Diario de Sevilla

Ni menos listos ni más vagos: la dislexia, un trastorno del aprendizaj­e

Este trastorno del aprendizaj­e afecta a entre el 5% y el 10% de los españoles

- Noemí G. Gómez (Efe) MADRID

Ni confundir derecha con izquierda es un síntoma de la dislexia, ni los niños disléxicos escriben al revés, ni son más vagos. La dislexia es una dificultad específica en el aprendizaj­e de la lectura que afecta a entre el 5 y 10% de la población española y que todavía hoy arrastra algunos mitos.

No es una enfermedad, sino un trastorno caracteriz­ado por una serie de dificultad­es en el reconocimi­ento preciso y f luido de las palabras, y por problemas de ortografía y decodifica­ción –relacionar sonidos con letras y palabras–.

No se cura, pero un diagnóstic­o temprano y una intervenci­ón adecuada son claves para el buen desarrollo académico y personal.

La ciencia la conoce bien, pero aún investiga y debate sobre las causas que subyacen este trastorno. Hoy se celebra el Día Mundial de la Dislexia.

La dificultad a la hora de leer y escribir se traduce en problemas de aprendizaj­e, explica a Efe Beatriz Gavilán, neuropsicó­loga y profesora colaborado­ra de los estudios de Ciencias de la Salud de la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC), para quien, además, esto puede afectar a la autoestima del niño, que ve cómo el resto de la clase aprende más rápido y con mucho menos esfuerzo.

Por eso, insiste, es importantí­simo un diagnóstic­o y una intervenci­ón temprana, lo que puede cambiar radicalmen­te el desarrollo de estas personas, pero también la conciencia sobre la situación en su entorno: en los padres, familiares o el profesorad­o.

“Hay que evitar a toda costa pensar que ese niño no hace las cosas porque no quiere. No hay que sumar problemas al problema base porque eso al final impacta emocionalm­ente al menor”, subraya Gavilán, de la unidad de rehabilita­ción infantil del Hospital Beata María Ana de Madrid.

Precisamen­te un error común es concluir que los niños con dislexia son vagos. Frases como “es un poquito vago” o “ves como si te esfuerzas lo consigues” son especialme­nte peligrosas porque, apunta, transmiten al niño que de alguna forma es culpa suya.

De ahí la importanci­a de la conciencia­ción, recalca a Efe esta experta, quien recuerda que los niños con dislexia no tienen un cociente intelectua­l más bajo que la media. Quizás no lleguen a leer a la misma velocidad que sus compañeros, pero con intervenci­ones adecuadas sí van a poder seguir cursando sus estudios.

La dislexia tiene un origen neurobioló­gico y afecta zonas del cerebro que procesan el lenguaje. Posee además un componente hereditari­o/genético importante: entre el 30 y 50% de los casos tienen antecedent­es familiares.

Aunque la idea más extendida es que tras este trastorno hay una sola causa, la fonológica, “la ciencia lleva tiempo diciendo que es mucho más complejo”, indica Marie Lallier, del Basque Center on Cognition, Brain and Language.

La dislexia parece tener causas multifacto­riales, como problemas de atención visual o auditivos, y esa heterogene­idad es la que se investiga. Y es que, según Lallier, los niños con dislexia presentan perfiles muy distintos que ahondan en esa falta de homogeneid­ad.

Un diagnóstic­o temprano y una intervenci­ón adecuada son claves para el buen desarrollo

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