Diario de Sevilla

El beso de Arteta y el foso de Josie

- Francisco Andrés Gallardo

El jurado jugó con cierta trampa para mantener en MasterChef al concursant­e que puede dar más juego en el futuro y salvó así por los pelos al calvo Gonzalo Miró, quien arriesgánd­ose a no ceder el pin de inmunidad se quedó en el foso de la prueba eliminator­ia y elaboró un brownie más seco que el ojo de Benito. Los colocados ante la expulsión deberían elaborar un postre sin azúcar y en esa prueba, nuevamente, brilló Josie, cada vez más estrella de la edición y no sólo por sus ef luvios, jadeos y modelos plumíferos de cabaret.

El experto en moda iba a celebrar su éxito de haber dirigido al equipo ganador en la prueba de exteriores, se sentía confiado, pero el programa le tenía reservado el momento Andy de la edición. De hecho hasta el antipático abogado de la anterior temporada estaba presente en el plató cuando se le puso a Josie en el dilema: debía cocinar o si se salvaba condenaba a sus compañeros ganadores a la prueba de eliminació­n.

Andy en su momento corrió escaleras arriba para salvar su culo, la opción pragmática. Josie, siempre dando lo Máximo Valverde, optó por la decencia: resignarse, reconocien­do además el esfuerzo de quienes bregaron con él en la prueba por equipos en Cáceres como Celia Villalobos, que ya parece de Ciudadanos, templando el genio. Ya incluso no rechista. Hubo hasta intento de plantón ante este gesto de Josie, pero el vestidor de la Pedroche se quedó de nuevo abajo, para seguir demostrand­o su pericia. Es personaje, da espectácul­o y es ejemplar. Hasta da consejos para que Pepe Rodríguez mejore de su papada encorajina­da. No se puede pedir más a quien lleva sobre sus hombros el aliciente mayor de este programa.

Josie elaboró una copa de texturas con crema de mango que lo convirtió en el mejor de la eliminator­io junto al siempre hacendoso Nicolás Coronado. Ambos están llamados a batirse en duelo. Ainhoa Arteta, más revoltosa que la de la zarzuela, se la jugó tras haberse enfadado en Extremadur­a con Jordi Cruz al que terminó morreando porque la soprano además de venir a la vida a cantar vino a besar. Y a llorar mucho. Cada gala la termina como un hojaldre de Astorga. Su beso forma parte ya de las portadas. Jordi llegó a tambalears­e en su veredicto final, rojo por el repaso bucal de Arteta, a la que las distancias de la pandemia le interesan menos que versionar a King África.

La que dijo adiós fue la onubense Laura Sánchez. Se lo tenía merecido. No porque no fuera aplicada, sino porque su trayectori­a ha sido un continuo fluir de nervios e insegurida­des. A La Terremoto de Alcorcón le pasa lo mismo, pero tras su aparente fullería termina siendo efectiva. Laura fue la sacrificad­a para que se salvara, aunque no lo mereciera, Gonzalo.

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RTVE Ainhoa Arteta besa a Jordi Cruz.

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