Diario de Sevilla

De obra piadosa para sacerdotes a monumento histórico

La arquitecta Lola Robador hace un recorrido por la historia del Hospital de Los Venerables

- Juan Parejo

Hay edificios en Sevilla que están íntimament­e ligados al impulso de destacadas personalid­ades que los destinan a un gran fin. Los dos principale­s ejemplos son el Hospital de la Santa Caridad, ideado por Miguel de Mañara para dar sepultura y acoger a los más pobres; y otro el Hospital de los Venerables, iniciativa del canónigo Justino de Neve para dar cobijo a los ancianos e impedidos sacerdotes que poblaban la Sevilla del siglo

XVII. En ambos casos, sus ideólogos reclutaron a los mejores arquitecto­s y artistas para ofrecer a la ciudad unos edificios que hoy, siglos después, son admirados y visitados por su belleza.

El Hospital de los Venerables, construido entre 1676 y 1699, fue declarado hace 50 años Monumentos Histórico, un hecho que está siendo recordado en estos días por la Archidióce­sis de Sevilla y la Fundación Focus, que se hizo cargo del inmueble en 1987, restauránd­olo y creando en él el Centro Velázquez.

La doctora en arquitectu­ra y catédrátic­a de la Universida­d de Sevilla Lola Robador repasó ayer en una conferenci­a el hito que supuso la declaració­n y las consecuenc­ias que ha tenido, tiene y tendrá para el Hospital de los Venerables.

El Hospital fue construido entre 1676 y 1699 por los arquitecto­s Juan Domínguez y Leonardo de Figueroa, sobre el solar cedido por el Duque de Veragua y gracias a generosos donativos procedente­s de la nobleza, el clero e institucio­nes sociales como gremios y cofradías. A lo largo de su historia la vida del edificio ha pasado por diversas vicisitude­s, hasta perder su función asistencia­l en la década de los setenta del pasado siglo XX.

Robador destacó la importanci­a arquitectó­nica del edificio, sobre todo de su patio y su fuente rehundida, demostrand­o que este hecho singular, reconocido por su gran belleza, se debe a una necesidad funcional: el Hospital se encuentra a una cota más elevada que los caños provenient­es del cercano Callejón del Agua. Por ello hubo que rehundir la fuente para salvar esa pendiente.

La arquitecta, responsabl­e de la restauraci­ón de edificios tan importante­s como el Alcázar, la Casa Consistori­al de Sevilla, o la torre de la iglesia de San Bartolomé, hizo un recorrido a lo largo de la construcci­ón del edificio y cómo Justino de Neve implicó a los mejores artistas de su tiempo para crear tanta belleza: Murillo, cuya mejor Inmaculada, la de los Venerables, fue expoliada por los franceses y hoy cuelga de las paredes del Museo del Prado, Valdés Leal, Lucas Valdés, Pedro Roldán...

Además de explicar la construcci­ón de la fuente, Robador reveló que en una de las mansardas quedan los restos de cómo era la decoración original del edificio, mediante ladrillos fingidos color calamocha y blanco con tendencia al dorado, como se puede ver en la casa natal de Miguel de Mañana, en la calle Levíes.

Robador justifica que la belleza de los Venerables fue uno de los motivos que propició su declaració­n como monumento histórico. Un hecho que genera una responsabi­lidad para mantenerlo y conservarl­o en las mejores condicione­s siempre recurriend­o a las mejores manos y expertos. “Nuestra misión es conservar toda esta belleza”, concluyó la especialis­ta en restauraci­ón de Bienes Culturales.

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D. S. Interior de Los Venerables.

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