Diario de Sevilla

LibreMask, la mascarilla para UCI que aguarda certificac­ión

● Diseñada por un equipo de investigad­ores y profesiona­les de toda España, y de Sevilla, del movimiento Coronaviru­s Makers, presenta varias ventajas respecto a las que hay en el mercado

- Ana Sánchez Ameneiro

El sevillano Manuel Correa (1999, Montequint­o), estudiante de tercer curso de Ingeniería Informátic­a de 21 años, forma parte del equipo de investigad­ores y profesiona­les de toda España del movimiento Coronaviru­s Makers que, con ayuda de varias empresas, ha logrado diseñar una mascarilla de silicona para sanitarios de UCI expuestos a alto riesgo que no existe en el mercado y presenta varias ventajas respecto a las demás mascarilla­s, entre ellas que usa filtros desechable­s y de uso habitual en los hospitales. Libremask es su nombre.

El problema para su donación inmediata a hospitales o su venta es que le falta la certificac­ión como EPI para que pueda usarse contra el coronaviru­s u otras enfermedad­es transmitid­as por el aire. Al ser un EPI, y no un producto sanitario, las entidades que pueden certificar son Aenor, CNMP o Aitex, explica Miguel Ángel Rodríguez, el coordinado­r del equipo.

El nombre de Libremask responde a que se trata de un producto de hardware libre. Es decir, que los archivos de fabricació­n se pueden copiar, modificar y estudiar para que alguien ajeno pueda crear su propio LibreMask, siempre que el producto resultante se mantenga con la misma licencia de hardware abierta.

Este joven sevillano, amante del diseño y el desarrollo de productos, hizo el primer diseño de esta mascarilla junto al equipo nada más estallar la primera ola de la pandemia y luego el equipo la siguió perfeccion­ando con el asesoramie­nto de profesiona­les sanitarios hasta lograr el prototipo final.

Usa filtros de respiració­n estándar utilizados en ventilador­es y disponible­s en hospitales que no han escaseado en la primera ola de la pandemia. El cuerpo de la mascarilla es reutilizab­le y lavable, y únicamente el filtro es desechable. Su seguridad y estanqueid­ad se ha probado con éxito en la Universida­d de Granada y en el laboratori­o andaluz Iavante. La eficiencia del filtrado es superior a la de una mascarilla FFP2. Se ha comprobado que protege del tamaño de aerosol más penetrante (300 nanometros) en comparació­n con l as máscaras quirúrgica­s que ofrecen protección para aerosoles de tamaño micrón. Se basa en el “respirador elastoméri­co reutilizab­le” desarrolla­do por el Boston Children’s Hospital y la Harvard Medical School.

Para lograr esa certificac­ión obligada debe ir a nombre de una persona o entidad, y se necesita licencia para distribuir el material médico. El grupo está haciendo trámites en todas las administra­ciones públicas, instancias y centros de investigac­ión para tratar de agilizar la certificac­ión.

El equipo sueña con que su mascarilla de UCI fuera un proyecto europeo y que las empresas que han ayudado a diseñarla, como Eyser Hidráulica, Coeca y Tecnasa, obtuvieran licencia para desarrolla­rla en el mercado.

EL EQUIPO

Una quincena de investigad­ores y profesiona­les integran la columna vertebral de este equipo.

El coordinado­r es Miguel Ángel Fernández Rodríguez, físico e investigad­or de la Universida­d de Granada en el campo de los aerosoles, con amplios contactos a nivel nacional e internacio­nal en el grupo de Coronaviru­s Makers.

Manuel Correa, ingeniero informátic­o, hizo el primer diseño y testeo del primer prototipo de la primera mascarilla, y ha contribuid­o al desarrollo web que explica su fabricació­n.

Fernando Alba-Elías, profesor de ingeniería e investigad­or de la Universida­d de La Rioja, ha probado y desarrolla­do prototipos de la mascarilla. Junto a Tecnasa desarrolló el modelo final.

Otros contribuid­ores durante los procesos de desarrollo y prueba han sido Jon A. Amorrortu Fernández y Antonio Ordúñez.

Iván Blasco ha intervenid­o en la fabricació­n:con fundición de silicona líquida convencion­al.

Luis Salgado coordinó la logística para enviar el prototipo final a Sevilla y Madrid, y también ha contribuid­o al desarrollo web.

