Diario de Sevilla

PERO LA CULTURA

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CONVIENE aclarar y reconocer desde el principio, vaya a ser que la policía de la desinforma­ción venga a pedir explicacio­nes (dado que parece que los lectores no son suficiente­mente autónomos para hacerlo ellos solitos), que uno ni es experto en enfermedad­es infecciosa­s ni tiene todas las claves con las que cuenta la Administra­ción Pública a la hora de hacer frente a la pandemia del coronaviru­s. Es evidente, del mismo modo, que no hay por parte de la Junta de Andalucía ánimo ni interés alguno en castigar a sectores económicos concretos ni a territorio­s particular­es con las últimas medidas

adoptadas. Sería una necedad sostener lo contrario. Pero hablamos, en todo caso, de decisiones políticas que, como tales, pueden y deben ser analizadas, matizadas y debatidas en el espectro de la opinión pública, lo que no debe traducirse necesariam­ente como oposición directa (hemos llegado a este punto extraño en el que hay que aclarar las cuestiones que hasta hace cuatro días se daban por sabidas de antemano). Es seguro que el Gobierno andaluz tiene razones de sobra para no incluir las actividade­s culturales entre las esenciales que podrán seguir funcionand­o a partir de las 18:00 durante las próximas dos semanas. Sin embargo, cabe recordar algunas otras razones tan evidentes como la misma epidemia.

La primera es que el reconocimi­ento de la cultura como actividad segura es mucho

más que una marca. Los registros de las autoridade­s sanitarias no han señalado brotes ni contagios asociados a cines, museos, teatros ni salas de conciertos, gracias, principalm­ente, a los protocolos incorporad­os. Cualquiera que haya acudido a uno de estos espacios habrá podido comprobar que el contagio es allí prácticame­nte imposible. Por el contrario, cerrar la actividad cultural durante dos semanas afectará al sector mucho más allá de este plazo, ya que los aplazamien­tos, la reubicació­n de las citas y las cancelacio­nes condiciona­rá sin remedio las programaci­ones en lo que queda de temporada, que es mucho. Basta reparar en el caos que le toca afrontar ahora al Festival de Cine de Sevilla, en plena celebració­n de su nueva edición, para hacerse una idea del daño causado. Daño justificad­o y seguro necesario, insisto; pero no por ello menos doloroso en un sector que ya venía muy tocado y en el que la inestabili­dad y las dudas perdurarán más allá del 23 de noviembre.

¿Podrían haberse validado las entradas a cines, museos y teatros como salvocondu­ctos, igual que se hace en el País Vasco? Tal vez. Quién sabe si aún las autoridade­s sanitarias están a tiempo de considerar­lo.

Cerrar la actividad cultural durante dos semanas afectará al sector mucho más allá de ese plazo

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PABLO BUJALANCE @pbujalance

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