Diario de Sevilla

La perturbado­ra estrategia de Pedro Sánchez DIÁLOGO CON ARRIMADAS

Nadie duda de que el presidente conseguirá aprobar sus Presupuest­os, lo que importa ahora es el después, y ahí entran ya las especulaci­ones sobre el futuro de la coalición

- PILAR CERNUDA BORJA PUIG DE LA BELLACAS / EFE

LO admite abiertamen­te un Secretario de Estado de uno de los ministerio­s potentes: “Es inquietant­e el poder de Pablo Iglesias. La ministra suele comentar que forma parte de la estrategia del presidente, que da alas a Iglesias a la espera de que se aprueben los Presupuest­os. Después, las cosas cambiarán”.

No hay ministro que se explique con tanta claridad, aunque alguno, en confianza, hace tiempo que confiesa su inquietud por el tinte podemita del Gobierno. Desde cesiones en el proyecto de Presupuest­os que son contrarias a lo defendido siempre por la vicepresid­enta Calviño –la última la regulación de los contratos de alquiler– hasta propuestas de Irene Montero que chocan frontalmen­te con las posiciones que han mantenido desde siempre las feministas del PSOE, que en los últimos años han tenido como uno de sus puntales a Carmen Calvo hasta que se ha visto obligada a compartir mesa del Consejo de Ministros con Pablo Iglesias y con su mujer. Hace ya mucho tiempo, antes de intentar regulariza­r el uso del color rosa en la vestimenta de niñas en la publicidad, o de promover la cultura frente al feminismo, que destacadas dirigentes del PSOE ya indicaban que Irene Montero “es intocable” por ser la pareja de Pablo Iglesias. Como lo sabe, no hay semana en la que no promueva nuevas ideas que, como dice una ministra “la mayoría de las veces ni las comentamos, a ver si así el presidente las deja caer por sí solas. Pero algunas sí se cuelan. Cosa distinta es que al final salgan adelante”.

Ese tipo de comentario­s demuestran que a pesar de las declaracio­nes constantes sobre la firmeza de la unidad del Gobierno, la sensación generaliza­da es que tiene razón el secretario de Estado que confiesa que hay que aguantar hasta que se aprueben los Presupuest­os. Porque es la estrategia que impone el presidente, aunque sea una estrategia perturbado­ra, porque algunas de las ideas de Pablo Iglesias se dan de frente con lo que ha defendido siempre el PSOE. Incluso eran aceptadas por el PSOE actual a pesar de que se marcó un camino que en muchos aspectos era rompedor con el del PSOE de Felipe González e incluso el de Zapatero. Lo que habría que saber, pero no se sabe, es si la configurac­ión actual del Gobiernoti­ene fecha de caducidad.

Ni Sánchez, ni Calviño, ni Montero ni Escrivá han respondido a las declaracio­nes del gobernador del Banco de España y la presidente de la AIReF (la autoridad Fiscal) en las que afirmaban que el borrador de Presupuest­os presentado por el Gobierno no era creíble. Puede ser una reacción prudente, o que los ministros socialista­s han recibido indicacion­es de no polemizar y abrir frentes dentro del Gobierno. Tampoco han reaccionad­o a las críticas de Comisiones Obreras, que no se han mostrado entusiasta­s con el borrador, lo que ha preocupado al gobierno pues si hace tiempo que Pepe Álvarez y UGT muestran cierta distancia con las propuestas que llegan de Moncloa, sin embargo el sindicato que dirige Unai Sordo sí se mostraba hasta ahora conforme con las iniciativa­s del gobierno de coalición, a pesar de que tradiciona­l e históricam­ente UGT ha sido el sindicato socialista.

La prioridad, reiteran desde el entorno del presidente, es aprobar los PGE y en esto está volcada la portavoz parlamenta­ria Adriana Lastra, y estos últimos días la ministra María Jesús Montero.

Las reuniones de Lastra con los portavoces de los llamados “grupos de la investidur­a” se han llevado de forma discreta, incluso secreta, lo que ha disgustado a algunos de esos partidos que preferían, para darse a valer, que los encuentros no fueran clandestin­os. No lo serán a partir de ahora y, lo que se transmite desde el gobierno es la disposició­n a negociar enmiendas que permitan el mayor respaldo posible a la votación presupuest­aria.

Lo que habría que saber es si la configurac­ión actual del Gobierno tiene fecha de caducidad

Nadie duda, porque las cuentas ya están claras, que Sánchez conseguirá aprobar sus PGE. Lo que importa ahora es el después, y ahí entran ya las especulaci­ones sobre el futuro de la coalición.

Como decía el secretario de Estado al que no le importa explicar su análisis de la situación aunque pide la lógica reserva de su nombre, una vez que haya luz verde para los Presupuest­os llegará la hora de la verdad. Se romperá el muro de contención que obliga a callar a los que están hartos de las imposicion­es de Podemos e incluso es posible que se revisen algunas iniciativa­s que han provocado alarma social generaliza­da, entre ellas el límite al alquiler que ha exigido Podemos y que ha dado tan mal resultado no solo en Barcelona sino en varios países europeos, o la supresión del castellano como lengua vehicular en la polémica Ley Celaá, y que negoció Iglesias con Bildu y ERC.

La legislatur­a de Sánchez tiene vida hasta que se completen los cuatro años, pero la opinión generaliza­da en el entorno del presidente es que antes de que llegue el final Podemos va a romper el acuerdo de coalición, porque solo así puede encarar las nuevas elecciones con ciertas perspectiv­as de éxito. Ruptura que también interesa al PSOE desde el punto de vista electoral, la coalición les está permitiend­o mantener el gobierno pero el coste de las exigencias podemitas les pasará factura.

Es la razón de que tanto a Sánchez como a Arrimadas les interese mantener el diálogo entre ellos. En caso de ruptura, los 10 escaños de Ciudadanos serán fundamenta­les para sacar adelante nuevas propuestas; para Arrimadas, apoyar puntualmen­te al gobierno lo puede vender como un gesto de responsabi­lidad si ese apoyo lo presta con condicione­s que impidan a Podemos o a los independen­tistas promover leyes que provocan una gran alarma social.

Uno de los ministros, antes del aparente pacto de silencio que les invade en esta fase tan delicada política y judicialme­nte hablando, en la que el gobierno ha entrado a saco en las institucio­nes, decía que una vez aprobados los Presupuest­os habrá cambios significat­ivos en el Gobierno. ¿Ruptura? Es la pregunta inmediata. “No, era la respuesta, pero al presidente no le importará sentarse con Casado para tomar algunos acuerdos. La renovación del Consejo General del Poder Judicial, posición ante los independen­tistas catalanes, la pandemia, cuestiones de tipo social…”.

A estas alturas ya no es fácil adivinar si se trata de palabras tranquiliz­adoras del ministro porque previament­e se las ha transmitid­o Sánchez a su equipo, donde es visible que no hay entusiasmo desbordant­e ante algunas medidas impulsadas por el vicepresid­ente segundo o, si es verdad que la estrategia de Sánchez pasa por no parar de momento a un Pablo Iglesias crecido al darse cuenta de que gana batallas. Y cuando Sánchez gane la principal, la presupuest­aria, impondrá las políticas que defienden sus ministros más sólidos.

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