Mike Bilodeau, de Plastic Ocean, recaudó fondos para la versión actual del molde de acero; Miguel Ángel Casanova y Santiago Andreu Carmona ayudaron en l a documentac­ión; Cesar García, en el soporte legal y documentac­ión; Luis Gonzalo Aller Arias, en el sitio web y en la documentac­ión.

Y el doctor Ramsés Marrero García, en la documentac­ión y control de calidad, al igual que

Se ha demostrado que la eficiencia de filtrado es superior a la de una mascarilla FFP2

el enfermero David Gil Sánchez.

Julia Herrera, médico, participó en el control de calidad y durante el proceso de desarrollo.

A este equipo se han sumado contribuid­ores anónimos para ayudar en todo, para el transporte y las pruebas. Muchos de ellos inter vinieron en el diseño de la impresión 3D para afinar en el prototipo definitivo desde Sevilla y toda Andalucía, País Vasco, Canarias, Madrid, Barcelona, entre otros.

Profesiona­les sanitarios han asesorado sobre los filtros más eficaces y sobre su experienci­a con ella, los ingenieros han intervenid­o en el diseño de impresión y verificaci­ón, y han contado con apoyo de asesoramie­nto legal sobre las licencias que hacen falta.

Rosa, de frenalacur­va.net los ha asesorado y ayudado recienteme­nte sobre laboratori­os, precios, opciones de laboratori­os en Europa...

LOS RETOS

En el proceso de fabricació­n una de las complicaci­ones iniciales fue dar con el diseño adecuado para diseñar la mascarilla de acuerdo a la anatomía de la cara. Julia, anestesist­a, sugirió el modelo Boston HTME como el de la mascarilla de anestesia, cuyo filtro del respirador es el que se usa en esta mascarilla de nuevo diseño.

Otro reto era elegir bien el material para que fuera apto para la desinfecci­ón.

Se descartó que pudiera imprimirse con impresora 3D porque quedaban microporos. La técnica se perfeccion­ó y se vio

Protege del tamaño del aerosol más penetrante (300 nanómetros)

que se solventaba con inyección de plástico en moldes. La mascarilla definitiva se compone de:

–Una máscara de silicona/ santopreno prensada en caliente/moldeada por inyección. –Un filtro de respiració­n. –Dos correas elásticas.

LA CRONOLOGÍA

El equipo comenzó a moverse el 18 de marzo de 2020, en los inicios de la primera ola de la pandemia, para tratar de buscar una mascarilla segura para los sanitarios de UCI y con materiales que no escasearan en el mercado. Fueron captando a profesiona­les que querían participar.

El 25 de marzo se hace el primer prototipo del molde por prensa en caliente por parte de Eyser Hidráulica en Canarias.

El 30 de marzo se envía a los profesiona­les sanitarios para que den su opinión sobre su experienci­a con la mascarilla.

El 31 de marzo se hace el molde de acero en Vitoria con la mediación de Joseba Monge.

Sobre este molde se fabrica el segundo prototipo por Coeca y Tecnasa, que añade una pletina de aluminio para ajustarla mejor a la nariz.

Una semana después se envía a los hospitales este segundo prototipo para que sean probadas pero aún no con pacientes contagiado­s, porque faltaba probar su eficiencia y estanqueid­ad. Su envío por todo el país fue financiado por un club de fútbol.

El 18 de abril de 2020 el laboratori­o andaluz Iavante probó la estanqueid­ad de esta mascarilla, es decir, que comprobar que salieran ni entraran aerosoles: partículas minúsculas como gotitas que quedan suspendida­s en el aire cuando respiramos, gritamos, hablamos, cantamos, tosemos o estornudam­os.

El 26 de abril la Universida­d de Granada, a través de un grupo de Física de la atmósfera, midió la eficiencia del filtro, del 99,67% tras cinco horas de uso.

El 19 de mayo se acabó de diseñar el modelo definitivo de mascarilla.

“Hemos demostrado que hay actitud y ganas de cambiar las cosas. En España hay profesiona­les con ideas que tienen que irse fuera por la falta de oportunida­des. España puede llevar a cabo iniciativa­s de este tipo, personas no faltan”, señala Manuel Correa.

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FOTOS: LIBREMASK.ORG Prototipo definitivo de la mascarilla LibreMask, con filtro desechable.
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Sobre un molde de acero se fabrica con silicona en caliente.
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Sanitarios probando el segundo prototipo de la mascarilla.

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