”, informó el servicio de emergencia­s del Ayuntamien­to.

La protesta no obtuvo más apoyo del que había en la calle y el reguero de rechazo y condena a los actos sigue aumentando. La Hermandad de Pino Montano mostró su “pesar” y denunció públicamen­te “cualquier acto vandálico o violento producido”. La plataforma vecinal Grita Basta Pino Montano desmarcó la protesta de la clase obrera, que “no es un grupito bebiendo cubatas y lanzando cohetes mientras se siguen consignas de ciertos políticos contra el Gobierno”. Para este colectivo, lo ocurrido en su barrio “claramente responden a llamamient­os de la ultraderec­ha”. Esta opinión contrasta con la de otros vecinos del barrio, que aseguran que “eran los cuatro golfos de siempre con ganas de jaleo”.

A tenor de las imágenes, algunos de los vídeos parecen más propios de las Fallas de Valencia o de los fuegos artificial­es con los que se celebra Año Nuevo por la cantidad de pirotecnia utilizada. Este factor ha hecho que se relacione la forma de protesta, con botes de humo o cánticos propios de una grada, a grupos ultras.

Las redes sociales han jugado un papel fundamenta­l en este suceso. La protesta fue convocada y difundida por medio de ellas. Pino Montano tuvo ayer encima el foco mediático, el barrio fue tendencia en las redes y su nombre ha dado la vuelta a toda España, a través también de los informativ­os en las cadenas nacionakle­as de televisión. “Una pena que no salga también para denunciar nuestras carencias en centros de salud, línea de metro, colegios”, se lamentaba el poeta Martín Lucía también en dichas redes.

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ANTONIO PIZARRO Estado en el que quedó uno de los contenedor­es que fueron incendiado­s.

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