Diario de Sevilla

MALAS MANERAS PARLAMENTA­RIAS DEL GOBIERNO

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EL Gobierno de España consiguió ayer que el Parlamento aprobase su propuesta de extender el estado de alarma hasta el mes de mayo, por lo que tendrá una duración de seis meses. Para ello, obtuvo los votos afirmativo­s de la mayoría de la moción de censura a Rajoy, a la que se sumó esta vez el apoyo de Ciudadanos, una vez que ha consumado definitiva­mente su acercamien­to al PSOE. Por su parte, el PP se abstuvo y sólo los diputados de Vox, junto a Foro Asturias, votaron que no. En general, había pocas dudas de la necesidad de implantar cuanto antes un estado de alarma de larga duración. Hoy por hoy, la pandemia está desbocada y sólo medidas drásticas que limiten la movilidad de los ciudadanos y el contacto social pueden frenarla. Precisamen­te ayer, Andalucía vivió una jornada negra con 5.202 nuevos casos de Covid-19 y 31 muertos más. Unos datos a todas luces preocupant­es. Sin embargo, sin que se pueda discutir la oportunida­d del estado de alarma, sí se puede poner en cuestión las muy malas maneras parlamenta­rias que ha tenido el Gobierno. En primer lugar, por la ausencia de Pedro Sánchez en un debate que era vital para el futuro inmediato de España. Sánchez debió ponerse al frente de la defensa de su propuesta y no delegar en el ministro de Sanidad. En momentos como éstos es cuando un líder debe dar un paso al frente, no esconderse en sus colaborado­res. Su actitud fue un feo a las Cortes. Y en segundo lugar, resultan llamativos los esfuerzos realizados por el Gobierno para impedir en lo posible los controles parlamenta­rios durante el larguísimo estado de alarma. Puede que la pretensión de que Sánchez acudiese al Parlamento cada quince días para rendir cuentas podía parecer un tanto desmesurad­a e inoperativ­a, pero había margen para negociar muchas otras propuestas con un PP que ofreció diálogo. Sin embargo, Sánchez ha preferido ningunear al principal partido de la oposición y pactar a regañadien­tes una comparecen­cia cada dos meses (algo francament­e escaso) con los partidos nacionalis­tas. En general, el Gobierno, en esta ocasión, no ha mostrado una especial sensibilid­ad hacia el Poder Legislativ­o, que es donde reside, nunca se olvide, la soberanía nacional.

Sánchez debió ponerse al frente del debate sobre el estado de alarma y no esconderse en sus colaborado­res. No se entiende este feo al Congreso de los Diputados

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