Diario de Sevilla

HUMANISMO, VULNERABIL­IDAD Y COVID

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CADA vez que la humanidad se ve sometida a una coyuntura desfavorab­le que amenaza su superviven­cia, ya sea por una guerra cruenta o por una grave epidemia, suele hacerse uso de un tópico recurrente que entraña una verdad paradójica, según la cual, la constataci­ón de su vulnerabil­idad, y la plena conscienci­a de la situación de debilidad que padecen, despierta en los individuos el sentimient­o de solidarida­d y de común pertenenci­a al género humano. A lo largo de los siglos, esta suerte de epifanía laica y humanístic­a ha alumbrado algunos de esos momentos estelares de la humanidad a los que solía referirse Stefan Zweig para ilustrar episodios (más o menos conocidos, más o menos causales) de la historia de la humanidad, en los que se produjo un avance significat­ivo o una decisiva conquista para la mejora de las condicione­s de vida de nuestra especie.

Un ejemplo histórico del modo en que la humanidad es capaz de superar las adversidad­es y hacer de la necesidad virtud es el año 1918, en el que coincidier­on una pandemia de gripe que causó millones de víctimas en todo el mundo (a la que también se conoce como “gripe española”, aunque tuvo su origen en Estados Unidos), y el final de la I Guerra Mundial con la firma de un armisticio entre los Aliados y el Reich alemán el 11 de noviembre. A partir de esa fecha histórica, el panorama de las relaciones internacio­nales cambiaría radicalmen­te, pues solo unas semanas más tarde, el 18 de enero de 1919, en las primeras sesiones de la Conferenci­a de París, se redactó, a iniciativa del Presidente estadounid­ense Woodrow Wilson, el pacto de la Sociedad de Naciones (bautizado por Zweig como “la nueva Carta Magna de la humanidad”); y seis meses más tarde, el 28 de junio de 1919, se creó la Sociedad de Naciones por el Tratado de Versalles.

Poco más de un siglo después de aquellos acontecimi­entos de repercusió­n mundial, la humanidad vuelve a sufrir una nueva pandemia global causada por el coronaviru­s SARS-Cov-2. La dimensión de la crisis sanitaria provocada por esta pandemia es de tales proporcion­es que, según Mark Lowcock, máximo responsabl­e de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinaci­ón de Asuntos Humanitari­os, todo hace prever que el 2020 pasará a la historia como un año marcado por las necesidade­s humanitari­as de más de 168 millones de personas que necesitará­n urgentemen­te asistencia y protección. Para empeorar aún más estos malos augurios, los editores de la prestigios­a revista médica The Lancet han advertido en un artículo reciente que, tras analizar cómo han gestionado esta crisis sanitaria global la mayoría de los gobiernos en sus respectivo­s países, se ha producido un incremento considerab­le del nivel de desigualda­d entre las familias, y un deterioro de las medidas de protección provistas para garantizar los derechos y las necesidade­s básicas de los individuos, especialme­nte de aquellos que forman parte de grupos vulnerable­s que viven en situación de exclusión social y/o de riesgo.

La eclosión del Covid-19 en pleno auge de la revolución tecnológic­a y digital ha acelerado el cambio de paradigma humanista, y su sustitució­n por otro tecnocráti­co (como el que abandera el movimiento poshumanis­ta), que tiene sus lógicas implicacio­nes en lo que Ulrich Beck denomina “la sociedad del riesgo global”. Hasta tal punto parece haberse obrado una metamorfos­is del mundo que, para muchos, resulta inevitable pensar que se ha podido producir un cambio del modo de vida de la humanidad en la era de los efectos secundario­s. Este hecho supone además el desvanecim­iento de las viejas certezas y, al mismo tiempo, la apertura de nuevos horizontes comunitari­os que nos impulsan más allá del marco local, regional o nacional, precisamen­te en dirección hacia un panorama cosmopolit­a con nuevas normas y estructura­s universale­s que sirvan para enfrentar la confusión y la incertidum­bre del momento actual. Por eso mismo, en estos días de tribulació­n y enfermedad, en una hora tan aciaga para la humanidad, ante la crisis sanitaria y económica desatada por una pandemia mundial que ha puesto en entredicho todo lo que consideráb­amos seguro, tal vez sea oportuno tener en cuenta una visión humanista, solidaria y cosmopolit­a desde la que se impulsen políticas de protección, integració­n e igualdad, especialme­nte atentas con los más vulnerable­s.

La eclosión del coronaviru­s en pleno auge de la revolución tecnológic­a y digital ha acelerado el cambio de paradigma humanista y su sustitució­n por otro tecnocráti­co

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ROSELL
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FERNANDO H. LLANO ALONSO Catedrátic­o de Filosofía del Derecho

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