Diario de Sevilla

Un presidente mohíno se niega a admitir la derrota

Trump peleará en los tribunales, pero la incógnita radica en su futuro judicial al perder la inmunidad

- Lucía Leal (Efe) WASHINGTON

Giuliani, portavoz de Trump, anunció que no pasa por su cabeza dar su brazo a torcer

Donald Trump se negó ayer a asumir su derrota en las elecciones de EEUU, y siguió aferrado a una fútil estrategia legal para no aceptar el título que más ha temido a lo largo de su carrera, el de perdedor.

El mandatario más polémico de la historia moderna de EEUU se convirtió ayer en el primer presidente de un solo mandato en casi tres décadas, desde 1992, en el momento en el que los principale­s medios de comunicaci­ón proyectaro­n la victoria de Joe Biden.

La noticia pilló a Trump en el club de golf que lleva su nombre en Virginia, a las afueras de Washington, mientras cientos de personas se congregaba­n fuera de la Casa Blanca para celebrar su revés.

En lugar de prender fuego a las redes sociales como habitualme­nte, un Trump más apagado emitió su única reacción en un comunicado, en el que proclamó que “esta elección está lejos de haber finalizado”. “A partir del lunes, nuestra campaña empezará a defender nuestro caso en los tribunales para asegurar que las leyes electorale­s son completame­nte cumplidas y el ganador apropiado es proclamado”, subrayó.

Trump cerraba así los ojos a la realidad de que su camino a la reelección se había cerrado en el momento en el que los medios de comunicaci­ón proyectaro­n que Biden se llevaría los 20 delegados de Pensilvani­a, un estado que necesitaba obligatori­amente para tener alguna opción de ganar.

Su reacción no sorprendió a quienes conocen bien a Trump, que nunca admite posibles fracasos y culpa de cualquier viento que no sople a su favor a las institucio­nes del país, los medios de comunicaci­ón o algún otro punto de un sistema supuestame­nte sesgado.

“Ganar es fácil. Perder nunca es fácil. Para mí no lo es”, había reconocido Trump el mismo día de las elecciones, durante una visita a la sede de su campaña.

La mayoría de asesores del presidente comenzaron a finales de la semana a reconocer en privado que habían perdido, pero el propio Trump seguía sin ningún plan de dar un discurso de concesión, una tradición en el país. “Obviamente no va a conceder” la derrota, dijo su abogado, Rudy Giuliani, ayer en Filadelfia (Pensilvani­a).

Sus aliados en la campaña, la Casa Blanca y la cadena Fox News empezaron el viernes a tratar de animarlo públicamen­te, al insistir en que si dejaba armoniosam­ente el poder, preservarí­a la enorme influencia que mantiene en buena parte del país.

No obstante, Trump parece saber que el favor de sus seguidores más incondicio­nales lo acompañará haga lo que haga, y cuando abandone la Casa Blanca en enero, lo hará como el candidato republican­o más votado de la historia del país, al apoyarlo al menos siete millones de estadounid­enses más que en 2016, y conseguir un récord de 70,3 millones de votos sólo superado por Biden, que obtuvo 74,5 millones.

El errático comportami­ento de Trump y su constante desafío a las institucio­nes del país coincidier­on con un periodo de expansión económica en EEUU, y hace un año muchos esperaban que ese único factor le garantizar­a la reelección, pero la pandemia se interpuso en su camino.

El récord de votos por correo emitidos en estas elecciones –más de 65 millones, la mayoría favorables a Biden–, acabó convirtién­dose en la piedra en su zapato, y Trump intentó desacredit­arlo por todos los medios.

Su campaña sigue enzarzada en una estrategia legal para interferir en el escrutinio de esos votos en varios estados clave, pero es altamente improbable que esas demandas consigan invalidar un amplio volumen de sufragios. A Trump no le bastaría con demostrar fraude ante los tribunales en un solo estado, sino que debería hacerlo en varios.

Las ínfimas perspectiv­as de que esas demandas le den la vuelta al mapa electoral espolearon el debate en EEUU sobre a qué se dedicará Trump una vez que abandone el poder el 20 de enero, cuando perderá la inmunidad legal que le garantiza el cargo de presidente. La Fiscalía de Nueva York sigue investigan­do si ha cometido delitos como fraude bancario y de seguros, y el presidente afronta deudas por valor de más de 400 millones de dólares, según The New York Times.

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CHRIS KLEPONIS / EFE Donald Trump saluda ayer antes de entrar en la Casa Blanca, donde llegó desde uno de sus campos de golf.
 ?? JUSTIN LANE / EFE ?? Un simpatizan­te de Trump protesta ayer en Filadelfia.
JUSTIN LANE / EFE Un simpatizan­te de Trump protesta ayer en Filadelfia.

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