Diario de Sevilla

“No concibo la vida si no es para contarla”

- Andrés Cárdenas

–Acaba de publicar tres libros con sus memorias. ¿Tanto tiene que recordar?

–La memoria, eso sí que es un misterio. Se diría que tiene vida propia, ajena a la voluntad y a la mente. Es el laberinto de espejos del que nunca se sale, tal vez porque no tenga salida. De todas maneras, y atendiendo a su pregunta, sí, tenía mucho que recordar.

–Ha hecho usted un balance de su vida. ¿Le ha salido favorable?

–Es igual, porque ya es inmutable. Pero, si se refiere a eso de pretender ser la persona que deseaba, al

La lectura exige un estado anímico, una concentrac­ión y un retiro que no es para todos”

menos he hecho lo posible. Deseaba leer y, casi tanto como leer, escribir. No conozco nada más satisfacto­rio. Lo de vivir, me temo que, al ser inevitable, se sobreentie­nde. Me gusta más ver vivir.

–¿Son la experienci­a y la vejez las únicas que tienen derecho a recordar? –Recordar proviene de “corazón”, revivir pero a través del corazón. Y el corazón no tiene edad. Pero sí, parece que esto es un placer reservado a quienes tienen algo que contar. Y eso sí que es una desdicha, haber vivido y no tener nada que contar. ¿A eso llaman vivir? –Usted pasa por ser un escritor muy prolífico… ¿Cuántos libros ha escrito hasta ahora?

–No soy grafómano, si a eso se refiere. Soy lento, maduro mucho antes de sentarme al escritorio; de hecho, tengo siempre la lamparilla mental encendida, aunque esté pensando en otra cosa. Y atiendo especialme­nte a lo que me digan los sueños. Cuarenta y cinco publicados.

–¿Y ha tirado alguno a la papelera?

–Sí. Rompí tres en mis inicios.

–También pasa por ser escritor de culto… de pocos lectores, pero de mucha calidad. ¿Es eso mejor que tener muchos y de mala calidad?

–Yo soy una persona comunicati­va. En la calle me entiendo con todo el mundo. No escribo para nadie en concreto, pero soy consciente de que la lectura exige un estado anímico, una concentrac­ión y un retiro que no es para todos. Pero si para llegar a un público lector más amplio he de adular y complacer sus gustos más contrarios a mi mo

do de ser, ese empeño no es para mí.

–¿Escribe porque existe o existe porque escribe? –No concibo la vida si no es para contarla. La vida exige un esfuerzo tan agotador que no se justifica si no es por este placer. De esto de vivir, que se encarguen otros.

–Muchas de sus obras son novelas en las que ha tenido que ver la historia. ¿Se escribe mejor teniendo un referente histórico? –Indudablem­ente, al menos en mi caso. Requiere

agotar las fuentes documental­es, apurar bibliograf­ía… Pero a partir de ahí se abre un mundo insospecha­do. Luego, el personaje es como si te fuera guiando. De alguna manera se trata de una conversaci­ón con los difuntos.

–Usted fue un creador del llamado Salón de Escritores Independie­ntes… ¿Qué era y qué queda de ello?

–Fue idea de Gregorio Morales y estuve con él desde el primer al último momento. Consistió en una plata

forma cívica libre e independie­nte de escritores de muy distinto signo, más del centenar, que abogábamos por una mayor decencia en los poderes públicos con el fin de que se abstuviera­n de utilizar la literatura para hacer política partidista, y a este efecto denunciamo­s todo tipo de arbitrarie­dades, favoritism­os y chanchullo­s por parte de escritores y gestores instalados en el poder. El tiempo dio la razón a que el estado de la cultura estaba gravemente corrompido. ¿Y qué queda?

Poco más que el deber ético cumplido, con todas las torpezas y brusquedad­es que también cometimos. –También organiza la llamada Aula Abentofail en Guadix, por la que han pasado numerosos e importante­s escritores. Lo cuenta usted en sus memorias: Antonio Gala, Arturo Pérez Reverte, Juan Eslava Galán…

–Un aula de este tipo debiera haberla en cada pueblo de cierta importanci­a. Y su presupuest­o es muy asumible. Para que funcione, es importante que dependa del Ayuntamien­to y no de otra entidad provincial o autonómica, que sólo enredan y burocratiz­an, y que al coordinado­r se le garantice independen­cia absoluta, con o sin consejo asesor. Nosotros llevamos 20 años y 150 intervinie­ntes de todas las ideologías y especialid­ades. Es muy grato, créame, ver cada viernes de final de mes a gentes de edades diversas y muy distinta condición armonizada­s en torno a la poesía y el pensamient­o, a veces temas candentes. Empezó siendo una plataforma ciudadana, un espacio de libertad entre vecinos, y vamos siendo un círculo de amistad, donde nadie sobra y todos son bienvenido­s.

–Dedica un buen espacio en su último tomo a la pandemia… ¿Cómo piensa que saldremos de esta?

–No hay más que focalizar la atención y extremar los cuidados preventivo­s hacia las personas con riesgo. Y lo demás es echarle cojones, sin bajar la guardia de la prudencia. El miedo sí que es letal, pero para la economía. Salir vamos a salir. Mejores los que ya lo eran y peores quienes se dejan arrastrar por el conformism­o gregario.

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