EL RETORNO DE LA CENSURA
SE coge antes a un mentiroso que (digámoslo con corrección política) a alguien con movilidad reducida. Por mucho que el Gobierno disfrace su proyecto de censura bajo los ropajes de la lucha contra las fake news que a través de las redes difunden bulos negacionistas o antivacunas y contra las intervenciones extranjeras en política interior, pretendiendo abrigarlo bajo el manto de las disposiciones europeas de 2018 para controlar dichos males, está clara la intención de controlar a los medios de comunicación desde la Moncloa, con Iván Redondo y Miguel Ángel Oliver al frente.
Las patitas cortas de la mentira han tenido la voz de la ministra Arantxa González Laya que ha dicho con su firme y a la vez suave tono de catequista de los años 50: “Se trata de limitar que se puedan vehicular falsedades a través de radios, televisiones y también las plataformas digitales que falsean el debate público, que manipulan a la población y que pueden causar un gran quebranto a la democracia”. Esta transcripción literal y entrecomillada de sus palabras, sin añadirles o quitarles nada, sin manipularlas sacándolas de un contexto para meterlas en otro, son diáfanamente claras. Esto es censura.
No era casual que el CIS preguntara si hay que mantener o no la libertad de información en redes y medios
El Gobierno de España se propone detectar, primero, lo que considere mentiras que falseen el debate público; e impedir, después, que radios y televisiones, además de las plataformas digitales, las difundan manipulando a la población. No bastan por lo visto los tribunales, ni los códigos deontológicos de los medios, ni la ética de los profesionales, ni la libertad e inteligencia de los oyentes, televidentes o lectores para discriminar los medios a los que preste credibilidad. Es necesaria la intervención del Gobierno para impedir que la población sea manipulada. Para manipular se basta él.
El CIS de Tezanos preguntó aquello de: “¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación sociales, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?”. El 66,7% de los encuestados –conscientes o no de que se igualaba redes y medios de comunicación– contestó que sí. Sintiéndose respaldados, ahora actúan. ¿Vuelve el fantasma de la antigua DGS reconvertida en Dirección General Socialpodemita?